El año 2005 se cerró con sonados éxitos policiales en la lucha contra el narcotráfico y en la caza y captura de delincuentes reclamados internacionalmente. Pero preocupa que estas organizaciones hayan buscado refugio en Canarias. Durante la presentación del Órgano Centralizado de Prevención de Blanqueo de Capitales (OCP), el ministro de Justicia, el canario Juan Fernando López Aguilar, ya señaló que “el mundo del crimen organizado no sólo es dinámico, sino que es truculento y donde más está golpeando es en Baleares y Canarias”.
Canarias no ha abandonado las páginas de sucesos en 2005. Apenas había comenzado el año cuando Adeje (Tenerife) era noticia de portada en los diarios de media España, después de que un grupo de delincuentes de origen albano-kosovar matara a dos compatriotas tras sostener una reyerta en lo que parecía un ajuste de cuentas. Uno de ellos recibió una serie de puñaladas en corazón y garganta, mientras que el otro fue arrojado, aún vivo, al barranco de Tigoigo (Adeje) desde 15 metros de altura. La rapidez policial y el hecho de que uno de los agresores resultase herido permitió la detención de uno de los autores, un albanés, Josip Macura, que empleaba un pasaporte falso de nacionalidad danesa y formaba parte de una banda llegada de la Península que se dedicaba a asaltar los diferentes polígonos industriales de la Isla. Tal vez, el hecho de que alguno de los integrantes del grupo desplazado a Tenerife hubiese escondido parte del botín, cifrado en 300.000 euros, fue determinante para el fatal desenlace.
Drogas: tráfico y apresamientos
Cuando todavía no se habían apagado los ecos de esta información saltaba la noticia del hallazgo de un cadáver troceado y calcinado en el interior de una bañera en un paraje natural de San Miguel de Abona (Tenerife). El fallecido transportaba un kilo y medio de cocaína y al parecer falleció al reventarle una cápsula con la citada droga. Los receptores, dos individuos de origen colombiano, decidieron operar al cadáver y, tras trocearlo, se quedaron con una mercancía cuyo valor rondaba los 70.000 euros. Una vez que obtuvieron lo que buscaban, decidieron que lo mejor era hacer desaparecer el cuerpo, troceándolo y quemándolo. Posteriormente, abandonaron la isla con destino a su Colombia natal. En cuanto al muerto, las autoridades policiales creen que se trata de un hombre del mismo origen que los cirujanos.
La presencia de bandas internacionales en Canarias obliga a intervenciones multinacionales. Y a partir del mes de agosto se desencadenan una serie de operaciones de la Policía española, en colaboración con otras agencias internacionales como la DEA americana o la Policía francesa, que permiten la desarticulación de cuatro importantes redes de distribución de drogas, tanto cocaína como hachís, que utilizaban el triángulo Sudamérica-Canarias-África para conseguir sus propósitos. Así, los apresamientos de veleros en alta mar se han convertido en algo habitual en las aguas cercanas al Archipiélago. Y hay ejemplos: la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía, dentro del marco de la operación Brocha, asaltaban el velero Dolphin II, procedente de Venezuela y con destino a Tenerife, que llevaba en sus bodegas 650 kilos de cocaína (40 millones de euros). La operación permitió la detención de 19 personas, siete de ellas en Tenerife.
Eso sí, el mes de junio fue el más prolífico. Así, la operación Txurro, iniciada cinco meses atrás, permitió desarticular una red que introducía cocaína desde América hasta Tenerife para, una vez allí, reenviarla por barco a Gran Canaria por el puerto de Agaete, a fin de distribuirla por las tres islas de la provincia de Las Palmas. Este servicio permitió la aprehensión de 11 kilos de cocaína y el arresto de seis personas que operaban en Sudamérica y cuatro en Canarias. Ese mismo mes, dentro de la operación Nexus, la Benemérita apresó al sur de El Hierro un velero, el Momo, con 686 kilos de cocaína. La droga tenía una pureza del 90 por ciento y un valor superior a 40 millones de euros. Esta red, al igual que las anteriores, estaba dirigida por colombianos que residían en Candelaria y que mantenían un elevado tren de vida. La última operación de importancia fue la conocida como Pote, que permitió el abordaje en mitad del Atlántico de un pesquero, el Roque Nublo, que había partido de Venezuela con 4.500 kilos de cocaína en sus bodegas. En este caso, la banda estaba comandada por un grupo de narcotraficantes gallegos que tenían previsto comercializar la droga en Europa.
La mafia napolitana
Si la detención de Gotovina puso a Canarias en el primer plano nacional, no menos sonoro fue el apresamiento de Prieto Nocera, el jefe de finanzas del clan Nuvoletta de la mafia napolitana, el 28 de diciembre en Las palmas de Gran Canaria. La policía española había seguido su pista durante los últimos tres meses, después de que fuera declarado prófugo por la Justicia de su país, que le había condenado a una pena de 22 años y seis meses. Nocera, de 47 años, era el cerebro económico del clan al que se le intervino un patrimonio de 35 millones de euros y al que la Policía italiana considera el responsable del blanqueo de más de 400 millones de euros.
El detenido era buscado a nivel internacional desde octubre de 2003 y su presencia había sido detectada en el Archipiélago en junio de 2004 en diversas localidades, hasta que desapareció para volver a ser descubierto en octubre de 2005. El capo napolitano vivía en el domicilio de otros dos italianos y constantemente cambiaba de residencia. Sin embargo, su generosidad al pagar las consumiciones de sus compatriotas y el hecho de que un hombre con esos recursos acudiese a efectuar llamadas a cabinas públicas facilitaron su caída. Asimismo, se pudo averiguar que el detenido tenía un barco amarrado done se alojaba esporádicamente. Como no podía ser menos, Prieto Nocera estuvo viviendo en Adeje, desde donde saltó hasta Mogán. Y del sur grancanario pasó a un céntrico piso de la capital insular.
En cualquier caso, antes de cerrar cualquier mínimo repaso anual a la actuación de los diferentes cuerpos de seguridad, es una obligación citar un hecho luctuoso: el fallecimiento de dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaría de Puerto de la Cruz (Tenerife), que perdían la vida en un desgraciado accidente de tráfico cuando acudían a un servicio humanitario en la ciudad turística. Los fallecidos, de 29 y de 30 años de edad, morían prácticamente en el acto al colisionar el vehículo radiopatrulla contra una palmera. Un dato: ambos se habían presentado voluntarios para reforzar el servicio de esa noche.
La detención de Gotovina
Canarias fue portada de todos los informativos nacionales tras la detención en el hotel Bitácora de Playa de las Américas (Tenerife) del criminal de guerra Ante Gotovina, un general croata buscado desde 2001 por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), con sede en La Haya, acusado de ordenar la matanza de 150 serbios y la deportación forzosa de entre 150.000 y 200.000 serbios en la región de Krajina. La propia TPIY, Carla del Ponte, felicitó a la Policía española. La presencia de Gotovina, que fue arrestado en el restaurante del hotel donde se alojaba mientras cenaba, fue detectada en el mes de septiembre cuando se alojó en el hotel de cuatro estrellas Vital Suite, en Gran Canaria, portando pasaporte falso. Este general croata fue localizado cuando los agentes policiales buscaban a una banda de kosovares que asaltaba naves industriales en aquella isla y los responsables del establecimiento hotelero facilitaron una copia de su pasaporte. Ante Gotovina conocía el Archipiélago ya que durante los siete años en los que sirvió en Chad con la Legión Extranjera Francesa fue herido en la cabeza y realizó un viaje en yate a Gran Canaria para pasar allí su convalecencia. Además, formó parte de un club de paracaidismo radicado en San Bartolomé de Tirajana. Hoy, Gotovina espera en el banquillo de los acusados a que se celebre el juicio contra su persona.