“Señores pasajeros, el vuelo de la compañía Stella Air despegará en breves minutos desde el puerto de Santa Cruz de Tenerife con destino a Las Palmas sin escala en los aeropuertos”. Esta es una de las frases que pudo rondar por la cabeza de alguno tras anunciarse la opción de unir las dos capitales canarias, de centro a centro, con hidroaviones. Volar de isla a isla, pero sin necesidad de pasar por los aeropuertos.
El presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, Pedro Rodríguez Zaragoza, informó a mediados del año 2009 de la intención de un grupo de inversores canarios de establecer una aerolínea que uniese las dos capitales canarias con hidroaviones, sin tener que ir a la terminal de los aeropuertos y casi con la misma rapidez que con el mítico jet-foil. La idea no era nueva, pero esta vez parecía que iba en serio. Para ello, se había buscado una alianza con la empresa canadiense Harbour Air Seaplane, que opera con gran éxito en la costa oeste norteamericana, enlazando Vancouver con el resto de poblaciones de la costa. Incluso, se llegó a anunciar que la compañía estaba estudiando los protocolos de actuación con las administraciones y que el pasaje tendría un precio cercano a los 40 euros. Sin embargo, los meses transcurrieron y del anuncio se ha pasado a una carta de intenciones sin que los De Havilland hayan hecho su aproximación a las aguas de la bahía.
Esta no es la primera vez que se mascaba un proyecto similar. Así, muchas veces se ha comentado que las Islas son un lugar ideal para establecer un servicio de estas características o similares, a pesar de las características del mar, que obliga a amerizar en las dársenas portuarias. Con anterioridad se llegó a barajar la misma hipótesis, aunque los planes apenas salieron de la mesa de comida en la que se gestaron. Más avanzados estuvieron los de la empresa de helicópteros, con la que se quería unir ambos puertos, aunque al final, las aeronaves tampoco llegaron a despegar; a diferencia del servicio que presta Inaer entre Ceuta y Málaga. Es la misma empresa que realiza los vuelos de emergencia del Servicio de Urgencias Canario.
El que sí que salió y ha prometido que repetirá un año más es el vuelo Tenerife-Miami de Air Europa, que partió con la ayuda inicial del Cabildo de Tenerife. El 20 de junio despegó un A330 de la compañía con sus cerca de 300 asientos totalmente vendidos. La ocupación se mantuvo alta, al menos inicialmente. La corporación insular intentó que se estableciese un segundo vuelo semanal, pero los números mandaron y al final la ruta se mantuvo hasta el 9 de enero de este año 2010. No obstante, Air Europa ha anunciado que repetirá el itinerario durante el próximo verano.
Otra compañía que ha encontrado su hueco en el mercado canario es Ryanair. A sus experimentos iniciales de Tenerife y Fuerteventura ha añadido Gran Canaria y Lanzarote. En poco menos de tres años, la línea aérea ha pasado de operar cuatro rutas a 74, un despliegue sin igual en el Archipiélago. De hecho, su eterno adversario, Easyjet, con la que se disputa los cielos europeos del bajo coste, realiza once conexiones a las Islas.
Tablas
En general, 2009 fue un año de números rojos en vuelos internacionales, pero muy positivo en los nacionales. De acuerdo con los datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, se alcanzó un destacado incremento en el número de visitantes de la Península y Baleares que se acercaron a las Islas. Por el contrario, el Instituto de Estudios Turísticos revela que se recibieron poco más de ocho millones de turistas procedentes del extranjero, un 13,2% menos que en 2008. El descenso fue especialmente notable en las aerolíneas tradicionales. En Lanzarote la caída fue del 25,9%, en Tenerife-Sur del 18,1%, en Gran Canaria del 25,8% y en Fuerteventura del 14,7%. Por el contrario, el descenso fue mucho más moderado en el caso de las compañías de bajo coste, donde el aeropuerto Reina Sofía y Gando bajaron un 3,5% y un 3,9% respectivamente. La nota positiva la aportó el aeropuerto de Guacimeta, con un incremento del 8,5%.
En el mercado doméstico, las compañías aéreas del Archipiélago intentaron sortear las turbulencias de un año de crisis. Binter Canarias adquirió más aeronaves, que fueron a parar a Naysa, su hermana menor. La aerolínea logró cerrar el ejercicio en positivo y mantiene sus diferentes divisiones de mantenimiento, ventas y handling. Por su parte, Islas Airways devolvió uno de sus aviones más modernos, a pesar de que en septiembre inauguró una nueva línea con El Aaiún. Ambas empresas estuvieron a punto de sufrir las contingencias de las presiones laborales llevadas a su punto más álgido, aunque por fortuna, la situación logró reconducirse. Las convocatorias de huelga del personal de tierra se cancelaron, gracias a que los paros tuvieron poca incidencia.
A esto hay que sumar la resaca proveniente de los antiguos empleados de Futura, una de las compañías con más presencia en las Islas. A finales de 2008 la empresa quebró, pero un grupo de empleados se propuso volver a la actividad y para ello adquirió y recapitalizó Calima Aviación, con la que tenían previsto arrancar con un B737 que han alquilado. Así, tienen la intención de cubrir los huecos que necesiten otros transportistas. Al igual que en el caso de Calima, otro colectivo de antiguos trabajadores de Futura se ha asociado en torno a Fly Combi Canarias con la que esperan comenzar en 2010.
Supervisión
En lo que se refiere a accidentes, a lo largo del año se produjeron dos. El 25 de enero el piloto de una avioneta piper con otras dos personas más a bordo se precipitó en El Rosario (Tenerife), aunque por fortuna todo quedó en su susto gordo. Todo lo contrario a lo que ocurrió cinco meses más tarde, cuando otro monoplano, esta vez procedente de Gran Canaria, se estrelló en El Paso (La Palma) muriendo dos personas. A esto hay que sumar el primer aniversario de la desgracia del MD-80 de Spanair, uno de los peores accidentes de la aviación española en los últimos años. El informe provisional señala que los pilotos no prepararon adecuadamente la maniobra de despegue y que configuraron incorrectamente la aeronave, pero al mismo tiempo pone de relieve que el sistema de alerta de la aeronave no funcionó.
Por último, el ente público Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) ha seguido adelante con la programación de su Plan Canarias. En 2009 concluyeron las obras de la terminal del aeropuerto de Fuerteventura, que tenían un presupuesto global de 350 millones de euros, mientras que continúan a buen ritmo los trabajos en La Palma, que con 160 millones de euros está viviendo una transformación absoluta. Al mismo tiempo, la empresa pública anunció que invertirá 140 millones de euros en mejorar las instalaciones de Gran Canaria para que pueda acoger a cuatro millones más de pasajeros al año, llegando a los 16,5 millones de viajeros.
A esto hay que sumar el cambio de rumbo que la dirección del ente público y el Ministerio de Fomento han tomado con respecto a los controladores aéreos. AENA dio los primeros pasos el 8 de octubre, cuando por sorpresa se publicó un real decreto que regula la licencia de controlador de tránsito aéreo, para que los profesionales europeos pudiesen trabajar en España. La reacción no se hizo esperar y en diciembre se produjeron los primeros enfrentamientos, con los consiguientes retrasos y cancelaciones. El gestor acusó a los trabajadores de llevar a cabo una huelga de celo encubierta, al negarse a realizar las horas extras que suelen desempeñar y que cobran al triple de la normal. Por si fuera poco, el mal tiempo agravó el panorama.
Con todo, las compañías aéreas vivieron su propia versión de la crisis económica. El número de pasajeros cayó, los nuevos proyectos se ralentizaron, los transportistas ajustaron sus costes y eliminaron las rutas deficitarias. Al mismo tiempo, los trabajadores tratan de superar la tormenta sin perder en exceso y el gestor público hace números para que las cuentas cuadren. Aún así, toda esta fauna de apasionados por la aviación volverán un año más a mirar hacia arriba y soñarán con ¿un hidroavión? ¿Por qué no?
