Un año malo para las flores

Pese a sus defectos estructurales, la economía de Canarias suele ser una de las primeras en griparse, pero es también una de las primeras en empezar la recuperación

Mayo es el mes de las flores. Pero tal vez no sea el de los pactos. El domingo 28 de mayo de 2023 las urnas en Canarias dieron el finiquito a cuatro años de gobierno de la izquierda en las islas. Al líder del PSOE y ex presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres, se le derrumbó la izquierda a su izquierda con el clamoroso fracaso electoral de Podemos, que pasó de tener cuatro diputados a desaparecer del arco parlamentario. Un fracaso de tal magnitud que habría justificado una cascada de dimisiones que jamás se produjeron.

Muchos analistas políticos sostienen, no sin razones, que Coalición Canaria era un partido de poder. Es decir, una opción política que solo existía porque estaba unida por el pegamento del poder institucional, donde llevaba viviendo, de una manera o de otra, con unas alianzas o con otras, casi tres décadas, desde la presidencia de Manuel Hermoso a la última de Fernando Clavijo. Cuando el PSOE les mandó a la oposición en una operación que algunos calificaron de exterminio político. Les expulsaron de todos los sitios donde pudieron y los nacionalistas empezaron su propia travesía por el desierto. Y, sorprendentemente, resistieron cohesionados. “Lo que nos pasó nos ha servido. Hemos aprendido y nos hemos hecho más fuertes”, ha confesado alguna vez el hoy presidente Clavijo.

El vuelco electoral del pasado año volvió a situar a Coalición Canaria en la centralidad política en las islas. Con el PSOE y el PP enfangados en un enfrentamiento cada vez más radical y con la extrema izquierda desaparecida del andamiaje parlamentario, los nacionalistas volvieron a coger la batuta del Gobierno. El PSOE, el partido más votado y con más diputados en el Parlamento canario, cumplió con uno de los más viejos principios de la política de las islas, que se resume en que la fuerza política que gana las elecciones casi nunca acaba gobernando.

“Es un pacto de perdedores”, dijo amargamente Ángel Víctor Torres cuando se anunció el acuerdo de gobierno entre Coalición, PP, Agrupación Gomera y Agrupación Herreña. Una frase que se volvería en su contra cuando el 23 de junio de ese mismo año Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, hizo a su vez un “pacto de perdedores” para mandar a la oposición al Partido Popular, el ganador de las elecciones en número de diputados. Einstein no desarrolló la teoría de la relatividad escuchando las explicaciones de los políticos españoles, pero sin duda podría haberlo hecho.

En el Génesis, cuando terminó la pequeña llovizna conocida como Diluvio Universal, Dios le dijo a Noe señalando un arco iris: «Esa es la señal del pacto que tengo con toda vida en la tierra». A nivel económico, el año 2023 fue un arco iris. El primero en que tomó velocidad la recuperación real de los estragos causados por la crisis del coronavirus. La inédita decisión de varios gobiernos europeos, que encerraron a sus ciudadanos o limitaron la libre circulación y paralizaron sectores productivos, produjo un gigantesco desplome del PIB, lo que a su vez provocó que el Banco Central Europeo tuviera que poner en circulación casi tres billones de euros extraordinarios como salvavidas para las agonizantes economías de la zona euro. Y de paso, inevitablemente, generando una espantosa inflación que la invasión de Ucrania por parte de Rusia no hizo más que agudizar.

La crisis provocada por la pandemia dejó importantes secuelas que aún se hicieron sentir el pasado año. La desaparición del turismo produjo un desplome histórico en el PIB de Canarias que, junto a Baleares, fue de los territorios más afectados por la crisis. La renta per cápita se redujo en más de doce puntos y la riqueza regional cayó en Canarias en casi doce mil millones. Un batacazo de tal magnitud necesita tiempo para ser superado. Pero, pese a sus defectos estructurales, la economía de Canarias suele ser una de las primeras en griparse, pero es también una de las primeras en empezar la recuperación. En 2023, siguiendo la tendencia de recuperación del año anterior, las islas cerraron el ejercicio con un PIB –datos del ISTAC– que superó los 54.000 millones de euros corrientes. Una recuperación milagrosa basada los más de 16 millones de turistas que eligieron Canarias y que generaron una facturación de más de 20.000 millones de euros.

El año 2023 fue, además, el de la reactivación de la conocida como ruta de la muerte de la migración irregular africana: la de Canarias. El aumento de llegadas comenzó en julio de 2023 y supuso una ruptura de la tendencia descendente registrada a lo largo de años anteriores. Otro cambio trascendental fue el de los puntos de salida que se trasladaron desde Marruecos y Sáhara Occidental a zonas más alejadas, como Senegal o Gambia: viajes de hasta mil quinientos kilómetros y una semana de navegación que multiplican exponencialmente el número de víctimas. A finales de año más de treinta y nueve mil migrantes habían llegado a las islas, superando las cifras históricas del año 2006. El número de víctimas estimadas –las reales podrían ser muchas más– superaba el medio millar.

Una disputa añeja

Las raíces del actual conflicto abierto en las relaciones entre Madrid y Canarias se gestaron en esa crisis a causa de lo que en las islas se calificó como un absoluto desinterés mostrado por la administración del Estado ante el repunte del fenómeno migratorio. Algunos achacaron ese desentendimiento y falta de respuesta a la pérdida del Gobierno autonómico por parte de los socialistas. En noviembre, el nombramiento del ex presidente Angel Víctor Torres como ministro, contribuyó a mejorar la interlocución, pero tampoco ha dado soluciones concretas a los problemas asociados a la migración.

El año pasado en Canarias fue también, a efectos políticos, un hito porque por primera vez entró en el Parlamento regional una fuerza ultraconservadora, Vox. Un hecho coincidente con la desaparición de Podemos. Y probablemente, en ambos casos, ocurrido como un reflejo de la influencia de la política nacional. Ese mismo año las islas perdieron un referente histórico con el fallecimiento de Jerónimo Saavedra, el primer presidente de la Autonomía que lanzó el mensaje Canarias es posible.

También en este año se produjo un hecho relevante en un caso que ha cobrado en estos días plena actualidad. El Tribunal de Cuentas de Canarias archivó el llamado caso mascarillas que se abrió tras la pérdida de cuatro millones de euros pagados por un material sanitario que jamás se entregó. En 2020 el Servicio Canario de Salud (SCS) formalizó un contrato de emergencia con una empresa RR7 United, dedicada a la compraventa de vehículos, para la adquisición de un millón de mascarillas.

La mercantil había cobrado por anticipado cuatro millones de euros pero no llegó a entregar el material, sino uno falsificado. En lugar de finalizar la relación con dicha empresa, se modificó el contrato con ella para una segunda entrega que tampoco llegó a producirse.

El caso sigue abierto en la Fiscalía Europea y guarda similitud, comparte espacio temporal y viaja en paralelo, informativamente hablando, con la investigación judicial abierta sobre otras compras de material sanitario realizadas en las islas a empresarios vinculados al ministro Ábalos y su asesor Koldo García; el primero al borde de la imputación y el segundo, junto a otros cargos públicos, acusados ya formalmente de formar parte de una trama.

Facebook
Twitter
LinkedIn
COrreo-e
Imprimir

Patrocinador

Patrocinador

Patrocinador

Patrocinador

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad