Aprendiendo a mirar

Es imprescindible aprender a percibir la realidad de otra manera para conocer la existencia de graves realidades de exclusión

En el momento de escribir unas palabras para este anuario, tengo la satisfacción compartir una importante celebración para la entidad: este año 2022 Cáritas Diocesana de Tenerife (CDT) y la Confederación de Cáritas Española (CCE) cumplimos 70 y 75 años de nuestra fundación, respectivamente. Un aniversario que nos recuerda nuestra presencia a lo largo de la historia contemporánea junto a los hermanos más necesitados, heridos por todo tipo de situaciones injustas. Un testimonio perceptible del amor de la Iglesia al pueblo que sufre.

Desde sus inicios a finales de los años 40, momento en que se empezó a organizar la distribución de la ayuda social americana, hasta nuestros días, se ha avanzado hacia el desarrollo de procesos con una vocación de acogida, acompañamiento, inserción y promoción de la persona. Al ser Cáritas la misma comunidad cristiana que acoge al hermano caído, en este trabajo han participado varias generaciones y miles de personas. Todo nuestro reconocimiento y agradecimiento al voluntariado, personal laboral, socios, donantes e incontables colaboradores que, con su valiosa aportación personal, han hecho realidad esta gran misión de amor.

Desde estos sólidos cimientos y con la gratitud de sentirme parte de esta hermosa historia de generosidad, propongo ampliar la mirada, para poder ver tantas necesidades que claman en nuestros días y permanecen ocultas. Es imprescindible aprender a mirar de otra manera para conocer la existencia de graves realidades de exclusión. Mirarlas hará que sean visibles y logren calar en el corazón de la sociedad. Así se iniciará un proceso real de acompañamiento que los recupere de las periferias y los integre.

Pondré el foco en aquellos que viven en los márgenes. Personas sin recursos que habitan en un espacio público o a la intemperie, duermen en un refugio nocturno o habitan en viviendas inseguras o inadecuadas sin poder pagar un alquiler. Personas que sobreviven en estructuras temporales y no convencionales o en alojamientos impropios para cubrir necesidades básicas. Personas que pertenecen a sectores sociales marginados, que, con frecuencia sufren además adicciones, enfermedades mentales o ambas, o que hablan otro idioma y vagan por una tierra extraña.

Hablo de ciudadanos en situación de exclusión extrema, un perfil al que CDT considera una prioridad, y sobre el que realiza un seguimiento y diagnóstico minucioso. Se trata, como nos dice el Papa Francisco de “mirar al hermano caído, ponernos delante de una persona que está rota, que no halla su lugar, acogerla, abrir para ella caminos de restauración, de modo que pueda encontrarse a sí misma, siendo capaz, a pesar de sus limitaciones y las nuestras, de buscar su sitio y de abrirse a los demás y a Dios”.

1.- LA ACCIÓN SOCIAL DE CÁRITAS EN EL AÑO 2021

Al despedir el año 2020, confiábamos esperanzados en la salida de la pandemia con la llegada de las vacunas y la recuperación económica, pero nuestras expectativas se vieron empañadas con 2021 que llegó cargado de nuevos desafíos. Lejos de ser un año de transición, las situaciones de exclusión se vieron agravadas con dificultades inesperadas, como la erupción en la Isla de La Palma, las secuelas de la pandemia y la oscuridad de la guerra de Ucrania en el horizonte.

En Cáritas tuvimos que reconducirnos para responder a otra dramática realidad con situaciones nuevas y padecimientos inéditos. Hemos colaborado humildemente con las administraciones que, tantas veces se han visto sobrepasadas para dar respuestas adecuadas a las personas en necesidad. Los datos de laacción social global desarrollada por CDT en el 2021 muestran que el número de atenciones siguió creciendo, y las cifras de nuestra Memoria anual, hablan de la gravedad de la situación y de la cronificación de unos datos que ya históricamente eran muy preocupantes.

Las personas sin hogar es el grupo que más nos preocupa. Hablamos de 2.738 personas solo en la isla de Tenerife en el año 2021. Personas con una edad media de 44,9 años, algunos menores y, con frecuencia, en familias monoparentales. Aunque aún minoritarias, el 20% son mujeres, lo que implica doble exclusión, al exponerse además a situaciones de violencia, discriminación e inseguridad que los varones no sufren. El 35.6% son de origen extranjero; migrantes sin redes familiares o sociales, con barreras idiomáticas, en situación administrativa irregular, literalmente “fuera del sistema”. Otros agravantes son la edad: los mayores de 65 años con escasas posibilidades de ayudas o acceso al mercado laboral y los que sufren adicciones y/o enfermedades mentales.

Con esta radiografía social fija ante nuestros ojos, seguimos estando presentes poniendo a disposición de la sociedad proyectos y recursos, tanto personales como de infraestructuras. Contamos con siete recursos alojativos, el gran trabajo de acompañamiento y diagnóstico de las Unidades Móviles de Atención en Calle (UMAC), el trabajo de prevención del sinhogarismo que realiza nuestro Proyecto Base 25 y la atención para la desintoxicación y deshabituación alcohólica que realiza el Proyecto Drago.

Por otro lado, sigue siendo muy preocupante el deterioro del mercado laboral con mayor precariedad en los sueldos y peores condiciones laborales, algo que viene infiltrándose desde crisis anteriores. La situación es tal que ya contamos con un porcentaje importante de “trabajadores pobres”, con sueldos que no permiten acceder a la vivienda, alimentación y educación dignas, requiriendo ayudas casi de forma permanente.

Para Cáritas, el acceso al trabajo constituye el eje esencial sobre el que pivota la integración de una persona y su familia, así como el acceso a sus derechos sociales. Por eso trabajamos para el acceso al empleo digno mediante itinerarios de inserción laboral que permiten diagnosticar y acompañar la situación concreta de cada persona. De este compromiso nacen proyectos de empleo como “Barrios por el Empleo, Juntos más Fuertes” y el “Proyecto de empleo Mila”. En esta área en el 2021 logramos datos esperanzadores: dar formación al 50% de los atendidos y casi un 30% de inserciones laborales.

Además, este año ha traído la dramática sorpresa de La Palma. Sorpresa no solo por lo extraordinario del suceso natural, sino por el importante daño infringido en toda la isla. Un gran volumen de personas y familias afectadas, un triste conjunto de historias y recuerdos perdidos. Desde el primer momento colaboramos en la emergencia, atendiendo las necesidades básicas, alojativas, de equipamiento, acompañamiento; adaptando y poniendo al servicio de las familias las viviendas que nos fueron cedidas por la diócesis. Se creó un gabinete de crisis para estar alerta a nuevas necesidades, incorporamos la experiencia de Caritas Española en la actuación en emergencias y actualmente seguimos ateniendo necesidades que persisten en el medio y largo plazo.

2.- LOS RETOS DE NUESTRO TIEMPO:

Esta sucesión de acontecimientos excepcionales que, golpeando nuestra economía, han aumentado la vulnerabilidad, nos obligan también a dirigir la mirada hacia retos de cambio que pueden suponer una oportunidad. Quiero plantear algunos relevantes.

Crear EMPLEO DECENTE: Como punto clave, potenciar un mercado de trabajo y un modelo productivo que garanticen el derecho al trabajo y que favorezcan condiciones dignas.

Provisión de VIVIENDA DIGNA: Tener un techo, conseguir una casa, vivir en un hogar, es un derecho fundamental para el ser humano. Trabajemos para que este punto de partida crucial deje de ser algo inalcanzable.

Reducir la BRECHA DIGITAL. Todas las mejoras llegadas con la digitalización también son causa de exclusión para los que no logran acceso a esos recursos. Busquemos formas de reducir esa carencia para que nadie quede fuera.

Abordaje de la SALUD MENTAL. Un problemaagravado por la pandemia y la creciente presencia de la patología dual. Necesitamos una especial atención y coordinación por todos los sectores implicados.

Políticas de solidaridad para la POBLACION MIGRANTE. Este grupo golpeado y segregado, ocupa los niveles sociales más desfavorecidos de la exclusión social por lo que necesita un cuidado específico para garantizar su acceso a derechos básicos.

Consolidar un sistema de garantía de RENTAS. El IMV debe seguir mejorando en términos de cobertura, de manera que constituya un sostén económico efectivo para algunas familias que precisan este tipo de protección.

CONCLUSIÓN

Aunque esta fotografía pudiera parecer descorazonadora, lejos de desanimarnos, nos impulsa a trabajar más y mejor, a reorientar nuestros proyectos y a demandar una colaboración seria a las administraciones, empresas y particulares, con sus diferentes niveles de responsabilidad. Animamos a cada uno personalmente, a la ciudadanía a compartir y colaborar de manera que construyamos una comunidad donde nadie quede excluido. Si verdaderamente miramos con el corazón, veremos dónde y cómo podemos ser necesarios y útiles. En una comunidad todos somos imprescindibles.

Concluyo con las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado para el Consejo General de Cáritas el pasado 5 de septiembre con motivo del 75 Aniversario, palabras de especial relevancia que nos muestran cómo ha de ser nuestra mirada: “Mirar al hermano que está caído, sin olvidar que el único momento que nos es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudarlo a levantarse, después nunca más”

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