El reconocimiento a Cristino de Vera ‘culmina’ un año desigual

El panorama artístico en Canarias en el año 2005 fue muy variado en lo referido a exposiciones, mucho más numerosas en Tenerife que en Las Palmas. Eso sí, entre los acontecimientos del año destaca la concesión del Premio Canarias de Bellas Artes al gran asceta de la pintura actual, al moderno Zurbarán que es Cristino de Vera. Y como consecuencia de ello llegó el mecenazgo de CajaCanarias, que está restaurando un antiguo edificio en La Laguna, que servirá de sede a la fundación que llevará el nombre del artista, el cual, generosamente, donará a Tenerife noventa de sus obras.

Una revisión de las actividades artísticas más importantes del año obliga a empezar por Tenerife, pues allí predominó la cantidad y la calidad. El Museo Municipal de Bellas Artes realizó importantes muestras de diverso signo como la de Pedro González, gran informalista antaño y, en la actualidad, extraordinario expresionista figurativo, con sus tres series: La bota, Icerse 2 y la dedicada a Santa Cruz de Tenerife, unas veces vista desde lo alto, con sus parques, sus jardines, la iglesia de La Concepción que parece ir a derrumbarse… La Tauromaquia de Goya fue otra de las muestras exhibidas, entre las que también destacó la muestra de Antonio Michelena, pintor venezolano del siglo XIX.

El Ayuntamiento y la Agrupación de Acuarelistas tinerfeños rindieron un homenaje al pintor palmero Siro Manuel, excelente acuarelista y publicista de cine afincado en Barcelona. Mientras, La Recova acogió dos exposiciones de Pepe Dámaso, Cometas y Dámaso en el Teide, esta última con técnica mixtas muy matéricas que evocaba al gran volcán en plena erupción de lava ardiente, o coronado por la nieve, o amenazado por gigantescas olas, que recuerdan la obra sobre este tema del grabador japonés Hokusai. Y destacó también la obra que exhibió en La Granja el belga Carlos de Haes, pintor afincado en España y que fue discípulo del retratista tinerfeño Luis de La Cruz. Allí también se expusieron los Núcleos de María Belén Morales, retrospectiva de la escultora, desde su etapa figurativa al informalismo de sus formas aéreas.

CajaCanarias apostó este año en su sede central por la gran exposición de fotos en blanco y negro del novelista mejicano Juan Rulfo, que nos descubre el México profundo y desconocido, de ruinas de templos, de iglesias coloniales, de campesinos indios con sus danzas… La entidad de ahorro también exhibió la muestra dedicada al gran poeta gomero Pedro García Cabrera en su centenario, en donde se reúnen una serie de obras paisajísticas de los siglos XIX y XX de artistas tinerfeños y canarios, que se relacionan con el ensayo del autor de El hombre ante el paisaje. Finalmente, en su centro de La Laguna, CajaCanarias ofertó una interesante muestra de Elizabeth Friend sobre plantas de formas fantásticas y poderoso cromatismo.

Otros centros destacados fueron el Casino de Santa Cruz, donde Juan Galarza expuso una serie de acuarelas de paisajes de Tenerife y La Graciosa con esa bella técnica que emplea muchas veces al mezclar los colores al agua con las ceras. Y en el Círculo de Amistad, la Agrupación de Acuarelistas homenajeó a Zoilo Rodríguez, que fue presidente de la misma hasta su fallecimiento y al que se puede considerar como su reorganizador. Y en cuanto a galerías particulares sobresale la actividad de Magda Lázaro, quien se caracteriza por la calidad de sus artistas y expuso obra de Manuel Bethencourt -un gran escultor que exhibió una pequeña retrospectiva que incluía una de sus obras maestras en bronce, Adán y Eve- y de Marta Chirino, hija del genial escultor tinerfeño y que mostró unos delicados dibujos a lapiz de flores y plantas, tomados del Jardín Botánico madrileño, ya que en su carrera se especializó en Botánica. Otra iniciativa privada destacable es la de Fondo de Arte, una galería que se dedica preferentemente a la acuarela, con muestras como la de Manolo Lezcano, con sus bellas marinas de Tenerife y Lanzarote, sus campesinas recogiendo la cebolla, en las que mezcla sus colores con pigmentos y arenas de Montaña Amarilla (La Graciosa). Maikol llevó a ese mismo escenario unos fondos marinos y sus acuarelas vanguardistas, mientras que Toba destacó con sus modernas acuarelas, en las que aparece una vegetación de palmeras mezcladas con relojes, candados, grifos o zapatos para formar bodegones muy personales. En esa línea, la galería Mácula presentó una interesante exposición de varios artistas, entre los que se contaban Zupo, con su bella coloración de grises; Martín Bethencourt, con sus actuales paisajes de casas viejas y favelas; Cedrés con unos bodegones plenos de colorido; o Victor Ruiz, con su paleta delicada y sus personajes geometriozantes.

En la Laguna, el Instituto Cabrera Pinto ofreció una gran muestra del modernista y simbolista de Anglada Camarasa, plena de color, con obras procedentes de su museo de Mallorca, en pequeño formato. Y otra gran muestra fue la de Herramientas para la paz de José Abad, con obras que iban del informalismo a la influencia de la escultura negra africana. También en la ciudad universitaria la nueva galería Murno expuso a Francisco Orihuela o Hugo Pitti, el gran fabulador, con bodegones de personajes cuyos rostros se convierten en frutas y hortalizas o con obras religiosas tratadas sin ajustarse a los moldes, como en esa La última cena a la que acuden veintidós comensales.

Sin abandonar La Laguna, la Sala Conca colgó una interesante exposición de Eve Zimmermann, artista alemana residente en Tenerife. Y en el Museo de Historia expuso Arminda del Castillo su Flora Cosmogóbica, con sus visiones de la vegetación de otros mundos, en una nueva técnica de latex sobre papeles plegados. Ya en Puerto de la Cruz, el Instituto de Estudios Hispánicos mostró sus fondos de pintura femenina en Venus en la Isla, con obra de artistas tan ilustres como Arminda del Castillo, Vicky Penfold, Maribel Nazco, María Belén Morales o joyas de Maud Westherdahl. Y también merecen citarse dos muestras del acuarelista Manolo Sánchez exhibidas en Radazul y el Club Náutico de Bajamar, que exhibió acuarelas de pescadores, playas o barcas realizadas hace más de 40 años en Canarias, Italia, Cuba o diversos lugares de la Península.

Fuera de las islas hay que destacar el nuevo éxito del escultor palmero Miguel Ángel Martín, que tras sus muestras en Alemania en el año 2004 realizó una exposición en la Casa de las Conchas de Salamanca, donde expuso su peculiar imaginería en bronce. Una de sus obras, Santa Agueda, fue adquirida por el Ayuntamiento de Leganés. Además, en Tenerife se publicaron tres libros notables relacionados con el arte: el del Socaem dedicado a Juan Guillermo, el pintor canario de la Escuela de Madrid; la reedición de Las Islas Canarias, de las hermanas Du Cane; y la Guía naif de costumbres canarias, que recoge los cuadros sobre el tema de la pintora Ángeles Violán, con comentarios de la artista y de Rafael Arozarena.

Parálisis en Gran Canaria

En Gran Canaria no se prodigaron las exposiciones interesantes. Destacan dos muestras en la Casa de Colón, las dedicadas a Nicolás Massieu -que recogía el legado del creador del paisaje del natural en Gran Canaria existente en el museo, con magníficos retratos como Mi madre- y al bodegón en las islas en los siglos XIX y XX, que se inicia con unas flores de Lorenzo Pastor, introductor de la acuarela en Tenerife. Mientras la Casa Museo Tomás Morales (Moya) ofreció una muy buena muestra del gran expresionista Armando Lorenzo, con sus personajes feos pero llenos de ternura y sus acuarelas de acusado erotismo. CajaCanarias inauguró una moderna sala en otoño, a la que llevó parte de la exposición fotográfica de Juan Rulfo y la muestra El mundo de los sueños, que no fue a Tenerife, con una escultura de Dalí, así como fotografías, dibujos y grabados de Miró, Man Ray, Duchamos o Chirino.

En Mapfre destacaron las Huellas de Maribel Nazco y los Signos escenográficos del Quijote de Eduardo Camacho, con dibujos a plumilla llenos de poesía y dinamismo. Y en la sede de Arucas se pudo ver una pequeña antológica de Juan Guillermo, grancanario perteneciente a la Escuela de Madrid. A nivel oficial, el CICCA organizó una gran exposición, Diálogo a tres: el legado Massieu. Menos halagos merece el CAAM, pues, salvo la exposición que venía de Tenerife de los Westerdahl y Las mil y una noches de José María Sicilia, toda su actividad se reduce a instalaciones, videos y fotos, la mayoría refritos llegados de la Casa Encendida de Caja Madrid, a cuyo elenco perteneció Alicia Chillida. Después de Martín Chirino, ni una muestra de artistas canarios, ni tampoco de las que venían de Rusia, Francia, África o Hispanoamérica. Muy pobre.

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