Cáritas: caricia de la Iglesia a su pueblo

“Cáritas es la caricia de la Iglesia a su pueblo”. Son palabras del papa Francisco cuando recibió al Comité Ejecutivo de Cáritas Internationalis presidido por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga para la presentación de la Campaña contra el Hambre. Ya el papa emérito, Benedicto XVI había destacado su papel en la encíclica Caritas in Veritate (La Caridad en la verdad). Pero el esfuerzo, a veces, no es suficiente: hacemos lo que podemos, no lo que queremos.

Si el papa Francisco habló de “caricia de la Iglesia a su pueblo”, su antecesor destacó que “el amor (caritas) es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz”. Todos los agentes de nuestra Cáritas Diocesana de Tenerife tenemos mucho de lo que ambos papas dijeron en momentos diferentes. Luchamos para que quienes acuden a nosotros en demanda de ayuda no se vayan de vacío, que se les pueda dar una respuesta adecuada a sus peticiones. A veces, sólo con escucharles sus problemas, sus inquietudes, sus miedos… con el cariño y el amor que nos caracteriza a quienes llevamos Cáritas en el corazón es suficiente. Es duro, muy duro, no poder atender sus necesidades por falta de medios. Y por eso digo siempre aquello de que en Cáritas hacemos lo que podemos; no lo que queremos.

La Memoria 2013 de Cáritas Diocesana de Tenerife, presentada públicamente en fechas próximas al día de Corpus de 2014, contiene el trabajo bien hecho —¡muy bien hecho!—, de un equipo de personas (voluntarias y contratadas) que, a pesar de haber sido un año muy cruel, no sólo para quienes han necesitado de nosotros sino también para todo el personal de Cáritas, hemos continuado en la misión encomendada con amor, cariño y dedicación, con mayor tesón si cabe, al de otros años. Porque para nosotros, para Cáritas, la persona está en el centro de nuestra actuación. Lo primero es quién tenemos delante pidiendo ayuda: una persona, no el número 55, sino que es doña Julia o don Pedro. Por eso, en esta y en todas las memorias que anualmente presentamos, los números que figuran en ellas referidos a personas y familias atendidas, desde situaciones de exclusión social hasta familias normalizadas sin ingresos, tienen nombre y apellidos. No son “números sin rostro”.

Ya nos dice esto nuestro Modelo de Acción Social (MAS), pero lo digo porque en ocasiones, alguien se puede sentir como que no se le atendió debidamente. Por eso lo menciono como recordatorio o para que quienes llegan nuevos a Cáritas para colaborar lo tengan muy presente. Porque sabemos que ese es nuestro principal objetivo. Y no sólo se me llena la boca de agradecimiento a todas esas personas voluntarias y contratadas por un año de intenso trabajo y satisfactorio, sino también para la comunidad cristiana y para la sociedad en general, así como para muchas personas con cargos de responsabilidad y decisión en los estamentos públicos. Porque sin su solidaridad e implicación en forma de ayudas económicas o de cualquier otro tipo no hubiese sido posible dar los datos que la memoria refleja.

Hay un dato muy significativo que puede pasar desapercibido para quien lea la Memoria 2013 de Cáritas Diocesana de Tenerife: las subvenciones públicas (aun sabiendo que es dinero de nuestro pueblo), no son el todo para el trabajo que hemos podido realizar a lo largo del año 2013. A pesar de que el año 2014 no terminará con menos demandas, me consta con total seguridad que vamos a seguir contando con nuestra gente de este pueblo muy solidario y con los organismos públicos para poder continuar ayudando a quienes tocan las puertas de Cáritas. Pero también sé, y estoy convencido, de que vamos a salir de esta situación y que muchas familias que nos llegan sin esperanzas no tienen por qué perderlas. Nos alegramos de que, en ocasiones, quien lo está pasando muy mal nos diga: “No pierdo la esperanza, porque voy a salir de esta”.

Esa es la frase que en Cáritas queremos transmitir a nuestra gente. Pero todos a una deberíamos asumirla, y trabajar para que llegue más pronto que tarde, la ilusión y la alegría por salir adelante sin ayuda, sólo con el propio trabajo. Es lo que muchas familias anhelan. Y llegará, no lo duden. La mencionada Memoria 2013 no contiene únicamente cifras de que a lo largo de ese año hemos atendido y dado respuesta a más de 17.000 personas (unas 6.500 familias), sino que de las 460 personas que fueron atendidas en el Programa de Empleo, logramos la inserción laboral de más del 25% (116). Por supuesto, gracias a las 86 empresas que contrataron, de las 102 visitadas; y al esfuerzo de quienes desde Empleo trabajan duramente y con eficacia, para un objetivo: lograr colocar en el mercado del trabajo a quienes —en ocasiones— tenían las esperanzas perdidas.

Pero me enorgullece conocer otros datos: dentro del programa Sinhogarismo, en el pasado 2013 atendimos a 355 personas, cubriendo sus necesidades básicas en casas de acogida y centros de día. Pero es que aunque pueda parecer una cifra exigua, no quiero dejar de mencionar que se logró insertar laboralmente a nueve de ese total. Los centros de día para personas mayores ubicados en Ofra (Santa Cruz de Tenerife) y en Finca España (San Cristóbal de La Laguna) atendieron y cuidaron a 73 personas mayores. Es un trabajo que no sólo llevan a cabo técnicos contratados, sino los 26 voluntarios del programa. Logran éxitos en su trabajo, pues las terapias aplicadas prolongan bastante en el tiempo que se produzca el deterioro personal por la edad.

En Cáritas también trabajamos para llevar la esperanza a quienes pasan por situaciones de desesperación e inquietud. Por eso les invitamos a que no se amilanen y busquen las potencialidades que hay a su alrededor para que actúen, poniendo en movimiento las suyas propias. Que no se estanquen. No hay que quedarse sentado esperando a que alguien venga con nuevas reglas. Movilizarse, participar… En definitiva, se trata de despertar asumiendo como propia la esperanza que muchos tienen por recuperar su lugar digno en esta sociedad. Hagamos propio y pongámoslo en práctica, uno de los lemas de Cáritas: vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir. De esta forma podremos llevar y transmitir esperanza, haciendo posible vidas comunes de benevolencia, junto a la justicia y la solidaridad.

No puedo ni debo dejar de transcribir algunas de las palabras de nuestro obispo Bernardo, que figuran en la Memoria 2013: “Junto al trabajo directamente realizado por los departamentos de los servicios centrales de Cáritas Diocesana, quiero destacar, reconocer y valorar el gran trabajo y esfuerzo formativo realizado por las Cáritas Parroquiales y Arciprestales, las cuales ­—insertas en la realidad de los pueblos y barrios— hacen posible la cercanía y atención a los más pobres. Por eso, al leer esta memoria debemos tener presentes a tantas personas, la inmensa mayoría no remuneradas, que dedican muchas horas y esfuerzos sirviendo a los demás. Ellos, junto con todo el personal de Cáritas Diocesana, son el mejor capital y el mejor rostro de Cáritas en nuestra Diócesis”.

Una vez más, mi gratitud a usted, lector, así como a la Asociación de la Prensa de Tenerife por permitirme hablar un poco de Cáritas, qué hacemos y a quiénes servimos.

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