La Puntilla estaba llena a rebosar. Hacía muchísimo calor y la playa era el mejor lugar para pasar el día. Además, Valle Gran Rey había ganado en su condición de paraíso, especialmente para quienes buscan desconexión, pues desde hacía unos meses no había cobertura para teléfonos móviles. Nadie pensaba entonces que se iniciaba la mayor tragedia vivida en La Gomera en los últimos 20 años.
La terrible noticia no tardó en llegar. Primero fueron conversaciones aisladas. Y poco a poco las voces se extendieron hasta que la angustia transformó el paisaje: el monte se estaba quemando. Llegó el olor a fuego y las cenizas empezaron a cubrir los techos de los coches aparcados a lo largo de un pueblo que ya no parecía tan maravilloso. Nadie creyó, pese a todo, que aquel 4 de agosto de 2012 fuera a marcar el comienzo de la mayor tragedia que ha vivido La Gomera en los últimos veinte años. La isla vivió el peor verano desde 1984, cuando otro incendio se cobró la vida de 20 personas.
El pasado año no hubo que lamentar víctimas personales y esa fue la principal victoria frente a un fuego que, aunque pudo controlarse el 25 de septiembre, después de 48 horas sin humo en las zonas perimetrales, no se dio por extinguido hasta el 30 de octubre; es decir, prácticamente tres meses después del comienzo. Y es que sólo con la llegada de las lluvias de otoño se pudo respirar con total tranquilidad. El perímetro de las llamas superó los tres kilómetros y finalmente la superficie quemada ascendió a 2.924 hectáreas, de las que 720 pertenecen al Parque Nacional de Garajonay.
Además del ocho por ciento de la superficie total de la Isla, se vio afectado el 18% de un espacio que constituye el principal tesoro medioambiental insular, catalogado también como Patrimonio de la Humanidad. Una tragedia. Lo mismo que en el paisaje, los daños fueron cuantiosos en la ganadería y la agricultura, así como en las infraestructuras públicas, entre las que están las canalizaciones de servicios como la electricidad, el agua o las comunicaciones. Se perdieron viviendas –tan sólo en Valle Gran Rey hubo 63 casas afectadas, de las que 43 quedaron totalmente inutilizadas-, cuartos de aperos y muchos animales.
Cinco mil desalojados.- La escarpada orografía insular y las condiciones meteorológicas no facilitaron la lucha contra el fuego. El Archipiélago vivió en 2012 uno de los años más secos que se recuerdan en décadas; a la escasez de lluvias y las elevadas temperaturas se sumó el viento, que repercutió de forma muy negativa, pero más negativa aún fue la acción humana, pues son muchos los que aseguran que el fuego de La Gomera fue provocado. La base de tal argumento está en el inicio de la tragedia. Coincidieron tres fuegos de forma casi simultánea en una zona geográfica próxima y con una diferencia horaria reducida. El primer foco del feroz suceso se registró a las 14:40 horas en una zona próxima a Paredes, municipio de Alajeró; el segundo, a las 17:10 horas, en Manantiales (Vallehermoso); y el tercero, a las 17:30 horas, también en Vallehermoso, en las proximidades de Chipude.
El resultado es que se tuvo que desalojar prácticamente a la cuarta parte de la población insular, unas 5.000 personas. Y no sólo de Valle Gran Rey, sino también de los municipios de Vallehermoso, Alajeró y San Sebastián. Lugares que eran vergeles fueron devorados por las llamas, que dejaron tras de sí una imagen desoladora. “Es imposible no sentir ganas de llorar al contemplar el daño en espacios tan significativos como la Reserva Natural de Benchijigua, los Monumentos Naturales de La Fortaleza o Los Roques y el Paisaje Protegido de Orone”, comentó el presidente del Cabildo, Casimiro Curbelo.
Las pérdidas provocadas por el incendio ascendieron a 71.058.245 euros, según el informe técnico insular, que fue entregado al Gobierno de Canarias, el Ejecutivo central y la Unión Europea (UE) para solicitar las ayudas necesarias. La Gomera apeló a la solidaridad y como respuesta se pusieron en marcha acciones como un plan específico de empleo. El Servicio Canario de Empleo destina 1,5 millones de euros para políticas activas de formación y empleo, con un total de 590 beneficiarios. Y llegó también un decreto nacional para restitución de daños, no exento de polémica, pues los límites geográficos y poblacionales planteados dejaron fuera a La Gomera. El problema se corrigió y además, tal y como se había solicitado, el Gobierno nacional tramitó ante la UE la activación del Fondo Europeo de Solidaridad.
La solidaridad del pueblo.- Aún se está pendiente de la materialización de esta ayudas, de ahí que Curbelo señalara durante su intervención en el acto institucional conmemorativo del Centenario de la Ley de los Cabildos Insulares, que tuvo lugar en el Parlamento de Canarias a finales del pasado año 2012, que “es fundamental la restitución y cooperación para las ayudas a las familias afectadas por el incendio de La Gomera”. Lo que no tardó fue la colaboración ciudadana. Muchos particulares y empresas privadas se volcaron con la Isla. Se sucedieron actos benéficos y multitud de iniciativas, al tiempo que se pusieron en marcha campañas especiales de promoción turística, seminarios y todo tipo de acciones para favorecer la vuelta a la normalidad y/o evitar que se repitan hechos similares.
La campaña de reforestación de El Burrito La Gomera, las galas benéficas celebradas en diferentes televisiones o espacios públicos como el auditorio Teobaldo Power de La Orotava, la publicación en Google Maps de fotografías de zonas que no han sido dañadas por el fuego, la campaña solidaria de Cruz Roja, la donación de un euro por cada pasaje vendido que llevó a cabo una naviera o las ayudas de diferentes entidades bancarias son sólo algunos de los muchos apoyos que recibió La Gomera. La tradicional celebración de la rebelión de los gomeros también giró en torno al incendio; se suspendieron las Jornadas Colombinas y, tras los encendidos debates regionales y nacionales, a nivel insular se aprobó la creación de una Comisión Especial encargada de analizar, valorar y sacar conclusiones del incendio. El Cabildo asegura que el objetivo es evitar otra la tragedia y alejarse de cualquier interés partidista e interesado, por lo que incluye a representantes de los afectados y expertos. Sin embargo, no todos están de acuerdo. Desde la oposición y los movimientos ciudadanos se ha reclamado mayor participación y pluralidad.
Las críticas.- La gestión del incendio de La Gomera ha generado duras críticas a los gobernantes tanto insulares, como regionales y nacionales. Desde todos los bandos se han lanzado acusaciones y reclamado que se depuren responsabilidades, a las que también se ha aludido en diversas manifestaciones ciudadanas. El PP ha exigido dimisiones porque el Gobierno canario, a solicitud del Cabildo Insular, rebajó el nivel de alerta del incendio cuando se aproximaba una ola de calor y aún había focos de fuego activos, pero como respuesta se ha aludido a informes técnicos, reprochado la tardanza del Ejecutivo nacional presidido por el PP en enviar ayuda.
Además, el CCN ha presentado una denuncia ante la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife contra el presidente del Cabildo, que no llegó a prosperar, y ha participado de forma activa en manifestaciones como las organizadas por el colectivo ciudadano denominado La Gomera se mueve, surgido a raíz del incendio, en las que se corearon lemas como “más hidroaviones, menos vacaciones”, “sin flora y sin fauna, el monte es una sauna” o “Paulino, Curbelo, ¿quién apaga el fuego?”.
Sin medios.- Pocos días después de que se declarara el incendio, las condiciones mejoraron y se rebajó la alerta. Sin embargo, las buenas señales fueron sólo una tregua, pues las llamas se reavivaron para atacar con mayor virulencia. Vecinos de Valle Gran Rey hablan de bolas de fuego que bajaban por el barranco y que no había manera de parar. Un total de seis helicópteros, tres hidroaviones y hasta 1.200 operarios, tuvieron que actuar para hacer frente al suceso, en el que se sumaron efectivos del Gobierno del Estado, Ejecutivo canario, e incluso Marruecos, que cedió un helicóptero, así como Cruz Roja, AEA, Brigadas de apoyo de diferentes Instituciones insulares, la UME, operarios de la Unidad de Medioambiente del Cabildo de La Gomera, operarios de los ayuntamientos, Parque Nacional, fuerzas de seguridad y voluntarios.
Todos coinciden en que, dada la escarpada orografía gomera, han sido fundamentales los efectivos aéreos. En consecuencia, se haya vuelto a repetir la muy reiterada reivindicación insular sobre la imprescindible presencia estable en la Isla un helicóptero. Pero de momento nada ha cambiado; o tal vez sí, pues tanto a nivel nacional como regional se han suprimido fondos para combatir incendios y el Cabildo Insular es la única institución que mantiene su partida económica.
Los expertos.- El incendio también ha generado la publicación de manifiestos como el que firma medio centenar de profesores universitarios y expertos de centros de investigación. Según se ha recogido en diferentes medios de comunicación, plantean invertir mayor energía en la prevención, “para crear una conciencia social que incluya la denuncia decidida de los incendiarios y la responsabilidad que la sociedad tiene en una gestión adecuada del territorio”. Desde su punto de vista, “es más útil una reflexión pausada, intentando transmitir la importancia de una auténtica conciencia social”, que una “caza de brujas buscando culpables potenciales o que ponga en entredicho la gestión llevada a cabo”.
Confirman estos científicos que la laurisilva, difícilmente inflamable, fue “el mejor cortafuego y evitó que el norte de la Isla ardiera en su totalidad” en un incendio que se volvió “incontrolable” por “un cóctel explosivo de circunstancias”: extrema sequía, ola de calor severa, terrenos agrícolas abandonados (hechos que vinculan al cambio climático), la compleja orografía y la acción de incendiarios. El director del Parque Nacional de Garajonay, Ángel Fernández, ha dejado claro, no obstante, que “el parque está intacto en más de un 80 por ciento”.