El Liceo de Taoro abre sus puertas a la sociedad villera en octubre de 1855, con el nombre de Falansterio de Taoro, impulsado por treinta y tres próceres de pensamiento liberal, prestos a poner en valor objetivos bien definidos, basados en el pensamiento utópico de Charles Fourier. Los falansterios eran comunidades auto gestionadas, en las que sus integrantes trabajaban en pro de un bien común. Estaban idealmente formados por 500 a 2000 personas, buscaban una sociedad más justa y equitativa donde el trabajo fuera placentero y cada individuo pudiera elegir su actividad según sus preferencias y gustos.
Estas instituciones buscaban abolir la pobreza y la desigualdad, garantizando a todos sus miembros el sustento, la vivienda y el vestido. Obviamente este no era el objetivo del Falansterio de Taoro, pero sí lo era impulsar y mejorar la vida y, sobre todo, el acercamiento a la cultura de convecinos, que no tenían acceso a ella por falta de recursos.
Nuestra sociedad se fundó como lugar de esparcimiento, a la vez que tenía una vertiente social y comprometida de gran calado.
En sus primeros estatutos se ponía de relieve, que la sociedad había sido promovida con la finalidad de que concurrieran a ella “principalmente los trabajadores y artesanos”, destacando, que “la laboriosidad, la honradez, la buena fama y conocida moralidad” serían las “cualidades indispensables” que habrían de adornar a sus miembros. Se dispondría de “una pieza destinada exclusivamente a la lectura” donde se guardaría el más riguroso silencio”, además, a través de personas que se prestasen a ello: “El Falansterio procuraría impartir lecciones elementales de geografía, de historia y de algunas otras útiles materias”.
Así mismo, en el acta constitucional, expresaron: “Los infrascritos se comprometen a crear una tertulia en esta Villa, con el laudable objeto de reunirse en un local en donde, a la par que puedan comunicarse sus ideas y pensamientos e instruirse con la lectura de periódicos y obras recomendables, se distraigan en todo género de recreo lícito y honesto. Para ello se obligan a satisfacer una módica cantidad de entrada para atender a los primeros gastos del establecimiento y a pagar la cuota mensual que se estipule y acuerde por todos”.
Cuatro años más tarde, sin que se conozca la causa motivante del cambio —todo apunta a una cuestión política, debido a la probada desconfianza y a las trabas por parte del Gobernador Civil de la provincia para aceptar el nuevo nombre—, pasó a denominarse La Esperanza, periodo en que la sociedad contribuyó profusamente en actos de carácter altruista, casi siempre a requerimiento del poder municipal.
Música y teatro tuvieron en ese tiempo un lugar destacado en las actividades programadas, además de ser esta institución, impulsora en la creación, entre otras, de la Banda del Batallón Ligero n.º 2 de Canarias en 1862.
En abril de 1883, un grupo de socios, preocupados por la situación económica que atraviesa La Esperanza y con objeto de salvar a la orquesta de la sociedad, fundan de manera independiente la efímera Sociedad Filarmónica de la Orotava, que en 1884 se fusiona con La Esperanza pasando a denominarse Liceo de Orotava, protagonizando en este período, una de las etapas más sobresalientes de nuestra historia.
En 1888, a pesar del esplendor vivido por la sociedad, pero obligada por las normas dictadas por las autoridades, se tomó la decisión de cambiarle otra vez el nombre, esta vez por el de Nuevo Liceo de Taoro. No será hasta 1924 que adquiere el definitivo de Liceo de Taoro.
Pese a estos cambios, pasados 170 años, nuestro compromiso con la sociedad no ha variado en esencia y la finalidad de integrar entre sus miembros a toda persona que manifieste el deseo de hacerlo, sigue vigente.
El pensamiento liberal de sus miembros fomentó desde sus inicios que la incorporación de la mujer a las distintas actividades fuera considerada un valor. En 1860 se funda la Sección de Declamación, que sumaría un numeroso grupo de entusiastas aficionadas al arte dramático, logrando exitosas presentaciones de obras teatrales.
Acontecimiento de extraordinaria relevancia para la mujer, acaeció en mayo de 1894, con la salida de El Porvenir de la Mujer, periódico quincenal publicado en el Liceo y dirigido por Margarita Jacinto del Castillo, quien conduce un glorioso grupo de colaboradoras. Es una etapa de gran enriquecimiento intelectual, en la que las mujeres encontraron en la sociedad, apoyo y altavoz para mostrar claras sus inquietudes. Es cuando en esta tribuna pública, Carmen Torréns clama para que “las esposas se asociaran a los trabajos y ocupaciones de sus maridos, instando a los padres a enseñar a sus hijas a bastarse por sí mismas”.
A pesar de esto, un dato diagnostica y revela la realidad a la que estaban sometidas las mujeres: no fue hasta el año 1975 cuando el Liceo registra la primera fémina en calidad de socia titular y no será hasta 2019 cuando se elija la primera presidente.
Es menester situarse en el contexto de la época, cuando este tipo de entidades eran coto cerrado de los hombres y las mujeres, en general, simples floreros que lucir en las fiestas de sociedad.
Desde sus inicios, la solidaridad y empatía con las personas sufrientes formaban parte del ideario. En 1862, con motivo de la epidemia de fiebre amarilla que azotó Santa Cruz, su presidente, Sinforiano Anceaume, convocó una junta general extraordinaria tras la cual, se decidió extraer del fondo de la sociedad la suma de 500 reales de vellón, viéndose incrementada esta cantidad con lo que cada socio pudo aportar.
Celebración de funciones teatrales a beneficio del Hospital de la Santísima Trinidad o la organización de bailes para recaudar fondos en favor de familias aquejadas por el devastador temporal de 1872 son sólo una muestra de cuanto en 170 años ha emanado desde la sociedad, en apoyo y cercanía a los necesitados. Hoy trabajamos, codo con codo, con cada ONG o asociación sin ánimo de lucro que solicita nuestro apoyo.
La razón de ser de la sociedad ha permanecido íntimamente ligada a su pueblo y así se entiende la colaboración entre el Liceo de Taoro y el Excmo. Ayuntamiento, histórica. Dan cuenta de este vínculo, entre otras:
• La participación desinteresada en la organización de la Exposición Provincial de Horticultura, celebrada en 1888 en los Jardines de la Quinta Roja.
• El apoyo constante a las fiestas principales del municipio; en las de San Isidro de 1892, “a pesar de las penurias económicas, sus dirigentes decidieron terminar el arco en construcción que adornaba la calle del Calvario”.
• En 1894 se “costeó el levantamiento del que, perteneciente al Liceo, se colocaba en el extremo de la Plaza de la Constitución; arco donado con posterioridad, al Ayuntamiento”.
En 1906, la visita de Su Majestad el Rey Alfonso XIII a La Orotava dejó las arcas municipales exhaustas, lo que obligó al consistorio a no celebrar las fiestas. Este hecho motivó nuevamente la intervención de los hombres del Liceo, que, creando comisiones, salvaron la situación.
La colaboración entre la institución y el Ayuntamiento es fluida, continua y en ambas direcciones.
Desde 1936 y 1956 respectivamente, cada año el Liceo de Taoro organiza la Romería en honor a sus Santos Patronos: San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza y la elección de la Romera Mayor.
Este mandato estatutario es para la sociedad una responsabilidad, todo un honor. Con orgullo, cada año recogemos el testigo que nos dejó D. Cesar Hernández Martínez, primer presidente que organizó la Romería tal y como la disfrutamos en la actualidad.
Desde 1985, la Sociedad organiza y celebra el Concurso de Vinos Villa de La Orotava, un referente para los bodegueros de vino tinto de la Isla y para los cosecheros de la zona, poniendo en valor una de las tradiciones más ricas y antiguas de nuestra tierra, la viña y, en particular, el cordón trenzado, un patrimonio único.
La contemporánea Sociedad Cultural Liceo de Taoro, desde la nueva y definitiva sede en el casco histórico de La Orotava —adquirida en 1975— ha desarrollado una ingente cantidad de actividades culturales y deportivas.
Tertulias, conferencias, teatro, música, literatura, pintura, escultura, cine, danza y toda expresión artística, ha tenido y tiene —cada vez con mayor proyección exterior— un lugar preponderante en nuestra programación.
La Coral Polifónica Liceo de Taoro, que en este 2025 cumple medio siglo, ha cosechado importantes y numerosos éxitos, dentro y fuera de las Iislas y del país. Su profesionalidad, disciplina y entrega les ha granjeado el respeto de todos.
La faceta deportiva de los últimos 50 años ha colmado las expectativas: juegos como el tenis de campo o de mesa, el pádel o el dominó son un referente. El nombre del Liceo de Taoro ha subido al pódium de muchos e importantes eventos deportivos de carácter insular y peninsular.
Hoy nuestro desvelo es continuar y mejorar, si cabe, la razón de ser de la entidad que presido, un referente social, cultural, deportivo y de dinamización de la vida de los villeros.e