No es sencillo hacer balance de lo que nos ha tocado vivir a los canarios y canarias durante estos últimos años, por eso, considero que, ante las adversidades, es más necesario que nunca contar con análisis certeros y con hojas de ruta que fijen el camino por el que debemos transitar para alcanzar la Canarias que queremos.
El objetivo en materia ambiental es claro y de sentido común: aprovechar los recursos naturales de la forma eficiente y con el menor impacto posible, para poder transformar la realidad de las islas aumentando la protección de nuestra biodiversidad y apostando por la lucha contra el cambio climático como eje transversal.
Canarias no podía seguir viviendo de espaldas a la realidad, manteniendo un sistema energético contaminante e ineficaz, ya que dispone de sol y viento para el abastecimiento con energías renovables. Es por ello que, tras un importante trabajo previo, durante 2021 han culminado las ocho estrategias que conforman el Plan de Transición Energética de Canarias, un documento de vital relevancia que acaba con los desajustes y la obsolescencia de las planificaciones anteriores, caducadas desde 2015.
En muy poco tiempo se han obtenido resultados esperanzadores que demuestran que otra Canarias es posible. Un ejemplo de ello es la potencia fotovoltaica instalada para el autoconsumo, que en el período entre 2019 y 2021 se cuadriplicó, pasando de 186 instalaciones a más de 2.000. Este no es un hecho aislado, puesto que la energía eólica también ha crecido de forma notable, pasando de 1.138 GWh a 1.308 en el mismo período, es decir, un crecimiento que roza el 16%.
Otro dato que quizás resulta aún más gráfico es que Canarias ha llegado a alcanzar casi el 20% de contribución energética a través de fuentes renovables en el 2021, mientras que, en el 2017, apenas llegaba al 8%. A pesar de ello, es necesario decir que estos son solo los primeros pasos, ya que desgraciadamente en nuestra tierra está prácticamente todo por hacer en esta materia, y así lo demuestra el hecho de que hasta ahora nunca se hayan explorado las posibilidades que puede ofrecer la geotermia.
Quiero enfatizar que la transición energética en Canarias urge, pero no a cualquier precio ni en cualquier circunstancia. Por ello, junto a todas las medidas técnicas y decisiones políticas, también se está desarrollando la Estrategia de Transición Justa, encargada a las dos universidades públicas canarias, que garantizará que las personas más vulnerables tengan acceso a este nuevo sistema.
En este mismo sentido, se ha creado la red de Oficinas Verdes de Canarias destinada a poner a disposición de la ciudadanía toda la información y el asesoramiento necesario, de manera de que pueda involucrarse en el movimiento, ya imparable, de la transición ecológica.
No puedo dejar de referirme a otro asunto sensible como es la gestión de residuos, ausente en muchos lugares, ineficiente en otros y con falta de planificación en todos, desde hace 16 años. Por eso, el año 2021 ha sido clave gracias a la aprobación del Plan Integral de Residuos de Canarias (PIRCAN), que nos permite cumplir con Europa y con España, y, sobre todo, acabar con prácticas impropias que nada tienen que ver con la Canarias que soñamos.
Entre los hitos de 2021 valoro especialmente el hecho de que los 88 municipios de Canarias se hayan adherido al Pacto de las Alcaldía por el Clima y la Energía, obteniendo así el respaldo de todos los ayuntamientos a este acuerdo europeo por el que se reconoce la urgencia de luchar contra el cambio climático con medidas concretas y partiendo desde lo local.
Igualmente, relevante es el ecosistema legislativo que se está gestando y que vertebrará la realidad de nuestra tierra con las leyes como las de Cambio Climático, Biodiversidad y Economía Circular, cuyo trámite avanza, y que marcará un antes y un después, no solo en Canarias, sino en el conjunto de nuestro país y de Europa, debido a su amplitud y a los retos que persigue.
Ese buen hacer en la planificación ha obtenido el rápido respaldo de España y de Europa con una lluvia de fondos que no ha hecho sino crecer, como es el caso de las ayudas para la movilidad, que tuvieron que ampliarse, pasando de 15,8 millones a más de 29; o los fondos para transición energética, que han recibido un impulso de 350 millones de euros adicionales, por parte del Ministerio de Transición Ecológica, hasta alcanzar los 466 millones.
También se ha avanzado en la presa de Chira y en el desmantelamiento de la Refinería de Santa Cruz de Tenerife, donde ha habido una ejecución presupuestaria superior al 96%. Aunque estos son temas en los que no puedo entrar a dar cuenta como quisiera por falta de espacio, hay uno que no puedo omitir, ya que es nuestra prioridad entre las prioridades: La Palma.
Cuando la tierra se abrió aquella tarde de septiembre supimos que habría que multiplicar las horas de trabajo para poner fin cuanto antes a la tragedia que empezaba. Inmediatamente se movilizaron todos los recursos económicos y técnicos para instalar desaladoras portátiles que salvaran las plantaciones de la zona afectadas y, una vez que la lava cesó y se pudo determinar con seguridad el terreno afectado, se inició un ingente trabajo para facilitar la ordenación territorial que permitirá la reconstrucción, salvaguardando el sentir y los deseos de los vecinos y vecinas.
Nadie contaba ni con un virus, ni con un volcán, pero en 2021 se ha avanzado como nunca antes en la transición ecológica y energética de Canarias, algo que está cristalizando en 2022, para que en 2023 sea una realidad y en 2030 cambie nuestras vidas.