El futuro de la comunicación será digital… o no será

El futuro, o será digital o no será nada. Tal es la impresión que se va generando ante la avalancha de nuevos y renovados sistemas de comunicación que deja atrás los medios de comunicación a la vieja usanza. Los consumidores exigen adecuarse a las modernas tecnologías y es obligado prescindir de intermediarios.

En tiempos como los actuales, convive una hornada de periodistas con cualquiera de nosotros, que, sin ser muy mayores, vivimos en redacciones con viejos teletipos, faxes interminables o bobinas que jugaban trastadas en función del hábitat informativo en el que nos moviésemos. Hay toda una nueva generación de consumidores de información que nos exige adecuarnos a los nuevos tiempos, apostando por las nuevas tecnologías y eliminando intermediarios entre público y periodista. Se ha respondido con diligencia desde las empresas periodísticas en su apuesta por la red. Al menos, se ha hecho cuando empezaron a superar sus iniciales reticencias de abrir los contenidos insertos en sus ediciones impresas. La batalla del progreso la perdieron los gerentes, por más que se entreguen hoy con pasión a potenciar las nuevas vías de comercialización de sus medios. Nunca Internet podía interpretarse como una amenaza; más bien, como una oportunidad de negocio que, eso sí, se llevaría por delante a quien no anduviese presto.

En los últimos tiempos hemos visto los profundos cambios producidos en las versiones digitales de los periódicos tradicionales canarios. Canarias 7, La Provincia, La Opinión de Tenerife, El Día o Diario de Avisos han introducido cambios para dotar de mayores y mejores contenidos a sus ediciones digitales, permitiendo la actualización casi instantánea de las informaciones y dejando atrás aquella notable tontería arqueológica de modificar tan solo una vez al día sus respectivas webs. Capítulo aparte ha sido el de La Gaceta de Canarias, subsidiaria del periódico El Mundo, capaz de hacer convivir una web tan competitiva como la del diario nacional con un desdén notable hacia su edición en el Archipiélago, actualizada de tarde y tarde, con contenidos desfasados, parciales y de escaso interés. Es posible que la nueva andadura de esa cabecera pase por un fortalecimiento de su edición digital.

El recurso multimedia

También se ha potenciado la posibilidad de acudir al multimedia, esto es, aquellas empresas periodísticas que añaden audio o vídeo a sus informaciones en función, en muchos casos, de su propia estructura empresarial. Las empresas que cuentan con radios propias dan a la edición digital el sonido que complementa o mejora la información. Y por supuesto, especialmente notable es la incorporación de los blogs o bitácoras de colaboradores más o menos destacados de esos medios. Procedente de este incipiente periodismo (se dice que es el periodismo del siglo XXI) se añade la posibilidad de comentar, rebatir o completar las noticias por parte de los propios lectores, en un paso más de esa relación directa entre consumidor final y elaborador de la noticia. Por supuesto que esto genera recelo en muchos observadores, quienes advierten de los riesgos que tiene una apuesta tan abierta. Al tiempo, es una menor influencia del periodista o columnista, sometido al inmediato escrutinio de sus lectores. Pero, ¿quién ha dicho que eso sea necesariamente malo?

Algunas de las enseñanzas que se pueden extraer de lo que nos ha tocado vivir hasta la fecha es que el mundo va a toda velocidad, lo que no deja de ser una obviedad notable. Lo que ocurre es que hasta hace unos años, un cambio de diseño en un periódico era un acontecimiento que se vivía con mucha anticipación y su puesta de largo asemejaba bastante a una fiesta de la que participaban todos los trabajadores y en muchos casos, sus entusiastas lectores. En las ediciones digitales vemos como todo es más automático y que una mejora de la web queda de inmediato eclipsada por otro movimiento de la competencia que obliga a retomar el asunto desde el inicio. Estamos a tiempo y parece que el camino recorrido es el adecuado pero para los periodistas y empresarios de medios de comunicación sería muy conveniente no olvidar que la información es cada día más accesible y que la función que quizás no es reservada es la de facilitar los contenidos, proveer herramientas, filtrar y editar. Así lo cree Tom Glocer, consejero delegado de Reuters. ¡Avisados quedamos!

Radio y televisión

Si la prensa canaria se ha adaptado a las nuevas tecnologías, en las radios y televisiones son más escasos los movimientos. Primero, porque seguramente se está siempre al rebufo de las grandes cadenas nacionales, que en el caso de las radios, todavía andan pendientes de definir si el salto tecnológico que sigue es el de la radio digital (DAB, por sus siglas en inglés). Mientras, ni siquiera han proliferado los podcast, o la posibilidad de escuchar un programa de radio en nuestro reproductor MP3 en el momento que salimos a correr por las calles o pasear al perro. Y en la televisión, algunos intentos de crear plataformas televisivas ha habido, como la posibilidad de emitir por Internet una programación convencional. Lo que ocurre es que el abaratamiento de la tecnología y la increíble capacidad imaginativa de los seres humanos pueden haber dejado en pañales esa idea de negocio. ¿O es que YouTube no es una demostración palmaria de ello?

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