La aventura de contar

‘El delator’ de Juan Manuel García Ramos sacudió el mundillo literario local el mismo año que Santa Cruz de Tenerife saldaba una deuda pendiente con Domingo Pérez Minik, al que dedicó una calle

La aventura de escribir sigue muy viva entre nosotros. La edición digital y la autoedición han permitido a muchos autores dar a conocer sus obras. Un escenario impensable hace años, cuando eran las editoriales la que arriesgaban el dinero con solo unos elegidos.

No hay semana que no se presenten varios libros en Canarias, publicaciones que intentan hacerse un hueco entre los gigantes que todos conocemos y que buscan meternos por los ojos el último lanzamiento. El mismo esquema que se repite con el cine o la música, por poner los dos ejemplos más cercanos.

En el Congreso de Librerías celebrado en Madrid en junio de 2022 se contaba que solo el 0,1% de los libros editados en España logra superar los 3.000 ejemplares de venta y que el 86% de los títulos no pasa de los 50 ejemplares despachados.

La digitalización ha llegado para quedarse. Seguramente a usted le habrá ocurrido lo siguiente. Va a la librería de confianza y rebuscando en los estantes no encuentra determinada obra. Pregunta al librero, que mirando en el ordenador le informa que en cuestión de días ya podría tener el título. “¿Se lo pido?”, pregunta solícito. Y en cuestión de días, efectivamente, recibe un mensaje para pasar por la tienda a recoger el libro en cuestión.

Usted seguramente será ignorante de que el ejemplar que cae a sus manos fue impreso tras cursar el librero la petición. Es una gran fórmula para no perder dinero. Y sino que se lo pregunten a los vendedores de coches. Cuando usted se decide por un determinado modelo, igual está seis meses esperando por él, que es tiempo que se tarda en fabricar el vehículo y enviarlo en barco desde Japón o Corea.

Hace poco Ian Gibson lamentaba lo difícil que era publicar en la actualidad. El hispanista añoraba los años en los que Planeta le adelantaba un dinero para acometer determinada biografía. Lamentaba que ahora, si quería publicar, tenía que ir a partes iguales. Y es que en esto las editoriales son como los bancos, que nunca pierden.

Por eso es de agradecer que se pueda acceder a la autoedición y que Amazon ponga en tus manos un ejemplar a algo más de tres euros. Y puedes imprimir uno o veinte. Cuando llegue ese ejemplar a tus manos verás que ha sido impreso en Polonia y que la calidad del producto final en nada tiene que envidiar a otras casas con más tradición.

La mayoría de esos 30 ejemplares que se venderán de tu libro, de los cientos y cientos de títulos que verán la luz al mismo tiempo que el tuyo, serán comprados en una o dos presentaciones que tendrás que organizar. Familiares, amigos y compañeros de trabajo serán los compradores de la novela. Es el signo de los tiempos.

El que firma la obra acabará dándose cuenta de que pasados unos días el libro cae en el olvido, en el anonimato entre esos cientos de títulos que ven la luz todas las semanas en España. Y eso por más honesta que haya sido la apuesta, buscando la originalidad en el tema o incluso no cayendo en el gran pecado de estos tiempos: la autoficción, el refugio de los que no tienen una historia que contar y que nos aburren cotándonos su vida.

Digna de aplauso sin duda esta labor de creación, que se lleva a cabo en la mayor de las soledades.

Pérez Minik

En Tenerife, el año 2021 acabó con un momento largamente esperando. El alcalde José Manuel Bermúdez presidía el acto de descubrimiento de la placa por el que la calle del Perdón, en el barrio de Salamanca de Santa Cruz de Tenerife, llevaría a partir de entonces el nombre de Domingo Pérez Minik, dramaturgo, ensayista, estudioso y crítico cultural, nacido y realizado profesionalmente en la capital.

El periodista y escritor Juan Cruz Ruiz, como miembro del Observatorio Cultural Domingo Pérez Minik, cerró el acto aportando muchos aspectos de la vida personal y literaria del homenajeado. El periodista y escritor portuense, gran valedor de la figura Pérez Minik, glosó como solo él saber hacerlo esta figura de las letras canarias del siglo XX.

Y esto ocurrió el año el que vio la luz ‘El delator’ (Mercurio), de Juan Manuel García Ramos. La obra animó el casi siempre aburrido y endogámico panorama cultural de estas islas.

En ‘El delator’ se narra una versión de los hechos que rodearon a la muerte y desaparición del poeta tinerfeño Domingo López Torres, acusándose veladamente a algunos de las firmas de la revista Gaceta de Arte. Fue muy interesante leer en la presa las críticas a la obra y la defensa que el propio autor tuvo que hacer de ella.

Otro nombre que sonó con fuerza en el panorama local fue el de Andrea Abreu, que siguió triunfando con su ‘Panza de burro’. La autora consiguió con su novela el XVI Premio Dulce Chacón de Narrativa Española que concede el Ayuntamiento de Zafra, prolongando así en 2021 el éxito cosechado el año anterior.

Pilar Torres fue finalista del Premio Nadal con ‘La llave del espejo’, una obra que no vería la luz hasta noviembre de 2022. La Fundación CajaCanarias anunció en noviembre el fallo de su Premio de Novela Benito Pérez Armas 2021, que en la trigésimo séptima edición fue para el escritor Saúl Cepeda Lezcano. El certamen sin duda ha remontado vuelo tras declararse desierto en 2017, por la baja calidad literaria de las obras presentadas ese año.

En esta ocasión, el jurado compuesto por Blanca Hernández Quintana, Rafael-José Díaz y Yolanda Arencibia Santana otorgó, entre más de 40 obras presentadas, el galardón al manuscrito titulado ‘Antropófago’, obra del escritor vasco afincado en Gran Canaria, Saúl Cepeda Lezcano.

‘Antropófago’ presenta la historia de Aníbal, un apático y despreocupado periodista gastronómico que recibe en Nueva York el encargo de localizar a Leonardo Salax, el enigmático cocinero alrededor de cuya persona ha surgido un exclusivo proselitismo de importantes figuras del mundo empresarial y financiero.

Por otra parte, más de 70 obras optaron al Premio de Poesía Pedro García Cabrera que, a juicio del jurado, compuesto por Sabas Martín, Rosario Valcárcel y Javier Cabrera, fue otorgado al volumen titulado ‘M.A.O. (Carta a un padre)’, obra del escritor grancanario Jorge Ortiz Robla.

La obra es un sincero homenaje al padre del autor fallecido repentinamente a finales del año 2020, a través de la construcción poética, con versos que establecen una manera de conversar con su ausencia, de comprender que la falta también crea un volumen inmaterial que se ha de ir rellenando con recuerdos, sensaciones y palabras. ‘M.A.O’, de este modo, supone una forma de asimilar que somos todo aquello que vamos dejando atrás, la memoria de los rostros que, como un lenguaje, puede anteponerse a la esperanza.

El año fue desgranando títulos. Les dejamos algunos: ‘Llevadme a ver el mar’ (Idea), de Jorge Fonte; ‘El último viaje del Valbanera’ (Bilenio), de Carlos González Sosa; ‘El oro de Mauritania’ (Oristán Ediciones), de Mariano Gambín;

‘Deja ver’, artículos de Caco Senante (Fundación Diario de Avisos); ‘99 madrugadas de alarma’ (Fundación Diario de Avisos), de Juan Carlos Mateu;

‘Historias de intramuros’, de Román Delgado; ‘El año en que no viajé a Buenos Aires’ (Ediciones Menguantes), de Saray Encinoso; ‘Las terribles historias’, de Cecilia Domínguez Luis; ‘El corazón de los pájaros’, de Elsa López; ‘Ciudadano Polanco. Los hechos de una vida’ (Debate), de Juan Cruz; ‘El sueño de Texas’ (Kolima Books), de Alberto Vázquez Figueroa; ‘Ñameland’ (Awwa Art), de Carlos Marrero Expósito; o ‘Si no hubiera mañana’ (Alrevés), de Alexis Ravelo.

Es muy posible que usted haya buscado alguno de estos títulos en su librería de confianza sin encontrarlo, porque ese es otro problema al que se enfrentan los aventureros de la pluma en esta tierra. Les pasa como a los futbolistas de la cantera, que el entrenador no los pone. Y lo mismo pasa con los medios, que difícilmente se interesarán por hablar de un autor o autora de aquí. Si usted ha nacido en Oslo o Valladolid la cosa cambia.

En el repaso encuentras títulos como ‘El Algoritmo’, de Rubén Pérez, una interesante novela de ciencia ficción; o ‘Bigas Luna. El gran fabulador’, de

Gonzalo Pavés. En el caso de este último, obra de uno de los más reputados historiadores del cine en España, pero increíblemente un desconocido para incluso gentes de Canarias interesadas en el séptimo arte. Es el signo de los tiempos.

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