La Europa imposible: guión documental

El escenario es Europa. Algunos protagonistas ya no están. Sus ideas y sus sueños, sí. Otros siguen. Sus ideas y sus sueños, también. El discurso de la injusticia es el que prevalece. Ahora ni siquiera vale tener papeles. Quiero fijar la mirada en dos momentos: el primero pretende mostrar la legitimidad de las reclamaciones de Canarias, mientras que la segunda mirada es al presente, cuando algunos Estados miembros de la UE prefieren poner en peligro la unidad de Europa

En homenaje a Adán Martín Menis

Primera mirada. Canarias reclama legítimamente una verdadera política común de inmigración, sobre todo en las etapas más difíciles de la crisis migratoria en las Islas, cuando la otra crisis, la económica, no había asomado la patita en Europa. En este caso no hubo acuerdo ni siquiera entre los españoles. Fue una puesta a prueba para los canarios, que demostraron con firmeza, también con dolor, su amplio sentido de la solidaridad humana. Y para el resto, que reveló lo peor de sí mismos, más allá de las palabras. La segunda mirada es al presente, con unos Estados miembros que prefieren poner en peligro la unidad de Europa y la propia concepción de Schengen, con tal de no afrontar la solidaridad que les toca ejercer.

En el norte de África hay medio millón de personas desplazadas en una situación desesperada. A la Isla de Lampedusa llegaron sólo 25.000 inmigrantes y todo el mundo se rasga las vestiduras. Ni entonces ni ahora hay muestras de querer entender los conflictos desde una óptica común. Canarias tuvo que afrontar el egoísmo nacional cuando reclamaba que el Estado español contribuyera al mantenimiento y la educación de los menores inmigrantes y se le respondía que no era competencia del Estado sino del Archipiélago. Y se le indicaba que el Gobierno de Canarias debía convencer a cada una de las Comunidades Autónomas españolas para que la ayudaran a repartir “a los chicos”. Lo dijo gente con nombre y apellido. Y con cargos públicos, electos y no electos. Y así, Europa no es posible.

Parte 1: La mirada de ayer

Agosto 2006: la crisis migratoria sangra en Canarias. El único compromiso que logra el Gobierno español en Bruselas es aumentar el número de barcos y aviones (¿de tres a cuatro?, ¿De uno a dos?) para impedir que los inmigrantes africanos sigan llegando. La vicepresidenta española, María Teresa Fernández de la Vega, consigue el reconocimiento de la UE de que el desembarco masivo de inmigrantes sin papeles en Canarias es un problema que incumbe a toda Europa, pero los compromisos de ayuda no se establecen. El comisario europeo de Libertad, Seguridad y Justicia, Franco Frattini, anuncia que pedirá a los Veinticinco más barcos y aviones para patrullar las costas africanas.

La ofensiva diplomática no da resultados. Sólo se consigue más Frontex, a pesar de que el propio Frattini (a quien veremos más adelante en la crisis de Lampedusa, pero como ministro italiano) constata que hay un consenso político de que se trata de un problema europeo y dice que un estado miembro no debería soportar una carga excesiva respecto a los demás sólo por su situación geográfica. El comisario estima que la muerte de inmigrantes en su intento por alcanzar el continente es una tragedia que la UE no se puede permitir.

Canarias desespera y da muestras de una solidaridad desconocida con el flujo de inmigrantes africanos que llegan a las islas, y que obligan al propio Rey a expresar la solidaridad de la Corona con todos los canarios e interesarse por cómo la población y administraciones de esta comunidad afrontan el fenómeno. En 2006, por primera vez, la inmigración ocupa el primer lugar de los problemas que los españoles consideran más importantes en España. El sentido común da la solución a través de tres patas: la diplomacia con los países emisores, el control de fronteras y la repatriación, en ese orden. ¿La cuarta pata sería “Hacer algo”?

Mientras tanto, el Gobierno de Canarias extrema su trabajo en todas las direcciones posibles: en Madrid, en Bruselas y ante los países emisores. El presidente del Gobierno de Canarias, Adán Martín, lleva una voz canaria emocionada hasta las lágrimas en una rueda de prensa celebrada en la Comisión Europea, tratando de conseguir comprensión y ayuda ante la situación extrema y en apoyo a los menores. Hasta roció de anécdotas su presencia en la capital belga, para despertar simpatías y hacerse entender. En el Parlamento Europeo, el presidente de Canarias reclama la solidaridad de Europa en la gestión de la crisis migratoria que vive con especial intensidad la costa canaria, pide más medios para la Agencia Europea de Control de Fronteras Exteriores (Frontex) y propone a los Veinticinco medidas para que los menores puedan recibir formación y regresar con sus familias.

“En lo que va de año, dice a oídos sordos, más de 26.000 personas, de ellos casi un millar de niños, se han arrojado a las costas canarias. La oleada migratoria que sufre Canarias no es la única que vive Europa, sí es la más dramática, por las miles de muertes que se están produciendo en aguas del Atlántico, que cifró en 3.000 desde principios de año. Uno de cada diez inmigrantes que inicia este viaje suicida muere antes de llegar a su destino”, afirma. Martín incide ante esas mentes cuadriculadas en que los territorios fronterizos de la UE están asumiendo una carga especial en la contención del fenómeno migratorio y requieren la solidaridad europea para gestionar sus consecuencias porque los medios humanos y materiales de que dispone Canarias se han mostrado insuficientes “y porque el destino final de la emigración es, en definitiva, el sueño europeo”.

El presidente canario ilustra la situación recordando que las islas han recibido hasta 1.000 inmigrantes en un solo día, desbroza el desbordamiento judicial y policial, la falta de espacio para centros y albergues: “Hubo periodos en los que se concentraban más de 10.000 inmigrantes en estos centros”. Martín pide a esos mismos oídos sordos un amplio plan de acción que abarque todas las fases de fenómeno migratorio. Así, reclamó cooperación con los países de origen y tránsito, medidas de seguridad y control y regular la inmigración legal. Reclama también incentivos fiscales a la inversión en los países de origen de inmigrantes para estimular el desarrollo económico, vincular la ayuda al desarrollo a la colaboración en la lucha contra la inmigración ilegal o dotar a los países emisores de los medios técnicos y financieros para controlar sus miles de kilómetros de costa. Las mismas actuaciones que pedía el sentido común.

Propone ante todo atajar las causas de la emigración y defiende negociar los acuerdos de readmisión y retorno de forma simultánea a una política creíble de inmigración legal, mediante el establecimiento de cupos y, por ello, considera factible aplicar el artículo 13 del llamado Acuerdo de Cotonú que da a la UE la base jurídica para solicitar la readmisión de los nacionales de los países firmantes del acuerdo que se encuentran en Europa en situación irregular. El presidente canario aborda la cuestión de los menores, a la luz de que han llegado en cayucos unos 900 menores de edad no acompañados. Recuerda que su gobierno está haciendo un enorme esfuerzo económico y logístico para ofrecerles unas buenas condiciones de vida, pero que la cantidad que acoge Canarias y la velocidad a la que llegan hace insostenible la situación. Reclama medidas inmediatas, como el impulso de las reunificaciones familiares: los 25 deben asumir solidariamente la responsabilidad de la acogida y tutela de los niños con los que no se pueda realizar la reunificación.

“Europa podría afrontar esta situación con mayor eficacia si se alcanzase un consenso entre los Estados sobre las medidas que hace falta acometer con urgencia y se dotase de los medios necesarios, incluidos los financieros”, dice Martín tras pedir a la Cámara el impulso político necesario para conjugar “responsabilidad, imaginación, firmeza y solidaridad en las medidas, que afirmen la esperanza y la convivencia”. Pero además, el 5 de septiembre de 2006, en una comparecencia en el Parlamento de Canarias, Adán Martín dice: “Defendemos un Pacto Europeo sobre Inmigración Irregular que contemple la coordinación y establecimiento de medidas conjuntas de toda la Unión para afrontar un problema que supera los límites estrictos de los Estados europeos. Y reclamamos que la UE contemple la ultraperiferia del Archipiélago de Canarias también en materia de inmigración irregular. Porque así como Europa ha reconocido que territorios alejados y fragmentados necesitan de medidas que compensen esa desventaja con respecto a los territorios continentales en aspectos como el transporte o el comercio, no cabe duda de que la insularidad y la lejanía son los dos factores que convierten los efectos de la inmigración irregular en Canarias en un embalse a punto de reventar. Con independencia del drama humano que de por sí ya representa, sus efectos pueden ser devastadores para nuestros servicios públicos y nuestra economía, incluido el turismo”.

Qué le dijo Martín a las comunidades autónomas que protestaron contra el envío de inmigrantes desde Canarias. Una entrevista de Juan Manuel Pardellas lo deja claro: “Todo el mundo ha de ser consciente de que estos emigrantes llegan a España y a Europa por la puerta de Canarias. Dejarlos confinados en Canarias es imposible e indeseable. Si hemos de ejercer con firmeza nuestro carácter de frontera de Europa, también estamos obligados a ser el Pepito Grillo de África en España y en Europa, para que fragüen las múltiples acciones de cooperación internacional para encauzar este problema. Pero esa cooperación ha de comenzar dentro de España con los niños extranjeros. Si somos capaces de misiones pacificadoras en el exterior, también hemos de serlo de misiones acogedoras en el interior”.

¿Cómo va a convencer a las comunidades autónomas de que también asuman la tutela de centenares de menores?, pregunta Pardellas. La respuesta no se hace esperar y Martín dice que las propuestas que están avaladas por el sentido común terminan por abrirse paso. “Pero pocas veces en mi vida he tenido la certeza moral de que nuestra actitud es la correcta cuando trabajamos en los dos sentidos: para frenar y moderar y para integrar también lo más dignamente posible. Pero si no aceptan la petición hay que decir que esto es un problema de Estado, de todas las comunidades autónomas. Si no lo afronta el Estado con carácter proactivo y no defensivo, ¿para qué está el Estado?”

Y así, Europa no es posible.

Entreacto

Miles de viajes en avión, en primera, informes, carpetas, llamadas, convocatorias, órdenes del día, reuniones y acuerdos. Comisiones parlamentarias, consejos de Justicia, visitas de control para ver si se trataba bien a los inmigrantes que nadie quería. Miles de palabras vacías, en los diferentes foros institucionales, donde conviven ex ministros que dijeron que los menores eran un problema de Canarias, con diputados que no dudan en defender sus privilegios, en franca armonía.

Parte 2: la mirada de hoy

Abril 2011: En Roma, dirigentes franceses e italianos intentar serenar los ánimos y las relaciones entre los dos países, que están a la greña a causa de la crisis en Libia y Túnez y del flujo de inmigrantes de África del Norte. Unos 25.000 inmigrantes ilegales logran llegar a las costas italianas. Otros dejan la vida en el intento. Medio millón espera en el norte africano. Italia les concede permisos temporales de residencia, que les abren la puerta a veintitrés países del espacio Schengen. Francia quiere que otros países se unan a su intención de suspender temporalmente Schengen. El ministro de Exteriores italiano, el mismo comisario Franco Frattini de 2006, declara que la situación en la isla de Lampedusa es delicada e insostenible pero que en Italia existe un sentido de acogida y humanidad.

El Papa pide solidaridad mientras la policía del Vaticano expulsa a más de un centenar de familias gitanas que se habían alojado en los jardines tras su desalojo de un asentamiento ilegal. No los dejaron ni entrar a misa. Lampedusa es un pequeño territorio, sometido a una gran presión, que se ha convertido en el estandarte más visible de las dificultades de Roma para hacer frente a la situación. La Comisión Europea vuelve a dar la misma receta: reforzar la operación Hermes de la Agencia de Control de Fronteras (Frontex) en las inmediaciones de la isla.

El 7 de mayo de 2010, en Las Palmas de Gran Canaria, se aprobó el Memorándum de España, Francia, Portugal y las Regiones Ultraperiféricas, que bajo la denominación de Una visión renovada de la estrategia europea hacia la ultraperiferia recordaba que los incrementos de flujos migratorios, sobre todo irregulares, son también una nota característica de la mayor parte de las RUP. Además, “el reducido tamaño de las Regiones Ultraperiféricas multiplica los efectos de las presiones demográficas en diferentes ámbitos, como los presupuestos, infraestructuras y desplazamientos”. Esta cuestión es objeto de un estudio que estará listo en poco tiempo, pero visto lo que hay en Bruselas, poco se puede esperar del efecto de esas conclusiones. Y así, Europa no es posible.

El número de inmigrantes llegados a Canarias en 2010 caía un 99,6 por ciento con respecto a los primeros meses de 2009, según la Delegación del Gobierno en las Islas. Desde Canarias, superada en soledad la crisis de los inmigrantes y el drama de los menores, muchas de esas actuaciones propuestas se están llevando a cabo, con no pocos esfuerzos. A la inmigración a través de Canarias le puso un freno temporal la crisis económica, pero no la solidaridad ni la gestión de fronteras, ni un buen trabajo en los países emisores. El problema sigue latente. Y no se ha pedido responsabilidades a nadie.

Algún tímido avance puede abrir la puerta a cierta expectativa: ahora en Europa se ha decidido reasentar a un número limitado de personas de forma temporal en Rumania. Más tarde podrían desplazarse a Holanda y Bélgica y a Estados Unidos. Suecia podría sumarse a los países que expresaron interés en acoger a algunas de estas personas. En el resto de los ya Veintisiete las cosas van a peor y pocos tienen la categoría moral para denunciarlo con la mirada limpia de Adán Martín. La UE se ha permitido y se sigue permitiendo muchas tragedias.

Sin una verdadera política común de inmigración, Europa será imposible.

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