Sin duda, son tiempos difíciles para la capital grancanaria, en los que la crisis económica ha amplificado sus penurias en todas sus dimensiones políticas. Tras los años de bonanza vividos en la ciudad más habitada del Archipiélago, el binomio PSC-Compromiso no ha dejado de mitigar sus constantes desencuentros políticos, colocando sobre los despachos del Hotel Metropole el cartel de ‘aquí no hay quien viva’.
La marcha de concejales del pedigrí de Teresa Morales (primera teniente de alcalde) o Rodolfo Espino (responsable de Economía), sin obviar la espantada de Aday Ruiz en la Sociedad de Promoción atestiguan las dificultades por las que atraviesa el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Mientras, el plan de ahorro confeccionado por el regidor, Jerónimo Saavedra, destiló sus líneas maestras a la primera de cambios. Para empezar, el presupuesto municipal de 2009 tardó en ver la luz hasta bien entrado el periodo estival, lo que forzó la marcha del propio Espino como edil de Hacienda en favor de Benito Cabrera.
Como consecuencia de ello, la derrama sufrida en los últimos meses obligó a reducir las cuentas del presente año a una cuantía de 305 millones de euros (50 menos que el ejercicio anterior), perfilando una edulcorada pero impopular subida de impuestos y un doloroso incremento de la factura del agua. Como contraste, sigue en nómina la lista de los 13 nuevos directores generales nombrados bajo el sello del alcalde, además de los más de 22.000 euros gastados trimestralmente en facturas de telefonía móvil por parte de la corporación y los tres millones de euros empleados anualmente en horas extras entre los funcionarios (entre los que se encuentran las escoltas) del consistorio.
Ante este demoledor panorama, el PSOE quiso contraatacar ante la ciudadanía engalanando la ciudad con la candidatura cultural europea para el próximo 2016, nominación a la que aspiran, por cierto, otras 14 ciudades españolas. Sin embargo, el legado histórico de Las Palmas de Gran Canaria se ha visto irremediablemente lastrado por una gestión cargada de importantes lagunas. Una de las cicatrices más dolorosas se materializó en el propio Festival de Cine. Si ya en el pasado año corrió el riesgo de no celebrarse por falta de presupuesto, la última edición se vio aún más erosionada por las deudas acumuladas con proveedores y presentadores.
De hecho, varias facturas no se llegaron a liquidar hasta la conclusión de un certamen que tuvo que renunciar al boato y a la alfombra roja para barnizar a última hora sus axiomas con la socorrida etiqueta del cine independiente. Era evidente que las heridas seguían sin cauterizar, después de que el entonces responsable de la Sociedad de Promoción, Aday Ruiz, hiciera estragos en el consistorio con su famosa tarjeta Visa Oro (algo inédito en el Ayuntamiento) y con el inesperado aumento en el capítulo de gastos. Ya en 2008 contaba con un presupuesto de seis millones de euros, pero de forma inverosímil se vio obligado a pedir fondos adicionales por valor de 2,8 millones poco meses después.
Sobre el balance anual, Ruiz dejó un preocupante déficit que superaba los tres millones, tras dilapidar la nada despreciable cantidad de 12 millones de euros. Sin duda, un misterio aún por resolver. Aunque dicha polémica acabó difuminándose con el paso del tiempo, el capítulo cultural se topó con nuevos escollos. Así, la esperada declaración del casco antiguo de la ciudad como Patrimonio Mundial de la Unesco debía convertirse en el espaldarazo inicial para la cacareada cita de 2016. Al final, el propio Saavedra dejó morir esa opción, ahora que las asociaciones vecinales denuncian que sólo la mitad del área arquitectónica de Vegueta y Triana se encuentra protegida de los derribos inmobiliarios.
El continuo goteo de los centros museísticos (ejemplificados en el Museo Canario, principalmente), la demora de la Fundación Martín Chirino, la faraónica mudanza de las Casas Consistoriales (700.000 euros) o la ausencia de espacios para reubicar el Museo Naval sintetizan las carencias de la capital oriental en esta área. En paralelo, el Plan Zapatero se convirtió en el siguiente pilar sobre el cual se debían maquillar los efectos de la crisis. Sin embargo, el desempleo –uno de los principales objetivos de este Fondo Estatal– continúa aumentando en Las Palmas de Gran Canaria (73.165 parados sólo en la ciudad), distanciándose cada vez más de Santa Cruz de Tenerife (58.236), aunque la capital occidental tiene también menor población.
La Guagua no avanza
El transporte público es otra de las grandes encrucijadas del mandato socialista. Después de abortarse el proceso de privatización parcial de Guaguas Municipales, la empresa de transportes continúa acumulando pérdidas a pesar de la paz social alcanzada en los últimos meses. Por un lado, su deuda histórica sigue intacta (38 millones de euros) a pesar de los constantes dimes y diretes entre administraciones (Ayuntamiento, Cabildo y Gobierno de Canarias). Análogamente, la liquidación de sus cuentas continúa en picado, tras contabilizarse un déficit de 1.287.605 euros en 2009. Para frenar dichos guarismos, el Ayuntamiento optó por subir las tarifas (un 10 por ciento), con lo que ha conseguido estabilizar la cifra de negocio, aunque para ello ha perdido otros dos millones de viajeros. Un dato más que preocupante.
A la paz institucional tampoco ha ayudado la labor del grupo Compromiso, socio de gobierno del PSOE. Los desaires de su portavoz, Nardy Barrios, tanto al alcalde como a varios de sus concejales en ciertas parcelas de gobierno, han dejado el pacto muy tocado en varias ocasiones y convertido en una simple cuestión de estética. Una de las dialécticas más ácidas la protagonizó con la concejal delegada de Vivienda, Chani Ruiz, a raíz de la colocación de sus jardineras colgantes en Vegueta. En ese complejo episodio, Barrios criticó el doble rasero de Ruiz al alabar la operación y después criticarla entre bastidores, mientras que la edil socialista zanjó la polémica calificando a la ex miembro del PP y NC de “persona bipolar”.
A ello se le añade el proyecto de la Noria en el Parque Santa Catalina, cuyos réditos debían compararse a los del London Eye británico… a pesar de que en ciudades como Málaga había muerto un artefacto similar de la misma compañía en apenas seis meses. Según sus cálculos, la infraestructura debía estar construida desde el pasado periodo estival. Sin embargo, los continuos desencuentros con el Partido Socialista llevaron a diluir dicha construcción en un sueño de una noche de verano.
Pero el incidente más kafkiano se materializó en el campo de las nuevas tecnologías y a nivel digital, con la presencia de Nardy Barrios en un grupo social de Facebook denominado Desgobierno municipal de Las Palmas de Gran Canaria. Toda una sorpresa para propios y extraños, puesto que dicho espacio virtual se encontraba gestionado por las Juventudes de Coalición Canaria, apareciendo como cabeza visible Manuel Lobo, consejero del grupo mixto en el Cabildo. Tras saltar la noticia en diferentes rotativos, su perfil terminó por desaparecer en cuestión de horas, solapándose este hecho con las inauditas explicaciones de que “las admisiones en las redes sociales me las hacen desde el partido”.
Con todos estos ingredientes sobre la mesa, en el Partido Popular, principal fuerza en la oposición, se debería frotar las manos a la espera de los nuevos comicios. Aunque esa sensación puede dejar entrever ciertos espejismos. El primero de ellos, el posible relevo en la candidatura de la oposición. Desde los mentideros políticos surgen las cábalas entre la figura de Australia Navarro o de Juan José Cardona para liderar la plancha del partido conservador en el municipio capitalino, mientras la ex alcaldesa Pepa Luzardo se niega a ceder un ápice: “Yo no doy pasos atrás ni para tomar carrerilla”.
A la espera de que se haga oficial la decisión de José Manuel Soria en el frente del Guiniguada, su actual portavoz popular continúa con su enconada labor de oposición para evitar cualquier tipo de fisura. ¿Le valdrá ese esfuerzo para recuperar los galones? De momento, los sondeos apuntan a un nuevo repunte del PSOE en ambas provincias, mientras Saavedra deja caer ante los medios de comunicación su intención de repetir al frente del consistorio. Con todo ello, las espadas (y la crisis) siguen en todo lo alto.