Islas sin bibliotecas en el año de Cervantes y García Cabrera

Los ecos de los fastos llegaron hasta Canarias. En el 2005 oímos hablar más que nunca de un hidalgo de la Mancha, de un lugar innombrable y de los cuatro siglos de una obra tan amargamente transgresora que el mismísimo Augusto Pinochet llegó a prohibirla, durante su dictadura, por considerar que alentaba la desobediencia civil. En las islas, además, tuvimos una conmemoración particular: el centenario del nacimiento de Pedro García Cabrera, el insigne poeta gomero.

En las islas, el recuerdo de aquel 1605 en que se publicó la primera parte de la obra de Cervantes nos llegó de muy diversas maneras. Nos llegó en forma de exposición satírica pero también con música, con ballet, con teatro de vanguardia, con pasacalles y hasta incluso a través de la ciber-animación y de la Red. Paradojas de la vida. Lo que seguramente habría sido más complicado es algo tan simple como intentar leer la obra, sacándola de una biblioteca pública. Así, si 100.000 personas se hubiesen puesto de acuerdo para responder a los reclamos de la conmemoración y hubiesen acudido a su biblioteca más próxima, se habrían encontrado con que apenas unos pocos podrían satisfacer su deseo. Y es que en el 2005 las cosas no mejoraron con respecto al año anterior. Entonces, el Consejo Económico y Social ya advirtió que Canarias es la comunidad peor dotada en relación al número de bibliotecas por habitante.

No nos lo ponen fácil, pero las estadísticas dijeron, también en 2005, que por primera vez en la historia nos habíamos situado entre las autonomías con más hábito de lectura. O sea, que leemos libros y disfrutamos de un buen número de servicios culturales, aun cuando no sean gratis y tengamos que rascarnos el bolsillo. Eso sí, entre los esfuerzos que sí hizo la administración hay que destacar el de recordarnos a todos que también se cumplían cien años del nacimiento de Pedro García Cabrera. Reediciones de sus libros y una exposición itinerante llevaron a los cuatro vientos el nombre del gran poeta de La Gomera. Lo que, a lo mejor no fue bastante, pero sí la excusa para interesantes exhumaciones editoriales. Quedan veinte años para que tengamos una cifra redonda que nos permita recordar a uno de los malditos del grupo fetasiano, pero en el 2005 nos encontramos con la grata sorpresa del rescate de Historia de Café Pobre, una de las obras más significativas de Antonio Bermejo. Un olvidado que abandonó voluntariamente la escritura en la década de las cincuenta.

Buenas y malas noticias

La buena noticia fue que la industria editorial canaria siguió mostrando su tendencia ascendente. A la creación de nuevos sellos y el fortalecimiento de un auténtico tejido empresarial hay que añadir la decidida apuesta institucional por este sector. Entre unos y otros (las editoriales y las ayudas a la coedición), el mercado del libro en las islas se ha vuelto sumamente dinámico. Se ha convertido en un auténtico hervidero de nuevos autores y libros de veteranos que lamentablemente tienen que competir en desiguales condiciones con best-sellers muy publicitados y con editoriales poderosas. La mala noticia siguió siendo la delicada situación en que se encuentra el teatro. Las compañías de las islas dicen que la Administración no las apoya, que los circuitos teatrales son cada vez más exiguos y se hacen cruces para no volver vivir otros doce meses tan nefastos como aseguran que han sido los del 2005.

Quienes sí han tenido suerte, y de la buena, han sido los aficionados a la música. Por las islas pasaron nombres tan apetitosos como legendarios. Figuras de la talla de Eric Burdon, Bryan Ferry, Paul Young, Manhattan Transfer, Diana Krall, Dee Brigdewater, Paquito de Rivera o Bebo Valdés. Volvió el grupo Les Luthiers y consiguió hacernos reír a mandíbula batiente. Los traviesos argentinos colgaron, como es de rigor, el cartel de “no hay entradas”. Para no reírse, sin embargo, fueron los precios de las entradas de muchas de las ofertas que nos llegaron. Buenos espectáculos, pero no al alcance de todos los bolsillos. En definitiva, un año muy movido, pero también muy caldeado.

El ‘factor’ Dulce

En el 2005 no faltaron las polémicas, las agrias discusiones ni los encendidos debates. La liquidación de Socaem y posterior creación del organismo Canarias Cultura en Red abrió una cierta brecha entre la nueva viceconsejera de Cultura, Dulce Xerach Pérez, y un buen número de creadores. Es demasiado moderna, para unos y excesivamente cautelosa, para otros. Pese a su buena voluntad, no ha aumentado la partida que en los presupuestos generales de la Comunidad Autónoma se consignan para el área de su competencia. Apenas el uno por ciento frente al dos por ciento de Cataluña o el tres por ciento de Galicia y el País Vasco. Así las cosas, el 2005 fue el año en que cierto olvidado activismo cultural volvió por sus fueros. Un grupo de creadores y promotores de las islas -todos a una- formaron el colectivo “Ya toca”. Se trata de una plataforma que exige al Gobierno de Canarias que destine más recursos a la cultura. De momento, parecen predicar en el desierto.

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