El mal tiempo, o más bien los días de lluvia y viento, fueron durante el año 2010 los protagonista de muchas páginas y de horas de información en prensa escrita, radio y televisión. Los medios de comunicación acercan al público palabras del lenguaje técnico hasta ahora desconocidas como “ciclogénesis explosiva”. El vocabulario meteorológico aumenta, en muchos casos sin saber bien su significado, y al final lo que padecemos son temporales de lluvia, de tormentas, costeros y de viento.
En marzo del año 2002 aprendimos que una nube de tormenta es un cumulonimbo, en el 2005 nos tocó conocer los efectos del paso de una tormenta tropical por el Archipiélago con la visita de Delta y en 2010, con mayor o menor acierto, nos explicaron qué es una ciclogénesis explosiva. La información meteorológica interesa, aunque el lenguaje técnico meteorológico no siempre significa lo que parece. Hay que conocer su significado real y hacerlo más comprensible, porque al final lo que necesitamos saber es si va a llover o no, si podemos ir a la playa o si vamos a tener viento. ¿Qué es un fenómeno costero? ¿Lluvia y chubascos no son lo mismo? ¿Qué significa que pueden caer 30 litros de lluvia en una hora?, ¿es eso peligroso?
Los medios de comunicación, especialmente este último año y en muchas ocasiones, han alertado a la población por fenómenos meteorológicos que no suponen ningún riesgo, por situaciones que simplemente podían impedir el desarrollo normal de algunas actividades pero no significan peligro alguno. El mal tiempo, la lluvia, el viento, el frío, el calor o el mal estado de la mar son fenómenos frecuentes, con los que tenemos que convivir y que sólo en contadas ocasiones suponen un riesgo. El problema surge del desconocimiento generalizado existente sobre lo que son los “Avisos meteorológicos de colores por fenómenos meteorológicos adversos” y lo que son las “Situaciones de Prealerta, Alerta, Alerta Máxima o fase de Emergencia”.
Los avisos meteorológicos amarillo, naranja o rojo por fenómenos meteorológicos adversos los emite la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Son una predicción más específica sobre un fenómeno meteorológico, que podría alcanzar valores inusuales desde el punto de vista climatológico, para la que se establece una probabilidad de ocurrencia y un horario. Las prealertas, alertas o alertas máximas, o la fase de emergencia por fenómenos meteorológicos adversos las decreta la Dirección General de Seguridad y Emergencias (DGSE) del Gobierno de Canarias. Son situaciones que se decretan, en base a:
- La información meteorológica y los avisos suministrados por la Aemet.
- Otra serie de consideraciones como posibles aumentos de los efectos adversos del fenómeno debido a la interacción con el relieve, actividades vulnerables al fenómeno, existencia de población expuesta al riesgo… Y todo ello en aplicación del Plan Específico de Protección Civil y Atención de Emergencias de la Comunidad Autónoma de Canarias por riesgo de fenómenos meteorológico adversos (Pefma).
Para el mismo evento meteorológico, la DGSE, puede decretar distintos niveles de alerta para todas, una o varias islas, e incluso diferencias nivele dentro de una misma isla. También se pueden decretar, al mismo tiempo, situaciones a Prealerta, Alerta y Alerta Máxima por distintos fenómenos meteorológicos adversos. Veamos los protocolos de actuación en cada caso.
- Prealerta. Se comunica dicha situación a los cabildos insulares de las islas que pudieran verse afectadas, a los ayuntamientos de esas islas, a las Policías Locales y Servicios de Extinción de Incendios y Salvamento de dichos ayuntamientos, a los Consorcios Insulares de Bomberos, al Grupo de Emergencias y Salvamento (GES), al Servicio Canario de Urgencias (SUC), a los Servicios Públicos esenciales que en cada caso se considere necesario, a la Delegación del Gobierno de Canarias y a la Subdelegación del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife. No se comunica a la población en general porque el evento meteorológico sólo supone riesgo meteorológico para algunas actividades y/o para algunas localizaciones con alta vulnerabilidad. Por ejemplo (8 de diciembre de 2010), en el norte y la cumbre de Tenerife, una prealerta por rachas de viento fuerte de hasta 70km/h no tiene por qué generar situaciones de riesgo para la población de la zona, pero si puede provocar problemas de operatividad en el aeropuerto Tenerife Norte y generar retrasos.
- Alerta o Alerta máxima. Se comunica la situación a los organismos, administraciones y organizaciones mencionadas en el caso de la Prealerta y, además, se informará a la población a través de los medios de comunicación. En estos casos, el evento meteorológico considerado sí supone un riesgo general para la población. La Dirección General de Seguridad y Emergencias, además de activar la situación de Alerta o Alerta máxima atendiendo al riesgo meteorológico previsto, envía a los medios de comunicación una serie de avisos y recomendaciones de actuación y autoprotección que estos deben difundir y hacer llegar a la población.
En 2010, la Agencia Estatal de Meteorología emitió para nuestras islas más de un centenar de avisos y actualizaciones de aviso por fenómenos meteorológicos adversos de nivel amarillo, naranja e incluso rojo. Estos avisos motivaron que la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias decretara un total de 58 Prealertas, 17 Alertas y dos Alertas Máximas. Y que se activara en Fase de Emergencia el Pelma durante las lluvias torrenciales e inundaciones del 1 de febrero de 2010. Eso sí, los fenómenos meteorológicos adversos no afectaron por igual a todo el Archipiélago. La meteorología no es una ciencia exacta, pues se basa en predicciones de probabilidad. Y en un territorio como el nuestro, los efectos que la orografía puede tener sobre algunos fenómenos como el viento, la lluvia o las tormentas aumentan la dificultad de realizar una predicción lo más acertada posible.
Durante la borrasca que visitó las islas entre el 31 de enero y el 2 de febrero de 2010, la que generó, entre otras cosas, importantes inundaciones en los municipios del área metropolitana de Santa Cruz de Tenerife, la Aemet emitió 17 avisos amarillos y 21 avisos naranjas, de corto plazo, de medio plazo y de fenómeno observado por viento, lluvia, tormentas y fenómenos costeros. Estos avisos, desde el punto de vista de protección civil y atención a emergencias, se convirtieron en cuatro situaciones de Prealerta por lluvia-tormentas, viento y fenómeno costero, en dos situaciones de Alerta por lluvia-tormentas y viento… y en la activación del Pefma en Fase de Emergencia a las 14:00 horas del día 1 de febrero ante la gravedad y el riesgo generado por el episodio de “tiempo severo” que se estaba produciendo en el extremo Este de la isla de Tenerife.
El mes de febrero de 2010 pasará a la historia meteorológica del Archipiélago. Durante los 28 días del mes y las cuatro primeras jornadas del mes de marzo varias borrascas visitaron las islas, dos de ellas del tipo “ciclogénesis explosiva”, que nos dejaron lluvias torrenciales, rachas de vientos huracanados, temporales costeros y unas temperaturas inusualmente altas, que batieron los récord de temperatura máxima en la mayor parte de las estaciones y observatorios meteorológicos de las islas. Además, en julio y agosto sufrimos varios días de temperaturas extremas, pequeñas olas de calor. El único temporal destacable de los últimos meses del año y del otoño, un temporal de viento fuerte y huracanado, lo sufrimos en noviembre (el mismo día en que se cumplía el quinto aniversario del paso de la tormenta tropical Delta por el Archipiélago) y generó importantes daños materiales en el Norte de la isla de Tenerife.
El cambio de año y el invierno nos han dejado, además de lluvia, viento y frío, varias nevadas. Las más importantes cayeron el 13 y el 14 de marzo de 2011, jornadas en las que vimos granizo en todas las islas, aguanieve y nieve a partir de los 1.000 metros de altitud en las islas de mayor relieve, que cuajó por encima de los 1.200 metros en La Palma, Tenerife y Gran Canaria. Durante varios días pudimos disfrutar de imágenes propias de otras latitudes, con nieve en las cumbres y bajo el pinar en la parte alta de las medianías. Dice un refrán popular que “año de nieves, año de bienes”. Esperemos que 2011 sea un buen año para nuestro Archipiélago.