Canarias y la presidencia española de la UE

El patio europeo está revuelto en esta descafeinada presidencia española de la Unión Europea. Como siempre, a las palabras se las llevan los vientos, y no alisios precisamente, no de los que limpian, refrescan y despejan. Para resumen bastan unas líneas: el tan debatido Tratado de Lisboa empezó su andadura, tenemos presidente de Europa y se anuncia que sólo uno o dos de los 350 actos de la Presidencia Española de la UE se celebran en Canarias.

La Comisión Barroso II (trece de sus miembros se retiraron tras una monumental tajada en finiquitos, pensiones y prebendas) pasó a mediados de enero las audiciones ante el Parlamento Europeo. La anterior responsable de Política de Vecindad, Benita Ferrero, a la que muchos quisieron ponerle el galón de representante exterior de la UE antes de optar por Catherine Ashton, nos dejó al final un mal sabor de boca cuando, ante el caso Haidar, dijo sin pestañear que el problema del Sahara era una cuestión bilateral entre España y Marruecos. ¿Cómo se puede justificar tamaño disparate cuando la UE intenta participar y dar su opinión en cuanto conflicto, armado o no, haya en el mundo? Lo dijo, y nadie se rasgó las vestiduras por ello. Casualmente eligió una conferencia de prensa a la salida de una cumbre entre Marruecos y la UE para explayarse.

España, y Canarias con ella, acababan de comenzar una presidencia en la que Rodríguez Zapatero queda sin cartera presidencial, pues con la aplicación del Tratado de Lisboa la foto se la lleva el nuevo presidente de la UE, el belga Herman Van Rompuy, quien ya resumió en pocas palabras las prioridades generales de la Unión Europea: un impulso al crecimiento económico y comprometerse en la lucha contra el cambio climático para asegurar la supervivencia de su modelo social y del planeta. La presidencia española intenta hacer hincapié en asuntos que no se han resuelto en el ámbito interno y presenta un país desarmado por las estadísticas para dar ejemplo a los otros 26. Y no sólo en materia de empleo, sino en decenas de aspectos económicos, de política exterior e incluso sociales, aunque se pretenda hacer creer que desde España se puede dar ejemplo de solidaridad y buena gestión.

Muchos esbozan una sonrisa escéptica ante la pretendida prioridad de la presidencia española de la UE: liderar la salida de la crisis económica entre los 27. Ahora Zapatero busca apoyo intelectual en figuras europeas de gran prestigio, pero muy pocos están dispuestos a arrendarle las ganancias. Las famosas prioridades de la Presidencia, que se fueron gestando a fuego lento y dando a conocer con una parsimonia exasperante, son tantas que suenan a broma y parecen destinadas más a calcinarse que a gestar un buen plato. Cada área del gobierno, de la vida económica o ciudadana son prioridades. Lo que quiere decir que es un caldero sin norte. Las prioridades no son siquiera cuatro puntos cardinales, son todos los grados que puedan caber en 360. Es el miedo eterno a olvidarse de algo y la cobardía de no definirse.

El papel de Canarias

Durante la presidencia española de la UE, Canarias quiere recalcar su reconocida presencia entre las Regiones Ultraperiféricas (RUP). No parece suficiente, sin embargo, haber conseguido ser sede del Foro de la Ultraperiferia. Reunirnos con nosotros mismos para hablar de nosotros mismos no puede ser la prioridad de una Comunidad Autónoma que se ha caracterizado por sus lazos históricos con el exterior, que ha trabajado mucho su papel de plataforma tricontinental y que podría sacar más partido de sus relaciones con América Latina y África. Entre las peticiones más novedosas que abraza el Archipiélago (que tiene la mitad de población que las ocho regiones restantes) se encuentra la de que se utilicen nuevos indicadores, diferentes al Producto Interior Bruto (PIB) que permitan determinar el grado de desarrollo de una región determinada, como son las Regiones Ultraperiféricas. Es decir que la vara de medir deje de ser el PIB, porque si se mide el PIB hemos sobrepasado los niveles aceptables de región susceptible de ayudas específicas y es un indicador injusto para evaluar con exactitud la prosperidad y calidad de vida.

Esta iniciativa consiguió, en el último pleno del pasado año 2009, el apoyo del Comité de Regiones, que a la vez defiende poner en marcha otras medidas que permitan mejorar la capacidad de los trabajadores, adecuando las mismas al mercado laboral e ir pensando en una Estrategia que sustituya a la de Lisboa (sobre el crecimiento y empleo) para implementar de aquí a 2020. Se está luchando por aplicar una visión territorial en todas las políticas comunitarias, que considere las peculiaridades específicas que existen en la Europa de los veintisiete. Las nueve regiones europeas bien diferencias ya en el Tratado, presididas por Canarias hasta 2011, se podrían beneficiar de esa nueva estrategia de la Unión Europea para defender sus intereses. Por ejemplo, con la articulación de un fondo de empleo que se nutra de fondos existentes como los de adaptación a la globalización o el Programa Progress. Por ejemplo, también, con la mejora de la ficha financiera del POSEI (tomate, plátano, leche, caña de azúcar, arroz).

Entre las reclamaciones se encuentra igualmente la del futuro de la política pesquera común, para que la futura reforma de este capítulo también tenga en cuenta las necesidades específicas y atienda sus condiciones estructurales y socioeconómicas particulares. Se trata igualmente de respaldar el desarrollo sostenible de la acuicultura, actividad de gran potencial para el sector pesquero del Archipiélago. La consideración del transporte y de su futuro sostenible también es vital para las Islas. Por ello, el reciente apoyo del Comité de Regiones, dentro de la Comunicación de la Comisión Europea al respecto, en el sentido de que las futuras redes transeuropeas deben garantizar el buen acceso de todas las regiones europeas, es un punto de apoyo que no se puede desdeñar. Canarias reclama con insistencia que se dé una especial atención a la cohesión territorial, la mejora de la accesibilidad y a las infraestructuras portuarias y aeroportuarias.

Y si el patio europeo está revuelto, podemos imaginarnos en Canarias, que estamos en la ultraperiferia del patio, cómo lo llevamos. Por lo menos, vamos tejiendo cierta claridad en los desafíos. Que no es poco.

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