Ni los problemas estructurales ni los sobrevenidos han tenido una respuesta adecuada en este primer año y medio de Gobierno de Coalición Canaria y el Partido Popular. En sintonía con lo que está ocurriendo en la política nacional, el ruido, o mejor, la escandalera, ha prevalecido sobre la conversación política racional, y eso que el Ejecutivo que preside Fernando Clavijo no puede quejarse precisamente de ser combativa, más bien al contrario. La confrontación ha sido con el Gobierno de Sánchez, ese presidente pim-pam-pum que resiste más de lo que cualquier hubiera podido imaginar pese a tener en contra no solo a la oposición, sino a poderes del Estado hasta ahora más discretos como la Administración de Justicia.
En aplicación del manual más primario del nacionalismo trasnochado, Fernando Clavijo escogió desde el primer día un asunto que le permitiera, por un lado, sintonizar con la población y, a su vez, servir de ariete contra el Gobierno de Sánchez. Ese asunto es la inmigración, del que hablaba un día sí y el otro también, bien personalmente o a través de su portavoz, Alfonso Cabello, un político a priori conciliador e inexperto que, sin embargo, se ha sabido adaptar a las circunstancias como si llevara lidiando con ellas toda la vida.
Cuando Clavijo empezó a alarmar a la población con la inmigración, el problema no tenía el calibre que ahora representa, y aunque las previsiones podían apuntar a que la afluencia de cayucos y pateras iba a ir en aumento, ha quedado acreditado que por parte del Gobierno de Canarias no se supieron poner los efectivos ni los recursos necesarios para hacerle frente.
Es bueno recordar, llegados a este punto, que la tutela y la custodia de los menores (sean migrantes o no sean migrantes), así como su escolarización (algo que se olvida a menudo) es una competencia exclusiva de la Comunidad Autónoma de Canarias porque así está en nuestro Estatuto de Autonomía. Por lo tanto, apelar al Estado o a la Unión Europea como ha hecho Clavijo y su equipo desde el primer momento sin prestar la debida atención a esa obligación, es una negligencia política y humanitaria sólo achacable a este Gobierno.
Pero, además ¿qué hace un partido supuestamente nacionalista como Coalición Canaria pidiendo continuamente a papá Estado que se haga cargo de una competencia de esta nacionalidad? ¿Eso no es una incongruencia política?
Si Clavijo y su consejera de Bienestar Social, Candelaria Delgado, sabían desde el principio de esta legislatura, allá por julio de 2023 que podía producirse un repunte considerable en la llegada de menores migrantes, ¿por qué no habilitaron desde ese momento los recursos necesarios para atenderlo?
Por el contrario, se dedicaron a alarmar a la población, a contribuir de manera negligente a fomentar el discurso xenófobo y racista que inició Vox y más recientemente abrazó el Partido Popular precisamente para pescar en las aguas putrefactas de la ultraderecha.
La responsabilidad del PP
Precisamente es al PP al que corresponde la responsabilidad de que la solución que se puso sobre la mesa para demandar la respuesta solidaria de las demás comunidades autónomas que Canarias reclamaba. Recuerdo que cuando se iniciaron las conversaciones entre los grupos parlamentarios canarios hablé con la responsable del asunto del PP regional, Luz Reverón, a la que pregunté cuál iba a ser la postura de su partido teniendo en cuenta que entonces había presidentes y presidentas autonómicos que gobernaban con Vox o se apoyaban en Vox para gobernar. Me garantizó que por parte del PP nacional se haría lo que había decidido el PP de Canarias. Pero no fue así: el acuerdo casi unánime (falló Vox, como era de esperar) salido de Canarias para reformar la Ley de Extranjería e imponer la distribución por toda España se tropezó con la cerrazón de Génova, embarcada ya por entonces en su deriva xenófoba contra la inmigración y en su aparente ruptura con Vox para, según dicen, marcar distancia.
Más de dos meses después, cuando ya las aguas vuelven a su cauce, la solución va a ser la misma: la misma reforma del artículo 35 de la Ley de Extranjería, pero por el camino los dos socios que conforman el Gobierno canario han minado buena parte de su credibilidad a cambio de generar entre la ciudadanía más rechazo a las personas migrantes. Lamentable.
Mientras esto ocurría, asuntos verdaderamente preocupantes para la población canaria como la vivienda padecían de la ineptitud de este Ejecutivo. En febrero de este 2024 se publicó en el Boletín Oficial de Canarias el famoso decreto de medidas urgentes en materia de vivienda, un sinsentido jurídico tan catastrófico que desde entonces se encuentra parado en su aplicación por contener cuatro artículo y dos disposiciones transitorias que presentan serias dudas de inconstitucionalidad. Y así se lo hizo saber el Gobierno nacional al canario sin que, desde entonces, se hayan resuelto las dudas jurídicas.
El resultado es que casi 20.000 personas siguen reclamando una vivienda digna en Canarias sin que en el horizonte se vislumbre una respuesta seria de un Gobierno que, por puro politiqueo, se hace el remolón con las declaraciones de zonas tensionadas, con la regulación de las viviendas destinadas a alquiler vacacional o con la tasa turística que muy bien podría servir para paliar los efectos que sobre este problema tiene la turistificación que algunas zonas de las Islas padecen.
Decretos, decretos…
Ninguna de las reclamaciones que la ciudadanía gritó en la manifestación del pasado 20 de abril, el 20A, ha sido tenida en cuenta por este Gobierno. Y la vivienda era la primera. Clavijo se lanzó a hacer manifestaciones grandilocuentes sobre la conveniencia de repartir mejor la riqueza que genera la primera industria canaria, el turismo, que representa más del 30% del PIB regional. Pero fue un espejismo más, un golpe de efecto, como invitar al papa de Roma a que venga a ver cómo de desesperados llegan a las costas canarias las personas migrantes que huyen de la pobreza, las guerras y la persecución política en África.
Los decretos no son una especialidad para este Gobierno porque, además del fallido de la vivienda, con el que se nos prometieron soluciones milagrosas que no llegarán tampoco en esta legislatura, ha fallado también en el decreto para mejorar la gestión de la Dependencia. No sólo ha sido rechazado por los dos colegios profesionales de Trabajo Social de Canarias, sino que ha tenido una dura respuesta del colectivo laboral de la consejería que dirige Candelaria Delgado. Un problema, el de la dependencia, que lejos de aliviarse, ha empeorado, con un agravamiento del ambiente laboral de la consejería que amenaza con el caos.
Por no hablar del decreto denunciado por la Fiscalía, denunciado por el Gobierno, anulado por la justicia… sobre gestión de los menores migrantes. No cabe mayor ridículo institucional que ver a un gobierno autonómico desautorizado por la fiscalía, por el Consejo de Estado y por el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, echando la culpa al Gobierno central.
Por si eran pocos los frentes en los que este Gobierno ha empeorado la herencia recibida, miremos brevemente a la Televisión Canaria. Clavijo se empeñó desde el principio en dirigir ese medio público personalmente en la errónea creencia de que, controlándolo, saldría todos los días en una tele que vería toda Canarias. Lo malo es que sale todos los días, pero nadie lo ve porque el batacazo de audiencia ha sido colosal.
El presidente ordenó personalmente que se expulsara a una veterana productora que se ocupaba del magazine de la tarde para dárselo a la productora de un periodista del régimen clavijista que fracasó estrepitosamente: no solo hizo caer las audiencias a registros nunca vistos, sino que provocó sonados escándalos inéditos en directo. La Televisión Canaria está ahora a la cola de todas las autonómicas españolas.
Para subsanarlo, como buen nacionalista que es, en vez de tirar de talento local y de experimentadas productoras locales, se ha dejado llevar por asesores empresariales como José Manuel Soria para contratar productoras peninsulares, como la madrileña La Cometa, vinculada mercantilmente con Sigma Dos, para hacerse cargo de la columna vertebral de la tarde. Y no será el único programa peninsular que nos va a caer encima. A mayor gloria del nacionalismo canario.