Lo que teníamos que aprender de la pandemia se quedó en nada, seguimos transitando los mismos caminos, continuamos con las rutinas artísticas a medio gas
Hace poco leí en un artículo que hablaba de la vida, muy bien escrito, por cierto, que las personas con los años nos creamos con nuestros comportamientos o rutinas, surcos vitales que nos empeñamos en repetir una y otra vez. Reiteramos los mismos movimientos y, aunque sepamos que a veces la mejor opción es no seguir ahí sino innovar, cambiar para sorprender o sorprendernos, nos atrae el seguro hábito que supuestamente nos da tranquilidad, pasándonos la vida sin salir de este recorrido conocido.
Personalmente creo que esta teoría del surco se puede aplicar en la actualidad a las artes plásticas en Canarias. Recién salidos de la pandemia todos creímos en un futuro próximo mejor, lleno de ilusión en cuanto a las artes se refería. Teníamos la posibilidad de hacer tabla rasa generando nuevos medios de expresión, caminos más halagüeños que nos llevaran a inéditos rumbos, otras formas para difundir el arte contemporáneo sacándolo del espacio tradicional, de museos o centros de exposiciones, rozar con estas artes a nuevas generaciones, espacios creativos abiertos a todos los públicos que nos sacaran del “surco cultural” en el que llevamos años transitando. Sin embargo, hay más de lo mismo, repetimos las mismas conductas de tiempos pasados.
El 18 de octubre de 2021, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife nos sorprendió con la noticia, buena o mala dependiendo de cómo se mire, que la ciudad capitalina albergaría el segundo Museo Rodin más importante de Europa, y que sería el único museo del mundo fuera de París que contase con una réplica de Las puertas del infierno de este escultor francés. Además, para nuestra mayor alegría, el escenario escogido para albergar esta importante muestra no sería otro que el hasta ahora olvidado Parque Cultural Viera y Clavijo. Partiendo de esta premisa y vaya por delante que nos alegra muchísimo que se preste atención a este espacio cultural al tiempo que la rehabilitación del lugar corra en manos de un buen arquitecto, ¿qué significado tiene esta información?
A los que nos causa algunas dudas esta propuesta, nos preguntamos si no disponemos en Canarias de patrimonio cultural suficiente, tanto del pasado como contemporáneo para atraer a turistas si es esto únicamente lo que se busca, y si no es así, ¿realmente la solución para atraer a futuros visitantes, es montar una franquicia francesa? Y, sin caer en la demagogia, ¿no sería suficiente, con ese amplio presupuesto, poner de acuerdo a las diferentes entidades públicas y rehabilitar o gestionar mejor, contenidos y presupuestos de lo que ya se posee sin caer en intereses particulares, al tiempo que apostar por nuevas estrategias de propuestas o proyectos culturales más acordes a las pautas artísticas contemporáneas e invertir en educación de manera dinámica despertando la curiosidad para formar a las nuevas generaciones y que conozcan, entre otras cosas, quien fue Auguste Rodin? Y la mayor de mis dudas, una vez inaugurada la nueva sede francesa, ¿se podrá mantener con vida o será olvidada, dejada a su suerte, como sucede con otros grandes continentes sin contenidos que se ubican en distintos lugares del Archipiélago?
Es necesario recordar a los políticos o gestores y que repitan como un mantra, que el arte dignifica, emociona, genera sensaciones, despierta los sentidos, pero no soluciona problemas, si este es el único propósito.
Ajustándonos a esta realidad muchas novedades no se dieron cita en el pasado 21. Fotonoviembre en el TEA, la fundación Cristino de Vera, el Museo de Bellas Artes, el Círculo de Bellas Artes –de manera virtual pues continúa cerrado al público–, la fundación Mafre Guanarteme, el MUNA, el CAAM, La Regenta, las salas del Cabrera Pinto, Artizar, la Fundación CajaCanarias, Galería Manuel Ojeda, Bibli o museos y espacios varios entre otros, abrieron sus puertas al público poco a poco, activando sus anteriores agendas pre-pandémicas.
Fotonoviembrecelebró una nueva edición en el TEA, donde está adscrito desde el 2008, con la misión de posibilitar y difundir una amplia reflexión en torno a la imagen como medio de expresión, comunicación y participación cultural. De carácter bienal, la edición de fotografía del 2021 contó también con otras actividades en paralelo. Una serie de encuentros con autores, conservadores, comisarias y otras personas especializadas a los que se sumaron concursos, seminarios, talleres o visitas guiadas. Destacar entre otras, la muestra titulada Días Maravillosos, que abordó un posible relato fotográfico de la tardo-modernidad, de la mano de diferentes miradas.
La Fundación Cristino de Vera con Felo Monzónreunió diferentes obras del creador grancanario, primer Premio Canarias de Bellas Artes en 1984. Una muestra pictórica de distintas etapas del trabajo del pintor. En palabras de Aznárez, “ …un reflejo gráfico de sus inquietudes, avances y retrocesos; de sus vivencias, de sus gustos y de su marcha a través de la historia”.
La galería Artizar por su parte, que se sumó a los espacios abiertos desde un primer momento, además de las propuestas curatoriales digitales denominadas Hipervínculos, de la que hablamos en anteriores ocasiones o la visión personal de los bosques de Julio Blancas con Nadie que ría, se presentó con la muestra Exhalar y Engullir de Amparo Sard, que transformó las salas de La Laguna en un espacio orgánico y cavernoso de los que surgieron agujeros en el muro, transformando las paredes blancas de la galería.
De las distintas citas que componen el espacio del CAAM (Centro Atlántico de Arte Moderno), resaltar en San Antonio Abad, la exposición Lola Massieu / Miró Mainou. Homenaje 1921-2021, realizada al cumplirse un siglo del nacimiento de estas dos figuras del arte en Canarias, referentes imprescindibles en el relato de la creación contemporánea en las Islas. Además, la muestra virtual La Exposición ‘021’, dedicada íntegramente al net.art o arte digital. En el propio edificio de Las Palmas de Gran Canaria, José Martín, primera gran retrospectiva de este pintor, uno de los artistas más singulares y desconocidos de la segunda mitad del siglo XX en Canarias. Sin movernos de la isla, Trazas de Daniel Rietti, y en Tenerife, Junyer y Sandalinas, ambas en la fundación Mafre Guanarteme. Sumando las diferentes propuestas la Galería Manuel Ojeda en Las Palmas de Gran Canarias, inauguró la temporada con Performative tracesde la arista M. Lohrum y junto a esta destacaron entre otras exposiciones durante el 21, tal es el caso de El Roto de Andrés Rábago o Highway song de Richard Schur.
Y aunque el espacio y la limitación de palabras de este texto nos obligue a dejar otras muestras en el tintero, algunas de ellas interesantes, destacaremos de las realizadas en la galería Bibli, Dokoupil / Álamo. Sin desmerecer a ninguna otra propuesta, personalmente pienso que supuso todo un gusto para los sentidos. Dos artistas postconceptuales que se dieron cita en este espacio de Santa Cruz, en el que sumaron sin dejar de ser uno en esta exposición. El resultado de este tándem que a priori pudiese resultar sencillo no se hubiese conseguido si no existieran nexos comunes entre los creadores, uno comenzó la obra y el otro la ultimó. La intervención resultó sutil, respetuosa: “…pájaros, rinocerontes, flores y burbujas encontraron su espacio y como aves al atardecer se posaron en la fronda cromática¨.