Un telescopio… hasta en el ¡fútbol!

Canarias lleva ya más de 25 años conviviendo con grandes avances de la ciencia a través del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y de los dos observatorios ubicados en el Archipiélago: el Roque de los Muchachos y el Teide. Además, tiene una tradición histórica de viajeros de la ciencia -como el mítico Alexander von Humbold- que pusieron a las Islas en el mapa internacional del interés científico. Sin embargo, tiene paupérrimos indicadotes en I+D+i+d.

Canarias tiene unos indicadores en I+D+i+d (Investigación, Desarrollo, Innovación y Divulgación) que no se han logrado mejorar pese a algunos importantes esfuerzos que se realizan como es la creación de la aún nonata Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (Aciisi), que a pesar de su largo y pomposo nombre lleva una legislatura funcionando sin tener una ley que la sustente. Esta situación ha generado graves problema a la hora de poner en marcha algunas de las políticas de impulso de este sector en Canarias, debido a que la burocracia ha sido el principal escollo de este organismo que nació, en principio, como una agencia asociada a Presidencia del Gobierno precisamente para potenciar su agilidad.

La clave de que la Investigación, la Ciencia y la Innovación no estén en el lugar que le corresponde en las Islas quizá esté en una percepción social y, muy especialmente, empresarial errónea sobre en qué debe invertirse en Canarias y cuáles son las prioridades para esta tierra. Llevábamos años teniendo excedentes de turistas. Los hoteles de todas las categorías se llenaban y hacían falta obreros de la construcción externos que venían por temporadas, pues con los propios no se daba abasto para construir tanto como se quería. Los bares y los restaurantes de las zonas turísticas estaban llenos sin necesidad de que la oferta fuera de una calidad envidiable. En ese mundo del exceso, donde a los turistas no había ni que ir a buscarlos, es lógico que nadie se planteara la diversificación, pese a que estaba en los discursos oficiales y oficiosos.

Ante esta realidad económica en Canarias, la ciencia y la I+D+i+d no entraban ni en la agenda pública, ni en la mediática. Por lo que era imposible que entrara en la prioridad social. Sin embargo, con la inauguración del Gran Telescopio Canarias (GTC) parece que se ha abierto una nueva percepción social e institucional hacia la I+D+i+d en Canarias. El GTC tuvo una repercusión mediática muy positiva. Las ventajas del cielo palmero, la posibilidad del turismo científico, los avances en investigación o la maravilla técnica de esta catedral para observar el cielo calaron en la población y eran tema de conversación en cafeterías y en tertulias radiofónicas. Y hasta copaba páginas de periódicos tanto en papel como en la todopoderosa red.

Algo cambió. Apenas unos meses después, la ilusión por albergar el telescopio XXL, el famoso E-ELT (European Extremely Large Telescope, en sus siglas en inglés) de 42 metros se convirtió en una verdadera corriente de opinión. El E-ELT es un proyecto de la ESO, que es la Organización Europea para la Investigación Astronómica, un organismo creado para gestionar la investigación astronómica en el cielo en la que España entró hace apenas hace una década. Este organismo debía decidir dónde ubicar su último instrumento científico: el telescopio de 42 metros de diámetro que superaría todos los retos tecnológicos actuales de la astrofísica desde tierra. Finalmente, los dos lugares que competían eran varios observatorios de Chile y el del IAC del Roque de los Muchachos, en La Palma. La respuesta social a este hecho fue desconocida en las Islas.

Como hitos es preciso recordar que se creó, de forma totalmente espontánea, un grupo en Facebook para que La Palma acogiera esta gran infraestructura y que en unos pocos meses tuvo más de 10.000 adscripciones. Los medios de comunicación también estuvieron pendientes de este asunto, que llegó a acaparar portadas a cuatro columnas en los periódicos regionales y bastante espacio en los nacionales. Tal es el caso de Diario de Avisos, que promovió páginas especiales de apoyo a esta infraestructura. Además, se impulsaron campañas tan curiosas como la que llevó a los jugadores del CD Tenerife a lucir, en su enfrentamiento ante el Real Madrid, camisetas de apoyo al E-ELT.

¿El fútbol con la Ciencia? Pues sí. Y eso es la clara demostración de que algo está cambiando. Además, la radiotelevisión pública canaria -de marcado corte popular- lanzó una campaña en radio y televisión de apoyo a esta gran instalación científica. Es la primera vez que se logra un apoyo tan masivo en todas las escalas sociales a una infraestructura científica. No logro analizar si el calado social tuvo que ver con que se trataba de una pugna contra otro lugar (Chile) o si se entendía la importancia económica y científica de la propuesta como apuesta de futuro. Lo que sí es una realidad es que se produjo una corriente de opinión favorable e interesante para trabajar en ella desde la perspectiva comunicativa.

Pese a todo este apoyo social, político y hasta deportivo, el E-ELT finalmente no vino a Canarias. Al analizar las causas de esta pérdida hay que citar el escaso apoyo real que el Ministerio de Ciencia puso en el proyecto, aunque también hay que recordar que Canarias no había aportado fondos que permitieran competir de una forma equitativa con otras posibles ubicaciones. El E-ELT no estuvo nunca en los planes prioritarios del Gobierno de Canarias y, por ello, no preveía una ficha financiera clara. Ambas administraciones llegaron muy tarde a la competencia internacional y, con pocos apoyos en los despachos, los informes favorables a La Palma se vieron desprovistos del suficiente arrope como para que la ESO se decantara por Canarias. Otros técnicos aportan que Chile es objetivamente, aunque por poco, un lugar más idóneo para instalar este megatelescopio, debido, entre otros factores, a que tiene más noches de observación al año que no se ven empañadas ni por la calima ni por las nubes.

Independientemente de la elección del lugar, la construcción del E-ELT no es en estos momentos una realidad, pues se puede ver afectada -o al menos retrasada- por la crisis económica. Sin embargo, pese a que Canarias no haya sido elegida para instalar el telescopio XXL, hay que recordar que el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) participa activamente en la proyección y en la futura construcción del mismo a través de la experiencia lograda en estas dos últimas décadas con el que es, a día de hoy por mucho tiempo, el mayor telescopio del mundo: el Gran Telescopio Canarias (GTC), que se inauguró en junio de 2009 en el Roque de los Muchachos. Además, los científicos del IAC tendrán acceso a observación en el maxitelescopio de Chile debido a la participación efectiva de España en la ESO.

De cualquier forma, el empuje social generado por la pugna que se creó para que el E-ELT viniera a Canarias, hay que aprovecharlo. Ahora que los turistas no copan todos los hoteles y que el sector primario no se perfila como el mejor de los futuros posibles, hay que apostar en serio por otros modelos de negocio como la economía basada en el conocimiento. Tenemos aún grandes posibilidades que son una realidad: la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), el telescopio solar más grande del mundo que se quiere instalar en Tenerife o el prometedor CTA (Red de Telescopio Cherenkov) son sólo algunos ejemplos. Además, están los parques científicos tecnológicos y las opciones que aportan la industria farmacéutica y la biotecnología tanto azul como verde. Una vez más, hay que intentar que toda la economía no se base sólo en volver a construir edificios en suelo subvencionado. Hay que apostar por ese sector como fórmula económica que promueva valor añadido y puestos de trabajo. Y que permita que los científicos de Canarias y que viven en Canarias desarrollen sus conocimientos.

Es el momento de la ciencia.

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