Aunque la erupción acaparó buena parte de la información, la científica también han sucedido muchas otras cosas dignas de mención
Aquel 19 de septiembre, durante un instante, se nos paró el corazón. Seguro que todos sabemos qué estábamos haciendo aquel día a las 15:10 h. Comenzaba en ese momento una erupción que se esperaba con emoción, de manera inminente, con nerviosismo. Pronto, esa emoción se tornó en horror al contemplar con nuestros propios ojos el poder de la lava ladera abajo. Quizás la culpa de esa emoción ansiosa por ver al volcán la tenga la caprichosa memoria humana, y las imágenes de las dos últimas erupciones históricas de las Islas. La primera, la del Teneguía en 1971, una erupción que algunos apellidaron “tranquila”. Erupción ocurrida en un lugar deshabitado, con las coladas fluyendo hacia el mar entre un territorio libre de obstáculos. Recordamos las imágenes en blanco y negro del NODO donde se observan a los lugareños disfrutando del espectáculo. Más recientemente, en 2011, la erupción submarina de El Hierro, donde solo se pudo observar una mancha marina verde y la aparición de unas misteriosas piedras náufragas que pronto llamaron Restingolitas. Después de estas dos experiencias inocuas, excepto para el turismo de la isla del meridiano, el termino de la erupción tranquila continuó condicionando nuestra percepción sobre los peligros volcánicos. Ahora, después de la catástrofe de La Palma, nunca más se volverá a utilizar este calificativo.
La erupción de La Palma fue una de las más estudiada y monitorizada de la historia de la volcanología. Cientos de científicos llegados de decenas de centros de investigación, volcaron su conocimiento en la isla, una actividad que continuará generando resultados científicos durante años. Ahora, los vulcanólogos conocen mejor el interior de las islas, cómo evolucionan y cómo se desarrollarán las seguras futuras erupciones. Aunque la erupción de La Palma ha acaparado buena parte de la información de este año, la científica también, han sucedido en las Islas otras muchas cosas dignas de su mención y recuerdo en este anuario.
El año de la Calima
Cielos rojizos o de color lechoso, afecciones respiratorias, aumento de ingresos en urgencias, ventanas cerradas… estos son algunos de los efectos a los que estamos familiarizados en Canarias cuando llega la Calima. Este polvo del limo de los lechos de ríos secos situados en el norte de África vuela con facilidad. Los granos son tan pequeños que una ligera brisa puede levantarlos al vuelo. Cuando ese viento es mayor y pone rumbo al Este, el polvo en suspensión, ahora Calima, deja caer su pluma arenosa sobre Canarias. La Calima no es solo polvo, no es solo lo que se ve. A bordo de esos granitos de polvo viajan indeseables polizones. Los trabajos de Cristina González, investigadora del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, María López Pérez de la Universidad de La Laguna e Inmaculada Menéndez de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, entre otros, han ido desentrañando durante este tiempo el misterio de los habitantes de este polvo. Bacterias, pólenes, virus, hongos y hasta partículas radiactivas viajan sobre la calima provocando varias patologías que los científicos canarios ya están investigando. Pero no todo son malas noticias. La Calima es un gran fertilizante de la tierra y los océanos, sin ir mas lejos, es uno de los mayores aportadores de nutrientes del Amazonas.
Un año de mucha Astrofísica
Durante este año Canarias ha continuado aprovechando su potencial en el campo de la Astrofísica. El músculo del Instituto de Astrofísica de Canarias y la calidad de sus dos observatorios, han dado sus resultados. Cabe destacar los trabajos de sus investigadores con el espectrógrafo ESPRESSO, la observación de los enigmáticos vientos ionizados de los cuásar o sus aportaciones sobre el campo magnético solar. Un año más también se han descubierto desde las islas nuevos planetas, es el caso del hallazgo en septiembre de este año de cinco exoplanetas en un mismo sistema. Los enigmáticos agujeros negros también tuvieron su protagonismo, ya que durante este año un equipo científico del mismo centro observó un tipo de emisión inusual en una muestra de galaxias locales que podría indicar la presencia de agujeros negros de masa intermedia. Los talleres de mecánica y electrónica tampoco pararon. En abril se presentó un nuevo “cazador de Planetas”. El instrumento NIRPS, desarrollado con participación del IAC, está ya escudriñando el universo desde el telescopio de 3,6 metros instalado en el observatorio Europeo Austral en Chile. Sin salir del ámbito espacial cabe destacar el papel que está jugando la isla de Lanzarote en la simulación de las condiciones geológicas que se dan en otros planetas del Sistema Solar. Que ciertas zonas parecen territorios marcianos no es una metáfora, es tan cercano a la realidad que la Agencia Europea del Espacio (ESA) con la colaboración del Centro de Astrobiología de Madrid, entrenan a futuros astronautas en esta isla para que se puedan desenvolver en otros confines del Sistema Solar, con la mirada puesta en La Luna y Marte.
Y mientras, en el océano…
Como se ha repetido hasta la saciedad, la capacidad científica de Canarias gira entorno al cielo, el mar y la tierra, pues tiene condiciones inigualables para desarrollar trabajos de investigación. Es el caso de los océanos. Además de la diversidad biológica que rodea nuestras islas, las características oceanográficas de Canarias posibilitan que estas sean un laboratorio ideal para trabajos relacionados con, por ejemplo, el cambio climático. Fruto de este interés surgen las investigaciones de la Plataforma Oceanográfica de Canarias. Uno de ellos se puede ver en el muelle de Las Palmas, pues esa pirámide amarilla y blanca no es otra cosa que el prototipo de un aerogenerador flotante marino, que se encuentra fondeado para realizar sus pruebas técnicas. Pero no todos sus proyectos son tan aparatosos, ya que decenas de pequeñas embarcaciones autónomas, algunas submarinas, surcan ya los océanos con tecnología canaria adelantando una revolución similar a la que el mundo de los drones llevó al ámbito aéreo.
El estudio de los cetáceos que habitan Canarias ha merecido interesantes resultados científicos de la mano de los investigadores de las dos universidades públicas canarias, así como los estudios que se están realizando sobre la colonización de organismos en los nuevos territorios ganados al mar en La Palma. Es una ocasión única para observar in situ cómo la naturaleza comienza a conquistar un nuevo territorio virgen.
Nuestra biodiversidad en riesgo
Tenemos una naturaleza envidiable, somos un punto caliente de biodiversidad, con un número de especies endémicas envidia de muchos lugares del mundo, sin embargo, en ocasiones, actuamos como si nos molestara. Al lento pero implacable paso del cambio climático se une nuestro desdén y desinterés por problemas medioambientales que los científicos no paran de señalarnos. Los gatos asilvestrados echan por tierra los intentos por reintroducción del lagarto gigante de El Hierro, una serpiente introducida está mermando la población del lagarto gigante de Gran Canaria, los conejos y el muflón impiden la renovación generacional de la Retama del Teide, abocándola a su extinción. Los ecosistemas costeros son atacados por proyectos turísticos megalómanos insostenibles, las aves reducen sus poblaciones víctimas de venenos y deslumbramientos urbanos y las ballenas tienen que vivir sorteando embarcaciones. Plagas que atacan a nuestros cultivos y zonas boscosas son solo un ejemplo de que, si bien somos un territorio afortunado por su naturaleza, esta es muy sensible a las interacciones humanas, como la de introducir especies invasoras.