Es una constante que se repite en los últimos años, pero el debate sobre el estado de determinadas infraestructuras en el Archipiélago ha vuelto a marcar el pulso social en 2005. Y con una característica contrapuesta: en Tenerife, las manifestaciones se oponen a determinadas obras… mientras que en Gran Canaria se reclama la ampliación de diferentes infraestructuras.
Más allá de reivindicaciones gremiales como la de los grupos C, D y E del Servicio Canario de Salud que congregaron a miles de personas en las dos capitales canarias, exigencias laborales como las del personal de la comunidad autónoma o los agricultores -que han colapsado en numerosas ocasiones el tráfico en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria- o concentraciones vecinales vinculadas, sobre todo, a expansiones urbanísticas o cambios en el planeamiento en el área de influencia de las principales ciudades de Tenerife (núcleos costeros como Candelaria o Valleseco) y Gran Canaria (Ojos de Garza y la ampliación del aeropuerto, por ejemplo), el eje conductor de las principales movilizaciones del año ha basculado siempre en función de las discusiones sobre las bondades o perjuicios de determinadas obras en las islas. Movilizaciones que, además, han estado marcadas por una singular característica contrapuesta. Mientras en Tenerife las dos mayores concentraciones humanas fueron en protesta contra la futura construcción del puerto industrial de Granadilla y contra el proyecto de Vía Exterior en La Laguna, las dos manifestaciones más importantes en Gran Canaria se convocaron para reclamar la ampliación urgente de, precisamente, dos infraestructuras: la autopista hasta Mogán y la exigencia de mejores carreteras para el Norte de la isla. Además, en los primeros casos, las movilizaciones contaron con escaso apoyo político e institucional en comparación con las marchas celebradas en la provincia oriental, en las que los propios alcaldes implicados portaron las pancartas que abrieron las comitivas.
La manifestación más significativa de 2005 en Canarias se celebró el 26 de noviembre. Esa mañana de sábado, decenas de miles de personas -60.000 según los manifestantes, 10.000 para la Policía Nacional y entre 8.000 y 9.000 para efectivos de la Local- recorrieron durante tres horas las calles de Santa Cruz de Tenerife para mostrar su negativa al puerto de Granadilla. Diversas asociaciones encabezadas por la Asamblea por Tenerife y la Coordinadora de Pueblos y Barrios calificaron de “éxito” la jornada, apoyaron la ampliación del puerto capitalino y criticaron el modelo de desarrollo del Archipiélago. Unos 10 meses antes, el 29 de enero de 2005, los mismos convocantes lograron reunir a varios miles de personas -entre 10.000 y 2.000 según las fuentes- en La Laguna, que protestaron contra la creación de la Vía Exterior y la especulación del suelo. Vecinos de barrios como San Lázaro, El Centenero, San Miguel de Geneto, El Ortigal, Guamasa o San Benito y algunos colectivos políticos, sindicales, universitarios y ganaderos secundaron una marcha en defensa del uso racional del suelo rústico y agrícola.
El caso grancanario
En Gran Canaria, el 18 de abril del año pasado quedará marcado en el calendario como un día clave para el futuro del Norte de la isla. Esa tarde, entre 15.000 y 20.000 personas, según la Policía Local, se concentraron en Las Palmas de Gran Canaria para demandar mejores vías de comunicación para esa zona al grito de Carreteras sí, atascos no. Tras una pancarta de dimensiones considerables, los diez alcaldes de la zona aparcaron afiliaciones políticas para acelerar plazos y proyectos, y fueron recibidos por la vicepresidenta del Gobierno, María del Mar Julios. Ya en fechas más recientes, el 24 de noviembre pasado, más de 6.000 personas se echaron a la calle una mañana de jueves para andar tres kilómetros en el municipio de Mogán y solicitar que la autopista GC-1 llegue desde Puerto Rico hasta la Villa. Una vez más, alcaldes y autoridades encabezaron la marcha para coincidir en lo prioritaria de esa obra para el desarrollo económico de la zona y la movilidad y seguridad de sus habitantes.
La distancia entre los electores y los elegidos
¿Qué ocurre para que en los perfiles de las cuatro movilizaciones de mayor volumen se hayan escenificado sesgos y motivaciones tan distintos? En Gran Canaria, electores y elegidos han conseguido aunar criterios, al menos de forma puntual, para trazar puntos de reivindicación comunes. En Tenerife, tal cosa ha sido imposible. La distancia establecida entre los representantes de determinados colectivos sociales y los representantes políticos y empresariales han tenido y tienen en Granadilla y otras obras pendientes -anillo insular, tendido eléctrico, segunda pista en el aeropuerto Reina Sofía o el tranvía- un camino de no retorno tan acusado que el entendimiento a estas alturas se antoja inviable. Y 2006 volverá a ejemplificar esas diferencias entre el modelo de islas que quieren los canarios.