Un destino turístico debe estar en permanente evolución para adaptarse a las necesidades de los clientes que quiere captar y satisfacer. Adeje no se entiende hoy sin el turismo y, quizás por eso, los cambios en la realidad del municipio resultan tan vertiginosos. Da la impresión de que ni la propia población es consciente muchas veces de la profunda transformación que se produce cada día y que, inevitablemente, influye en su forma de vida.
Hace tiempo que esta parte del Suroeste insular dejó de ser un pueblo pequeño, alejado y olvidado. Cada vez más, grandes empresas, multinacionales, inversores fuertes o emprendedores de cualquier nacionalidad y sector económico aprovechan las magníficas oportunidades de hacer negocio que les brinda este territorio. Y, ante esa imparable realidad, las administraciones públicas tienen que desempeñar su papel: responder con planteamientos sólidos y sentar las bases para que el crecimiento no estrangule a una sociedad que cada día es más amplia y compleja. Esa filosofía contribuyó a hacer realidad un recurso turístico clave que servirá para mantener el dinamismo turístico de Costa Adeje y toda la comarca en los próximos años.
El Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento colaboraron estrechamente durante cerca de una década para desarrollar un proyecto brillante y lleno de dificultades y, en 2005, por fin, tuvo lugar la inauguración oficial del Magma Arte y Congresos, un espacio tan válido para celebrar negocios o foros científicos como para ofrecer todo tipo de manifestaciones culturales. El evento estuvo presidido por los Reyes de España el mismo día en que Juan Carlos I cumplía tres décadas como monarca. Era la primera vez, en más de cinco siglos, que un Rey visitaba Adeje en un acto oficial. Hace menos de cuarenta años, ese mismo territorio agreste sólo era apreciado por una familia de terratenientes de Arona, los Domínguez, para soltar camellos y cabras.
El desierto de amarillenta tosca se transformó inicialmente en lugar ideal para construir hoteles y complejos de apartamentos a comienzos de los setenta. Desde entonces, las necesidades de los turistas y las posibilidades de los empresarios han impulsado sucesivas transformaciones en la concepción de cada nueva urbanización. El Magma Arte y Congresos también es fruto de esos cambios en las tendencias del turismo y la percepción que de ellos han tenido los responsables de las administraciones. La gestión de la infraestructura ha sido encomendada a una unión temporal de empresas, integrada básicamente por importantes grupos del subsector turístico, que contribuirán a elevar la ocupación del propio centro y de la mayoría de los hoteles de cuatro y cinco estrellas que están abiertos en Adeje y Arona. Además, su puesta en marcha también puede contribuir a dinamizar económicamente el entorno en que se ubica, la zona de Las Terrazas o la Avenida V Centenario.
En el proceso de cambios visibles o imperceptibles, el Ayuntamiento de Adeje decidió a comienzos de 2005 no prorrogar el contrato a la empresa que, desde 1975, se ha hecho cargo de la recogida de basura y limpieza de calles. Una sorpresa para los vecinos y un jarro de agua fría para la familia propietaria de la concesionaria (Rotrusa), creada de la nada por José Manuel Rodríguez Trujillo. El gobierno local decidió que la sociedad “no daba más de sí” y apuesta por una nueva adjudicataria del servicio que responda mejor a las necesidades de un municipio que tiene cerca de 40.000 habitantes empadronados, varios miles de ciudadanos de hecho y 1.700.000 turistas cada año.
La ‘polémica’ sobre la basura
Nadie parece poner en duda la capacidad de trabajo del fundador de la empresa. Hasta no hace muchos años, al propio José Manuel no le importaba ponerse junto a sus trabajadores para limpiar las calles con agua a presión. Ya retirado de la gestión de la entidad, su salud no ha pasado en los últimos años por su mejor momento. A finales de los años noventa, la empresa padeció su primer conflicto laboral, después de que los trabajadores reivindicaran un aumento salarial y otras mejoras. La intervención del propio alcalde, José Miguel Rodríguez Fraga, contribuyó a que las partes llegaran a un acuerdo.
A partir de entonces hubo un proceso de renovación en los órganos de administración de la sociedad y los propietarios dispusieron de asesoramiento para mejorar la imagen y el funcionamiento de los servicios a los ciudadanos. A finales de 2004, se convocó otra huelga de los trabajadores y durante varios días no hubo recogida de residuos sólidos en todo el término municipal, incluida la zona turística. El alcalde hizo una velada advertencia de que podía retirar la concesión a Rotrusa para intentar resolver la situación. Al final, también se llegó a un acuerdo y todo pareció que volvía a la normalidad.
Sin embargo, el cambio había empezado irremediablemente. En febrero se supo que ya no se prorrogaría el contrato y el pliego de condiciones para sacar a concurso la concesión incluía unos requisitos económicos y técnicos inaccesibles para la empresa familiar controlada por José Manuel y sus hijas. La sociedad ha reclamado judicialmente al consistorio las compensaciones económicas a las que cree que tiene derecho, tanto por los servicios extraordinarios prestados como por la maquinaria y vehículos adquiridos en los últimos tiempos.
Ahora bién, técnicos y políticos municipales aseguran que una parte importante de la deuda con la familia de Rodríguez Trujillo ha prescrito, ya que no se solicitó “en tiempo y forma”. La administración municipal señala que los puestos de trabajo de la plantilla están garantizados por los próximos 16 años. Tal vez, a los responsables de la empresa les faltaron reflejos para afrontar un par de decisiones clave en el devenir de su actividad. Quizás, el Ayuntamiento pudo hacer algo más por mantener el contrato. Lo cierto es que se abre una nueva etapa en este ámbito de la prestación de servicios a los ciudadanos. Y es que la transformación y los cambios son la realidad física y humana de Adeje. Para bien o para mal.