El año cinematográfico en Canarias arrancó, a finales de enero, de manera ciertamente convulsa debido a la polémica y repentina destitución de Jorge Gorostiza como coordinador general de la Filmoteca Canaria, cargo que ostentaba desde el año 2000. Fue la primera secuencia de un año que, en el plano cinematográfico, sirvió para consolidar los festivales ya existentes y para ver nacer una apuesta por el cine histórico en La Laguna.
La Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias achacó a la necesidad de “renovar contenidos” la polémica decisión de prescindir de Gorostiza y situó en el puesto a María Calimano, hasta entonces responsable de difusión de la institución. Este cambio en la Filmoteca es fruto, sin duda, de la profunda reestructuración que, desde que llegara al cargo, acomete en su área la viceconsejera Dulce Xerach Pérez, en aras de modernizar y maximizar el modelo de gestión de la cultura en las Islas a través de la reconversión de la caduca, agotada y ya extinta empresa pública Socaem, en la recién creada y esperanzadora Canarias Cultura en Red. En su organigrama se integran ahora, tanto Filmoteca Canaria, como el departamento de Proyectos de Desarrollo Audiovisual, que está llamado a jugar un papel decisivo a la hora de consolidar el sector. Y para ello urge asimismo la elaboración de un riguroso y coherente Plan Canario del Audiovisual, que marque en los próximos años las pautas a seguir en lo que a la política cinematográfica y audiovisual en Canarias se refiere.
Habrá que esperar algunos años para juzgar la importancia de labor desempeñada por Canarias Cultura en Red en relación al cine y el audiovisual en Canarias. En 2005 han destinado un total de 900.000 euros en ayudas directas de apoyo a la creación en este sector, pero aún es necesario consolidar definitivamente el impulso que ha venido marcando en los últimos años y que los proyectos apoyados vean finalmente la luz en forma de obras concretas. En este sentido, a falta de un largometraje canario que haya llegado a las pantallas este año, cabe señalar la grata sorpresa que supuso la coproducción canario-belga La isla donde duerme La edad de oro, notable mediometraje documental de evocación surrealista dirigido por Isabelle Dierckx en escenarios de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote.
Mientras, en el apartado de la producción cinematográfica local, es preciso destacar la gran cantidad de cortometrajes realizados por jóvenes de las islas que, con suerte dispar, han visto la luz en 2005. Síntoma evidente de que algo se mueve a nivel audiovisual en Canarias desde hace ya un par de años, pese a que la mayoría de ellos acusan una excesiva vocación amateur y están rodados en soporte digital (casi invariablemente en mini DV, debido a obvias razones presupuestarias). Entre los cortos realizados con el respaldo de alguna productora profesional sobresale un puñado de títulos, entre los que destaca Vuelco, una hermosa historia de amor, amistad y despedida que ha cosechado numerosos premios en diferentes festivales. Dirigido por un joven lanzaroteño llamado Roberto Pérez Toledo, a quien conviene no perder de vista, Vuelco cuenta con una excelente fotografía en 35 mm obra de Juan Antonio Castaño. En esta misma línea emergen los tinerfeños Javier Fernández Caldas -con esa evocadora pieza de cámara que es El olor del café- y, sobre todo, David Cánovas con El Intruso, un estilizado ejercicio de estilo de gran precisión que llegó a colocar entre los finalistas al Goya al mejor cortometraje español de 2005. Y ello, en un año en el que Eduardo Martinón se hacía con el premio al mejor cortometraje dentro del Foro Canario del Festival de Cine de Las Palmas.
Precisamente, 2005 ha sido ante todo un año presidido por los festivales de cine. En este sentido, sorpresa agradable ha sido la proporcionada por el Festival Internacional de Cine Histórico de La Laguna, certamen que bajo la dirección del cineasta Teodoro Ríos superó con trabajo, buen hacer y entusiasmo los fallos y defectos que suelen acompañar a los festivales de cine en su primera edición, por lo que podemos esperar grandes cosas en futuras ediciones. El Festivalito, el Festival Internacional de Cine Digital Isla de La Palma, una brillante y romántica idea puesta en marcha por José Víctor Fuentes y su equipo de jóvenes entusiastas en 2002, se ha consolidado hasta convertirse en uno de los referentes del cine digital y de vanguardia, con una dimensión y repercusión mediática de una relevancia exponencial en lo que ha sido esta cuarta edición.
Pero si hay un hecho que sobresale en el panorama cinematográfico de nuestro Archipiélago en 2005 ese ha sido, sin duda, la consolidación del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que alcanza su sexta edición como un evento cinematográfico de gran nivel. La cita ha sabido conjugar las dosis adecuadas de glamour, necesarias para todo festival, con el rigor y la coherencia de sus diferentes secciones. Claudio Utrera ha vuelto a demostrar su habitual buen ojo a la hora de confeccionar una impecable edición, que puede presumir con orgullo de exhibir parte de lo más granado del cine independiente y de autor de las diferentes cinematografías del orbe. El traslado del grueso central de las proyecciones y las actividades paralelas al eje Triana-Vegueta ha acabado de dar el necesario empujón a un festival de cine que se ha encontrado definitivamente con el público y con el buen cine, el cine diferente, el cine necesario.
 
					 
								 
								 
								