Ganarle la partida al desempleo

La información económica que hemos ido acumulando a lo largo de los dos últimos años nos deja en una especie de estado de shock en el que, sin lugar a dudas, las cifras más dolorosas han sido las laborales. Tanto la Encuesta de Población Activa (EPA) del cierre del 2009, como el comportamiento del paro registrado y de los afiliados continúan mostrando un deterioro que, aunque atenuado a medida que va pasando el tiempo, sigue siendo muy intenso.

La destrucción de empleo y el aumento del paro se han convertido en la seña de identidad de la crisis en Canarias. Un deterioro laboral que resulta preocupante cuando lo comparamos con el resto de comunidades autónomas españolas. Y no digamos nada si la asimilación la hacemos con otras regiones europeas. Durante el año pasado, en Canarias se continuó engrosando la lista de personas que se quedaban sin empleo hasta cerrar el ejercicio con 293.800 parados, 70.200 más que un año antes. Una situación que hizo crecer la tasa de paro del Archipiélago en 5,7%, hasta situarse en el 26,9% de la población activa, la más elevada de todo el territorio nacional, el triple que la que teníamos a comienzos de la crisis en el II trimestre de 2007 (9%) y la más alta de los últimos 15 años.

Cifras escalofriantes en las que influyó tanto el descenso en el volumen de ocupados durante el último año, 33.800 empleados menos, como la presión que continuó ejerciendo la población activa, esto es, la población que puede y quiere trabajar en las Islas, con 36.600 personas más en disposición de trabajar. Lo contrario de lo que sucedió en el conjunto del país, donde la población activa no paró de caer desde el mes de marzo de 2009. Todos los sectores de actividad, excepto el agrícola (4,9%), redujeron su número de ocupados, aunque no con la misma intensidad, con pérdidas anuales en industria del 21,2%, del 13,8% en construcción y del 1,6% en servicios.

Del mismo modo el número de parados sobre el total afectó a 5.300 personas en agricultura, 8.100 en industria, 39.600 en construcción y 110.800 desempleados en los servicios. Cantidades a las que hay que añadir 130.100 personas no catalogadas en ningún sector de actividad específico por llevar más de un año en paro o estar buscando su primer empleo. Presiones desde el lado de la demanda y también de la oferta que empeoraron el mercado laboral en las Islas, sobre todo en la provincia oriental, con una tasa de paro próxima al 30% (29,3%), frente a la de Santa Cruz de Tenerife, que cerró el año con un paro del 24,3%. Otras fuentes de información como el número de personas inscritas en las oficinas de empleo público o el volumen de altas de afiliación a la seguridad social también evidenciaron este quebranto con un incremento anual en el número de parados del 38,6% y 45.061 afiliaciones menos.

El futuro

¿Y qué sucederá este año? El daño que la crisis está dejando en el mercado laboral de las Islas probablemente haya atravesado ya su fase más dura, como empieza a apuntar la paulatina ralentización de la destrucción de empleo. Sin embargo, aún existe margen de caída, lo que nos puede llevar a lo largo de este año a un escenario de tasa de paro situada en el entorno del 28%-30%. Son valores de vértigo que nuestra economía no se puede permitir y que requiere de urgentes medidas económicas y laborales para revertir la tendencia hacia niveles de desempleo menos catastróficos, asociados a un incremento de la ocupación. La base de nuestra recuperación depende, en gran medida, de la demandan interna. Y si ésta no comienza a estimularse, se alejará aún más la salida del túnel, además de generar un escenario social bastante complicado.

Ante esta situación, cualquier medida bien planteada puede ser buena y lo importante es no perder el tiempo en discusiones estériles que van dejando en el camino a empresas y trabajadores. El tiempo y la velocidad de reacción serán claves en este 2010 y la gravedad del problema dependerá de cuándo la economía de las Islas será capaz de crecer lo suficiente para generar empleo en términos netos, hasta comenzar a reducir el paro. Por ello las preguntas estrella, para las que seguro no hay repuestas únicas ni mágicas, son: ¿qué medidas habría que aplicar y de dónde han de partir? Ni yo, ni nadie, tiene la fórmula perfecta pero lo que está claro es que en el mercado laboral confluyen la demanda y la oferta y, por tanto, son ambos factores los que influyen y ambos los aspectos sobre los que habrá que actuar si queremos conocer y plantear soluciones para la mejoría, además de sobre las reglas que marcan las relaciones entre ellos.

Una conclusión que, aunque simple, no siempre se tiene en cuenta en las propuestas y las políticas que se plantean. Casi siempre se aborda sólo el lado de la oferta, es decir, del trabajador. Muchas veces, las políticas no se detienen en el hecho de que éste desarrolla sus conocimientos y habilidades de forma autónoma, a través de la creación de una empresa, o contribuyendo en el funcionamiento y mejora de empresas existentes e incluso de la administración pública. Desde el lado de la demanda es indiscutible la necesaria reactivación económica del Archipiélago. Sin ella no habrá crecimiento y, por tanto, efecto de arrastre positivo sobre los trabajadores desempleados de las Islas. Habrá que recuperar la inversión y para ello, y para el normal funcionamiento de nuestras empresas, será vital que vuelvan a disponer de financiación.

Dinamización que igualmente dependerá de lo que las empresas estén haciendo por mejorar sus niveles de productividad y competitividad y de las políticas y actuaciones sectoriales y de carácter transversal que propicien las distintas administraciones públicas para favorecer un contexto de inversión, seguridad, celeridad y agilidad administrativa en el normal funcionamiento de las empresas con la administración. También es importantísimo el respaldo que se le dé a la emprendeduría, al desarrollo de subsectores de actividad menos afectados por nuestra condición geográfica y por un territorio escaso con limitaciones naturales en recursos y en materias primas. Serán primordiales los avances privados y públicos en I+D+i que posibiliten incrementos de productividad y la apertura al exterior de nuestras empresas. Éstas son dos de las grandes carencias y retos que tiene nuestra economía en los próximos años.

Desde el lado de la oferta, es obligado apostar por la formación para poder disponer de la mano de obra más cualificada, además de la más necesaria, en los sectores económicos tradicionales y en las nuevas actividades que propiciarán un mejor modelo de desarrollo económico para Canarias. Habrá que seguir buscando fórmulas de reinserción de población activa con difícil capacidad de contratación y favorecer la movilidad de los trabajadores canarios, limitación importante para propiciar un mayor y mejor acoplamiento entre la oferta y la demanda que se agudiza en un territorio alejado e insular como en el que afortunadamente vivimos.

Algunas medidas

Por último, atendiendo a los nexos y las reglas del juego entre la demanda y la oferta de trabajo, será necesario trabajar en mejorar las políticas activas de búsqueda de empleo, orientándolas hacia colectivos y sectores específicos, facilitar la reasignación de trabajadores entre los diferentes sectores de actividad y mejorar coordinación y la gestión de los servicios de empleo de diferente ámbito territorial. Se deberá conseguir una colaboración público-privada entre los servicios públicos de empleo y las empresas de intermediación laboral con el objeto de proporcionar mayores oportunidades al trabajador. E, indiscutiblemente, hay que emprender, de una vez por todas, una reforma del mercado laboral consensuada, que elimine las rigideces que están impidiendo que el engranaje del mercado de trabajo funcione adecuadamente abordando, entre otras, soluciones para reducir la dualidad, la segmentación y la temporalidad.

Una medida necesaria es primar el contrato estable y de calidad con el que posibilitar la formación continua de los trabajadores y la implicación de estos en el proyecto de las empresas. Sin dejar de lado la necesidad de simplificar el actual número de contratos y adecuar los mismos a la nueva realidad laboral en la tengan cabida el contrato a tiempo parcial estable, en el que trabajador posea los mismos derechos que si fuera a jornada completa, así como una mejora de la contratación de los colectivos más desprotegidos. Será imprescindible aumentar la flexibilidad interna al objeto de optimizar la adaptabilidad y la productividad empresarial y de los trabajadores, para lo cual habrá que solventar los problemas que en estos momentos está evidenciando el actual modelo de negociación colectiva. Además, habrá que incentivar la contratación a través de estímulos que no sólo propicien la generación de nuevos contratos de trabajo sino que también ayuden a aflorar el importante volumen de empleo sumergido existente. Y mejorar el control del absentismo…

Y llegados a este punto, en el que lo que queda claro es que queda mucho camino por recorrer, lo importante es no esperar soluciones mágicas, actuar más pronto que tarde y tener una visión integral del problema y de las posibles soluciones. Entre todos tenemos que trabajar y asumir algunos sacrificios, pero sin todo este esfuerzo hablar de soluciones a la crisis es, sencilla y llanamente, una utopía. Si queremos salir de la enorme tragedia del paro que nos ha traído la crisis, tiene que prevalecer el sentido común y la responsabilidad de todos.

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