El divorcio del fuego

El año 2013 se recordará en la historia del Carnaval como la edición en la que tembló la fiesta de la máscara. Se preguntará por un traje de reina, por quién ganó, por la mejor canción de murgas, por un recuerdo y todo se resumirá en dos palabras: caso Saida. Y ello, a pesar de que, técnicamente, la fiesta de la máscara incorpora este año un revolucionario sistema de pantalla led que supondría un punto de inflexión.

El sistema de pantalla led debía marcar un antes y un después en las escenografías, en el más difícil todavía. Desde esta edición de 2013 el cartón piedra parecerá parte de la arqueología artística del Carnaval, para dejar paso a una pantalla de luz que acomoda el decorado a la creatividad del responsable artístico, Luciano Delgado, quien incorpora este vanguardista sistema a la fiesta de la máscara. Pero el recuerdo eterno será el de la tragedia. Y hay que remontarse a la década de los años sesenta, cuando el coso de la fiesta se desarrollaba en torno a la plaza de La Candelaria, para recordar un hecho luctuoso en la historia de la fiesta: en aquella oportunidad, a la altura del Casino Principal de Tenerife, un grupo de amantes del Carnaval se habían betunado el cuerpo como si de africanos se tratara y ocurrió que, al pasar al lado de un espectador que estaba fumando, se prendió fuego.

En la gala de elección de la reina del Carnaval 2013, celebrada el miércoles 6 de febrero, la tragedia se mascó en la trasera del escenario. Entre las aspirantes que concursaron, el diseñador Willy Jorge incorporó a su fantasía 1792 —con la que quería recrear la batalla de Horacio Nelson en Santa Cruz de Tenerife— dos cañones, uno a cada lado de su candidata. Y en cada uno instaló una fuente de fuego frío. Ya en la pasarela, a unos metros de la boca de escenario, uno de ellos se activó de forma fortuita provocando una llama que cayó en el traje que iba a entrar en ese momento al escenario y que lucía Saida Prieto, creación de Cavi Lladó (Víctor y Carolina); y que en menos de 20 segundos se convirtió en una bola de fuego.

El espectáculo que por segundo año consecutivo dirigía Juan Carlos Armas, y que tenía lugar en el recinto ferial de la capital tinerfeña, no se suspendió. La inmediata intervención de los bomberos y los efectivos que se encontraban en la trasera del escenario evitaron una tragedia. Y para las más de 6.000 personas que seguía en directo el espectáculo pasó inadvertido en el momento de los hechos, gracias también a que en esa edición el motivo elegido por la organización para celebrar el Carnaval fue Hollywood. Así, el olor a pluma quemada que se respiró en el recinto fue para algunos una genialidad del director, y parecía más… incienso.

El trajín que se vivió en la trasera, el cambio de orden de las aspirantes —pues Saida Prieto no pudo salir—, así como la ceniza que más tarde caería en las localidades más próximas al frente de escenario ya pusieron al descubierto que algo había pasado. Pero el espectáculo siguió y fueron en las horas posteriores cuando se comenzó a saber a ciencia cierta la gravedad de lo que aconteció detrás. A consecuencia de las quemaduras que le provocó su traje en llamas, y del tiempo necesario para que quienes le ayudaron pudieras exclaustrarla del cinturón, Saida Prieto presentó quemaduras de segundo y tercer grado en el 60% de su cuerpo. Una ambulancia la trasladaría desde el recinto ferial al Hospital Universitario de Canarias (HUC) y dos días después sería llevada a la Unidad de Quemados Virgen del Rocío, de Sevilla, donde permaneció ocho semanas para volver a casa e iniciar una larga recuperación con secuelas que, casi un año y medio después, permanecían.

La Cabalgata anunciadora del viernes 8 de febrero fue suspendida, el alcalde de la ciudad se trasladó y permaneció casi una semana acompañando a la familia de Saida en Sevilla y la fiesta de la máscara se desarrolló con un sentimiento apesadumbrado y temor inicial, temiendo por la vida de la joven. Y dejó una gran enseñanza: la necesidad de revisar las normas de seguridad para las sucesivas ediciones. El balance del accidente ocurrido en la gala fueron seis personas heridas, sólo una de ellas con la gravedad de la propia Saida Prieto, amén de una consecuencia penal: dos imputados por delito de imprudencias. Fueron el director gerente del Organismo Autónomo de Fiestas, Francisco Trujillo; y el diseñador del traje que incorporó los fuegos fríos, Willy Jorge.

El Carnaval concluyó, pero siguió siendo noticia con la evolución de la joven aspirante. Mientras se esperaba por conocer su evolución, una semana después de finalizar la fiesta, el alcalde, José Manuel Bermúdez, ordenó una investigación interna para depurar responsabilidades. Tres fueron las conclusiones de ese estudio. El primero, la retirada de confianza en el gerente, Francisco Trujillo, por tramitar la petición del uso de fuegos fríos en el traje de una reina sin informar al concejal responsable del área; la segunda, dar traslado de la investigación a la autoridad judicial; y la tercera, poner a disposición de la familia y los afectados a la propia administración municipal para contribuir a aclarar los hechos y paliar las responsabilidades económicas que pudiera derivar.

Lejos de menguar la tensión por los hechos acaecidos, la aparición de Saida Prieto, junto a su madre y su abobado, Juan José Rodríguez, que fue incluso retransmitida en directo por la Televisión Canaria, y luego en una aparición en una entrevista con Manuel Artiles, en Mírame TV, alimentaron el malestar de la población. Y todo ello, con un sentimiento encontrado: de rechazo y pena por lo acontecido y el sufrimiento de la joven, frente al malestar que suscitó ver a la madre cargar contra el diseñador del traje que provocó el accidente. Accidente fue justo una palabra que no figuraba en su vocabulario y denotaba el dolor por lo ocurrido.

Pasaron los meses, se sucedían las noticias de la evolución de Saida, Willy Jorge rechazó acudir a prestar declaración en la primera llamada de la juez, cesó Fran Trujillo y fue sustituido por Juan José Herrera al frente de la dirección del Organismo Autónomo de Fiestas… Al final, el Carnaval de Hollywood pasará a la historia como el año en que una aspirante resultó herida con graves quemaduras, lo que provocó una indemnización inicial valorada en 600.000 euros, si bien hasta que las secuelas no se estabilicen no se podrá fijar la cuantía final.

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