La crisis es una gran mancha que cubre todo y la cultura es una de sus presas preferidas o, por lo menos, las más susceptible de caer bajo su infausto manto. El cine, como uno de los mascarones de proa del sector, no escapa a esta tendencia. Aunque la creatividad, eficaz vacuna que se torna potente y lúcida en contextos de recesión, ayuda a mitigar los recortes que nos atenazan como una plaga.
En este escenario de contracción económica, la producción audiovisual hecha en el Archipiélago, que depende en gran medida del dinero público, como en otros lugares, ha sufrido el avatar de que el Gobierno regional no convocase ayudas al desarrollo y la producción en 2012, aspecto que tampoco hará en el presente año 2013. Sin embargo, los creadores buscan nuevas fórmulas en otras esferas institucionales o en el sector privado. Queda el consuelo -en este caso también dentro del ámbito público- de la promoción, a través de elementos como el programa Canarias en corto; o de la misma formación, con instrumentos como el Laboratorio de Escritura Audiovisual de Canarias (LEAC).
Si cambiamos de tercio, el panorama se torna un poco más halagüeño. Canarias ha seguido pujante en el año 2012 como plató natural, especialmente Tenerife, volviendo otra vez a acoger en su territorio una gran superproducción después de haber sido escenario de películas como Furia de Titanes e Ira de Titanes. En esta ocasión, le tocó el turno A todo gas 6 (Fast and Furious), la nueva entrega de la popular saga de los amantes de la velocidad, que aterrizó en la Isla, causando una enorme expectación, con rodajes en distintos puntos de la geografía insular como Arona, San Juan de la Rambla, Icod de los Vinos y Garachico.
La producción norteamericana, que ha visto la luz en 2013, trajo a Tenerife más de 400 personas, con 300 contrataciones locales, en una filmación que se prolongó durante 43 días y en la que se emplearon 161 vehículos, incluidos dos tanques. Por estos lares anduvieron los protagonistas del filme, Vin Diesel y Dwane Johnson, el popular The Rock, quienes causaron furor entre los fans. A toda gas 6 fue una de las 77 producciones audiovisuales registradas en la Isla durante los primeros nueve meses de 2012 (periodo que abarca los datos facilitados por Tenerife Film Commisions), lo que viene a confirmar la tendencia de que Canarias continúa siendo un atractivo para el sector por sus indudables valores naturales y ambientales, y también por las infraestructuras audiovisuales que dispone el Archipiélago y que suponen un apoyo profesional de primer nivel a las productoras foráneas.
La creatividad
Antes hablábamos de la creatividad, un recurso que en las Islas afortunadamente no falta y que exportamos al exterior. Además de la ingente cantidad de jóvenes cineastas que logran abrirse un hueco en un mundillo cada vez más difícil, nuestros creadores más destacados han seguido en el candelero con sus propuestas fílmicas. Así, Blackthorn, western crepuscular dirigido por el grancanario Mateo Gil, consiguió cuatro premios Goya en la edición de 2012, entre ellos el de Mejor Dirección de Producción, que fue a parar al también isleño Andrés Santana, quien ya había obtenido tal preciado galardón en dos ocasiones anteriores —y en similares labores— por El rey pasmado y Días contados.
El que no tuvo suerte en estos premios fue el último trabajo del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo, Intruders, nominado a la Mejor Actriz de Reparto (Pilar López de Ayala) y a los Mejores Efectos Especiales. Los Goyas también premiaron a la actriz Ana Wagener (Mejor Intérprete de Reparto, por La voz dormida), nacida en Las Palmas de Gran Canaria. Dejando de lado a los grandes nombres, las producciones canarias se han hecho notar en el exterior. Es el caso de Edificio España (Víctor Moreno), La Senda (Miguel Toledo) y de Seis puntos sobre Emma (Roberto Pérez Toledo), sin olvidar al documental Cubillo: historia de un crimen de Estado (Eduardo Cubillo Blasco) ni a Taro. El eco de Manrique, de Miguel G. Morales.
No son tiempos de bonanza para los certámenes de cine en el Archipiélago. El Festival Internacional de Las Palmas de Gran Canaria, que celebró el año pasado su decimotercera edición, y que tuvo como ganador en la sección oficial a la película Loneliest Planet, de Julia Loktev, no va a tener continuidad este año, al menos tal y como lo hemos conocido. Los temidos recortes, que ya habían sido bastantes malignos con este encuentro en los últimos años, han provocado que el certamen se distribuya temporalmente a lo largo de 2013, con talleres o exhibición de títulos y ciclos, una fórmula que, según aseguran desde el Ayuntamiento de Las Palmas, cambiará cuando lleguen mejores tiempos económicos.
Precisamente, los tijeretazos hicieron temer a principios de 2012 la continuidad del MiradasDoc, el Festival Internacional y Mercado de Cine Documental de Guía de Isora, al no poder afrontar el Consistorio sureño la financiación. Afortunadamente, y casi con lo mínimo, en otoño pasado se pudo celebrar la séptima edición de un encuentro ya fundamental en el panorama audiovisual de las Islas, como es el caso del Festival de Cortos de La Orotava, que también cumplió siete años de existencia y que galardonó al filme Aquel no era yo, cinta escrita y dirigida por Esteban Crespo. Del mismo modo, sigue en la brecha CineEscena, el Festival Internacional de Cine Gastronómico Ciudad de La Laguna, que cambió sus fechas del invierno al otoño y que en su segunda convocatoria galardonó a la película francesa Tímidos anónimos.
Mención aparte merece Fimucité, el Festival Internacional de Música de Tenerife, dirigido por el compositor Diego Navarro, que cerró su sexta edición con el acto oficial por los 100 años de historia de los celebérrimos estudios norteamericanos Universal Picture, una velada en la que se pudo escuchar a consagrados autores como James Horner, Hans Zimmer Thomas Newman y Alan Silvestri, entre otros.
A pesar de la crisis, la Filmoteca Canaria ha seguido desempeñando su pujante labor en defensa del patrimonio cinematográfico y con los limitados recursos que posee ha seguido programando ciclos y digitalizando películas en la medida de sus posibilidades. El dinero ha dado para que saliera publicado, en noviembre pasado, el segundo tomo de Rodajes en Canarias, volumen correspondiente al periodo que va desde el año 1951 a 1970. Y dentro del apartado de difusión, el Plan Canario Audiovisual implementó el circuito Islas de Cine, una lúcida iniciativa que llevó el producto cinematográfico realizado en el Archipiélago a numerosos municipios isleños.
En resumen, un año trufado de palabros malditos para la cultura como son recortes y ajustes, de los que el territorio del cine canario no ha sido ajeno, todo lo contrario. Pero que ha sabido buenamente sortear.