Caída libre (con el fondo muy lejos)

“Hemos tocado fondo”. Una frase llena de connotaciones negativas sería interpretada como una bendición en los periódicos canarios. Porque la realidad es que la prensa escrita (en papel) sigue en caída libre. En Canarias y fuera del Archipiélago. Y lo más grave es que ni se ve el fondo, ni se acierta a prever dónde puede estar. No habrá efecto rebote. Y empieza a haber dudas de que al final de la caída haya otra cosa que la nada.

Los eufemismos no son aplicables a los periódicos tradicionales. Ni se toca fondo, ni hay una “desaceleración de la caída”. Y por supuesto, no existe rastro de un “efecto rebote”, ni de “brotes verdes”, ni de “señales de recuperación”. Las cifras son contundentes: los cinco periódicos locales que sobreviven en Canarias perdieron 7.669 ejemplares durante 2013, un 11,45%. Y lo que es peor, el desplome se aceleró respecto a lo ocurrido el ejercicio anterior, en el que sólo se perdieron algo más de cinco mil ejemplares (un 7,11%). O lo que es lo mismo: no hay desaceleración de la caída, sino todo lo contrario.

A este paso, los periódicos en papel desaparecerían en poco más de una década. Aunque antes, mucho antes, dejarían de ser viables. De hecho, ya pocos lo son. Y dentro de la prensa regional, menos que pocos. Más allá de difusión, los otros números tampoco son halagüeños para la prensa en papel: la publicidad sigue cayendo y los gastos, pese a los masivos despidos, no se reducen. Pero en las plantas nobles de la mayoría de los medios nadie llega a la conclusión de que mantener redacciones esqueléticas no es la solución. Y genera un efecto perverso: los periodistas se sienten cada vez más lejos de los cargos directivos. Y en este trabajo, además de un sueldo digno, se necesita creer en lo que se hace.

En el último lustro se ha juntado el hambre con las ganas de comer, la crisis económica con el uso cada vez más extendido de las nuevas tecnologías. Hay demanda de información, pero menos lectores de prensa en papel. O mejor dicho, menos compradores de periódicos: la difusión de los rotativos canarios ha caído un 42,37% desde el inicio de la crisis. Y si la comparación se hace respecto a lo que ocurría hace dos décadas, cuando existían siete periódicos (¡incluyendo vespertinos y deportivos!), las cifras invitan al llanto: casi cien mil ejemplares menos pese al nacimiento de La Opinión de Tenerife. Entonces, tras este aluvión de datos y cifras, ¿cerramos el kiosco? Y no hablo sólo metafóricamente.

Señales positivas

Pues no. Aun hay espacio para el periodismo escrito. Y para los kioscos de prensa. José Gabriel González Arias, director general de la AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles), entendía en la presentación del Libro Blanco de la Prensa Diaria 2014 que “la prensa se encuentra en un punto de partida” y que “el periódico clásico, el de siempre, seguirá siendo muchos años más el centro del negocio editorial, sobre todo por su calidad”. Eso sí, coincidía con David Firestone, subdirector del The New York Times, en que “debemos abandonar la idea de que la información de calidad es gratuita”. Y ahí está la clave: saber si estamos dispuestos a pagar tras acostumbrarnos a no hacerlo.

Y la respuesta es distinta si nos dirigimos al mercado anglosajón o lo hacemos con el español. O más concretamente, con el canario. Contenidos de pago en Internet no parece el camino en un país en el que se ve como normal bajarse música o películas… pero escandalizarse luego porque un político robe unos euros. Y como casi nadie va a pagar por recibir una información de calidad adquirida hasta ahora gratuitamente, la solución puede no estar tanto en buscar canales de cobro, sino en aumentar la calidad. Porque las cifras demuestran que, pese a la alarmante caída en la venta de ejemplares, la prensa se lee ahora más que nunca: 18,31 millones de lectores de diarios impresos y digitales.

“El público no ha dejado de leer diarios, sino de comprarlos”, se sentencia en el Libro Blanco, un dato a valorar a la hora de vender publicidad. Las cifras del EGM (Estudio General de Medios) en Canarias avalan la teoría, con cinco periódicos por encima de los cien mil ejemplares o rondando esa cifra, aunque el deportivo Marca tenga carácter nacional. Se trata de una lectura apresurada (o no tanto, si otro lee el periódico y uno espera a que acabe), pero que refleja interés por recibir información. Y es también una señal distintiva del bar en el que se apura un cortado, de la peluquería en la que se espera (con el periódico como creciente sustituto de las revistas del corazón) o del taxi en el que se viaja… aún a riesgo de marear.

Además, tanto el Libro Blanco como las cifras de la OJD desvelan que “la marca está por encima del canal. Prevalece el nombre de la cabecera, que es la que avala rigor y veracidad”. Se trata de “otro valor diferencial de los periódicos, que han sabido trasladar a sus páginas web”. Porque en España, a pesar de la aparición de numerosos medios informativos online, los más visitados y leídos son los que están ligados a una cabecera en papel. Canarias no es una excepción. Los cinco periódicos escritos que sobreviven son los medios online más seguidos. Y son también los más creídos, un elemento que debe aprovecharse publicitariamente. Y ahí surge un nicho de mercado que los editores deberían exprimir.

El ‘enemigo’ es el salvador

La vieja máxima de considerar algo verdad “porque lo pone el periódico”, se mantiene a la hora de dar más verosimilitud a lo que publica la página web de un medio escrito. Así lo afirma la agencia Carat en su Estudio sobre calidad y credibilidad de los Medios, donde además se apunta que “los diarios impresos son el medio que más credibilidad, calidad, prestigio, rigor e influencia transfieren a la publicidad. Sus lectores trasladan estos atributos de las noticias a los anuncios y a las marcas que aparecen en sus páginas”. Además, se añade que “de todos los medios digitales, los diarios online también consiguen captar los atributos de credibilidad y rigor, valores muy débiles o inexistentes en el resto de medios”.

O lo que es lo mismo: el enemigo puede ser la salvación. Dicho de otro modo: la página web, ese adversario visto como elemento que hace descender las ventas de ejemplares, puede salvar al periódico. Eso sí, para ello es preciso alcanzar un equilibrio entre ambos soportes y lograr una complementariedad, tanto a nivel informativo como publicitario. Lamentablemente, en Canarias existe un desequilibrio regional: en los medios tinerfeños aún se está lejos de lograr los niveles de calidad y actualización que sí se ofrecen en la provincia oriental… aunque en ambos casos, las ediciones online están por debajo de sus hermanos en papel, que en muchos aspectos sí soportan la comparación con los diarios nacionales.

El perfil del lector online también invita a apostar por las sinergias: del total de lectores de periódicos online, los menores de 44 años representan el 68,4%, mientras que en prensa impresa suponen el 50,3%. Y aunque en todos los grupos de edad crece el número de adeptos al ordenador o la tablet para leer el periódico, lo cierto es que cada año que pasa, la media de edad de los lectores de prensa escrita envejece casi diez meses. De lo expuesto se podría deducir que, en unas décadas, la mayoría de los lectores de prensa habitará en los cementerios, pero esto no es del todo cierto. Y no sólo porque también queden lectores de periódicos (en papel) en los bares, las peluquerías y en los taxis.

Las cabeceras seguirán siendo necesarias, porque el prestigio, el rigor, la influencia, la credibilidad y, por tanto, la cantidad de lectores (y con ella la viabilidad) de los medios online estará ligada a la existencia de un periódico en papel, de un hermano mayor que marque la pauta. No será el eje del negocio, pero sí será imprescindible. Porque como bien reconoce Catalina Botero, relatora especial para la libertad de expresión de la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos), “la prensa escrita no puede ser reemplazada por 140 caracteres”. “Una democracia necesita al periodismo profesional”, insiste, porque “pocas cosas pueden igualar su impacto sobre los funcionarios o políticos corruptos” como un titular escrito.

Sólo por eso merecen seguir existiendo los periódicos en papel. Aunque sigan en caída libre y no se vislumbre el fondo del pozo. Y necesiten a su hermano menor para sobrevivir.

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