En mayo del pasado año se produjo la renovación por el Parlamento de Canarias de los cinco consejeros auditores de la Audiencia de Cuentas de Canarias, ya que su mandato tiene una duración limitada a cinco años, plazo que se había vencido en junio del año 2023. En esta renovación se incorporaron cuatro nuevos consejeros auditores, repitiendo mandato el firmante de este artículo, que a su vez fue nuevamente elegido como presidente por los actuales miembros del Pleno. Les destaco el lustro del mandato, que implica un plazo de renovación que normalmente no coincide con el ciclo electoral, reforzado con un amplio catálogo de incompatibilidades e inelegibilidades que afectan a los posibles candidatos, con la necesidad de pasar un examen de idoneidad de estos requisitos y de sus desempeños ante una comisión parlamentaria específica. Además, su designación requiere el voto favorable de una mayoría cualificada.
¿Por qué destaco estos aspectos de nuestros nombramientos? Por la razón de que los principales valores de nuestra actuación son la independencia y la profesionalidad. Independencia en la dirección y ejecución de nuestras actuaciones como garantía de credibilidad y libre criterio, y conocimiento y prestigio en el ámbito funcional del órgano fiscalizador.
Los ciudadanos elegimos a nuestros representantes políticos y confiamos que ellos seleccionarán adecuadamente a quienes ocupen estos puestos que, aunque no sean políticos requieren una alta dosis de independencia y de especialización técnica. Somos una institución sensible para el Parlamento, para la administración y para el ciudadano, por lo que se ha de evitar al máximo la politización, así como la posible interpretación en este sentido. Por ello es necesario que en esta selección se prioricen al máximo estos requisitos, evitando el mero reparto político, con la finalidad de que nuestros informes, sin duda profesionales, libres de interferencias ajenas y realizados conforme a normas internacionales de auditoría, gocen de la confiabilidad y seguridad que requiere nuestra función de asesoramiento al Parlamento.
En este nuevo mandato el Parlamento y la ciudadanía nos sigue reclamando, más y mejores controles sobre la actividad pública y sobre el cumplimiento de sus objetivos, calidad y eficacia de los servicios públicos, así como eficiencia en el gasto.
En los próximos cinco años daremos continuidad al buen trabajo realizado, pero se abre un tiempo nuevo en el que debemos acometer nuevos objetivos ante los retos actuales y futuros.
No es este artículo el sitio para desbrozar todos los objetivos, por lo que voy a destacar solo los que considero más importantes:
Transcurridos ya treinta y seis años de la Ley de la Audiencia de Cuentas ya es imprescindible promover su modificación para lograr una puesta al día de su régimen jurídico, incorporando estándares normativos y buenas prácticas armonizadas como las ya incorporadas por otros órganos de control externo, más avanzados en materia de gobernanza y rendición de cuentas. Esta ley debe:
— Incluir la sostenibilidad, igualdad de género y la buena administración en los objetivos de control de la ACC.
— Incorporar como herramienta de trabajo la evaluación de políticas públicas.
— Ampliar la función de prevención con la promoción y control de los sistemas de integridad institucional propios y del sector público.
— Reforzar los mecanismos y las consecuencias de la falta de rendición de cuentas de las entidades, para incrementar su cumplimiento.
— Viabilizar la conexión con los aplicativos informáticos de gestión de los entes fiscalizados, de cara a un más completo análisis de datos.
El personal que se incorporó a la Audiencia de Cuentas en su conformación está alcanzando el tiempo de su jubilación, lo que nos obliga a dedicar especiales esfuerzos en planificar y realizar el relevo generacional. Fácil no es, en general el opositor evita pruebas con mucho contenido memorístico sin que se haya logrado introducir la exigencia de destrezas y habilidades imprescindibles para cualquier desempeño público. No podemos olvidar que hemos de reclutar funcionarios que han de realizar controles sobre la actividad de otros, en muchos casos con un nivel elevado de conocimiento y experiencia. Las funciones estatutarias de la Audiencia de Cuentas solo podrán realizarse con eficacia y eficiencia si contamos con equipos suficientemente dotados, en continua adaptación y cualificación, familiarizados con el uso intensivo de las TIC y receptivos a la innovación.
Disponemos de una gran cantidad de datos rendidos por los entes sujetos a control y por las obligaciones de transparencia accedemos a muchos datos públicos. Tenemos que acometer el reto de someter todos esos datos a análisis, para su uso en la realización de controles más certeros y menos gravosos para los gestores, para automatizar algunos procesos de auditoría y a auditar procesos y servicios en el sector público que ya utilizan algoritmos o robots automatizados de procesos. Es un camino que iniciamos en 2023 con la incorporación de auditores de sistemas y que se desarrolla en un entorno de continuo cambio tecnológico donde destaca la IA.
Aparte de las conclusiones de los informes sobre una gestión ya realizada, el papel más importante de la Audiencia de Cuentas se realiza a través de las recomendaciones. No tienen un especial eco en la sociedad y a veces tampoco en la política, pero de las anomalías e infracciones detectadas en los informes, extraemos las posibles medidas correctivas convenientes en cada caso y que deben de ser objeto de seguimiento, creando incentivos para el cambio a través de estas propuestas. Por los órganos fiscalizados la respuesta a las mismas tiene que ser siempre o cumplirlas o explicar su incumplimiento.
Finalmente, tenemos que ser capaces de comunicar mejor nuestro trabajo, los parlamentarios sin duda mejor preparados, pero sobre todo los ciudadanos, carecen de tiempo y conocimiento para procesar la información de un informe por lo general denso, con múltiples parámetros y conceptos. Tenemos que ser capaces de trasladar a cada nivel, una información que se tenga por solvente por venir de la Audiencia de Cuentas y asequible en su lectura y comprensión.