Muchos fotógrafos curtidos en los frentes de Libia, Siria, Afganistán, Congo o Yemen pidieron apoyo a RSF porque tenían más dificultades para hacer fotos en España que en zona de conflicto
La recuperación del pulso cívico tras las devastadoras consecuencias de la pandemia en todo el mundo ha supuesto un reto para todas las Organizaciones No Gubernamentales y para Reporteros Sin Fronteras España significó tener que redoblar el esfuerzo de atender el aumento de las demandas de apoyo al tiempo que la adaptación a las nuevas dinámicas de funcionamiento en remoto y con menores recursos y un redimensionamiento que permitiera algo tan elemental como cubrir los costes con los ingresos, mermados, claro.
Gracias a nuestros socios individuales e institucionales junto a nuestros donantes y patrocinadores logramos por primera vez en cinco años equilibrar los gastos a la vez que mejoramos nuestra eficacia y la eficiencia durante el mandato como presidente de Alfonso Armada.
Filomena y los coletazos de la pandemia dieron la bienvenida en 2021 a nuestros primeros cuatro huéspedes del III Programa de Acogida de Periodistas Latinoamericanos patrocinado por el Ayuntamiento de Madrid, cuya llegada en 2020 se demoró por razones sanitarias y fue completada en 2021 con la llegada de los otros cuatro reporteros de la IV edición.
Además de la evacuaciones urgentes de dos periodistas en riesgo para su vida y libertad, nuestra organización en pleno mes de agosto vivió un formidable despliegue para asistir a los y las periodistas de Afganistán que vieron sus sueños truncados con el regreso al poder de los talibanes.
Hasta un centenar de personas entre periodistas y familiares conviven con nosotros ahora y una gran parte del trabajo fue acometido con ímpetu y entusiasmo por nuestras jóvenes voluntarias y los becarios y becarias de nuestro programa de formación que debemos agradecer al cada vez mayor número de universidades públicas y privadas que como socios institucionales o mediante los convenios académicos nos brindan a estudiantes muy bien formados y con gran ilusión.
Desgraciadamente, algunos de estos aspectos positivos en las adversidades, tienen momentos muy duros para todos los que formamos el gremio de los periodistas. El asesinato en Burkina Faso de nuestros colegas David Beriain y Roberto Fraile por terroristas yihadistas cuando rodaban un documental sobre la formación de patrullas forestales supuso un enorme mazazo. David con su carisma personal y rigor en el trabajo, junto a Roberto, uno de los mejores cámaras en lugares de conflicto, nos han seguido brindado lecciones aún después de su muerte.
Es indescriptible la cantidad de muestras de amistad y solidaridad que despertó esa labor, bastante al margen de los canales habituales del Periodismo en España. A las muestras de respeto y admiración se sumaron las innumerables colaboraciones y apoyos recibidos para lograr una repatriación que al menos permitiera a sus familias vivir el duelo como todos deseamos.
Quienes intervinieron desde sus puestos; diplomáticos, militares, políticos y periodísticos nos demostraron que la talla humana y profesional que alcanzaron ambos era así reconocida y nos permite sostener que quienes en este oficio trabajan con rectitud encuentran aprecio y respeto.
Que una madre conmovida expusiera como fue su hijo de once años quien le invitó a ver a modo de despedida los documentales que dirigía David habla mucho del trabajo bien hecho y la capacidad para alcanzar esas audiencias que tan fatalistamente consideramos enajenadas en el Periodismo actual, sin reparar en que los contenidos y el canal empleado mutan y se transforman exactamente igual que la sociedad a la que debemos servir.
Y es en este ámbito como una generosa donación de Rosaura Romero, la viuda de David, nos permitió con esos equipos de seguridad facilitar chalecos y cascos a periodistas en Ucrania y sobre todo contribuir a mejorar su protección y, aún más, a nuestra labor de concienciar sobre la importancia de trabajar en la seguridad de aquellos que acuden a los lugares más peligrosos para hacer nuestro trabajo. Y lograr nuevas donaciones de equipos.
Los retos de 2021 han puesto a prueba el Periodismo que, a veces, contemplamos como un moribundo que no termina de expirar.
Precariedad y vulnerabilidad son un permanente recuerdo de la necesidad de contar con organizaciones de defensa de la libertad de prensa que contribuyan a aminorar estes indeseados efectos, pero sin olvidar que una de las mejores fórmulas es recuperar ese respeto y aprecio por el rigor minucioso y la ética profesional irreprochable. Algo que diría es muy Davidiano.
Reporteros Sin Fronteras asume como uno de sus objetivos más importantes una recuperación del prestigio de la labor del periodista que suponga contar con la necesaria credibilidad para atajar los bulos y la desinformación que la digitalización han incrementado exponencialmente, como hemos comprobado con la pandemia y seguimos observando como elemento de crecimiento político frente a nuestro convencimiento que sólo un debate basado en los hechos reales contribuye a la formación de una opinión pública informada en una sociedad democrática.
Es así que somos muy conscientes de que aumentan quienes no confían como nosotros en una democracia basada en el libre intercambio de opiniones, si, pero basadas en hechos y datos.
Y es ahí donde el trabajo de los reporteros debe recobrar su valor. Todos los totalitaristas se caracterizan por el desprecio a la verdad factual, esa que les impide que sean tomados en serio por ciudadanos bien informados.
Todas las veces que nos formulan la pregunta del motivo por el que los países nórdicos copan siempre los primeros puestos en nuestros índices mundiales de libertad de prensa e información la respuesta es muy sencilla: son sociedades donde se aprecia la prensa y se financia con la compra de los periódicos su funcionamiento para garantizar la imprescindible independencia.
Somos conscientes de cómo los operadores políticos y otros emplean las redes sociales para desinformar, y la intoxicación es más efectiva cuanta más discordia genera, nada nuevo. Siempre ha sido así. Somos y éramos humanos. La diferencia es que la velocidad a la que circula y el descrédito de la prensa, o mejor dicho de los medios de comunicación, les otorga más ventajas a los vendedores de crecepelo, tan bien retratados desde siempre por los cartoonistas.
Es una de las apuestas de Reporteros Sin Fronteras contribuir a redefinir un ecosistema mediático fiable y ético mediante las propuestas de certificación con códigos de calidad que avalen el trabajo de los medios, pero sin credibilidad y honestidad será difícil cumplir con el compromiso de los periodistas con la sociedad.
Tradicionalmente Reporteros Sin Fronteras ha volcado su trabajo y esfuerzo en defender a los periodistas de las amenazas a su libertad e integridad física frente a los totalitarismos y criminales que segaban la vida de los reporteros.
Ahora, tristemente, también nos toca defendernos de nosotros mismos.