Pérdida de poder educativo

Siempre me han gustado los anuarios. Especialmente los anuarios viejos, de mercadillo, del año de Maricastaña, de los que te hacen ver el paso del tiempo y recordar que la rabiosa actualidad no es tan actual y quizá sí demasiado rabiosa. Me encargan un artículo sobre la educación no universitaria en Canarias en el 2013. Me horrorizo, ¿estoy condenado a repetir el mismo artículo del 2012, 2011, 2010… y así hasta mejor no saberlo? ¿Nada cambia?

Hago trabajo de campo y busco en la hemeroteca: recortes, interinos, becas, comedores, huelga, fracaso según Consejería, éxito según sindicatos, obras, sustituciones, FP, plazas, oposiciones, jubilaciones, acoso, X defiende la “educación pública” siendo X cualquiera que sepa coger un micrófono, normalidad en el inicio de curso, faltan plazas de FP, sobran plazas de FP, necesitamos una reforma, esa no es la reforma. Me horrorizo. ¿Nada cambia? Doy un giro a mi trabajo. Al fin y al cabo soy del gremio, sé lo que se cuece dentro, lo que hablamos en esas salas de profesores, incluso algo de los entresijos de la propia Consejería. Nuevo enfoque: busco “proideac” en Google. Ni un solo enlace en medios de comunicación, sólo referencias internas, web de la Consejería de Educación, de CEPs, de colegios o institutos. Es, evidentemente, una cuestión de consumo interior. Me digo, bien, podemos hablar de esto.

ProIDEAC es el ingenioso acrónimo que esconde la no menos ingeniosa idea (sic): “Pro integrar: Diseño + Evaluación. Aprendizaje Competencial”. Todo un homenaje sintáctico a la postmodernidad, ideas-marca en embalaje de whatsapp. ProIDEAC es el enésimo intento que emprende un responsable político de hacer política educativa. La Consejería pretende implementar un imperativo legal: la también enésima y en ese momento vigente Ley Orgánica de Educación, que requiere que el diseño y la organización de los procesos de enseñanza estén orientados a la adquisición de aprendizajes competenciales y a la evaluación colegiada de las competencias básicas. Una cuestión técnica, profesional. Difícil de explicar en pocas líneas a un lector de anuarios, ¡bien!

Objetivo: modificar la práctica docente en el aula. Adaptarla a nuevos criterios metodológicos. Constato que se han creado ingentes documentos técnicos, manuales, tablas. Dictado instrucciones. Elaborado planes de Formación. Movilizado asesores y técnicos de apoyo. Diseñado y programado un software para la gestión de esas tareas. Nada es suficiente, la resistencia de la institución es abrasiva. Se intenta imponer manu militari con los inspectores entrando en las aulas, pero finalmente las tropas nacionales alcanzan sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. La directora general que lidera el proyecto es desautorizada. No dimite. El proyecto vuelve a ser una suerte de línea de trabajo voluntaria en la que hay que motivar al profesorado para convencerles de que asuman la necesidad de un cambio. ¿Cuándo? Cómo decía el mago mal pagador, en teniendo y a tiempo de mi voluntad.

Nada cambia. Ella tampoco puede quejarse. La consejería se ha embarcado en una estrategia de enfrentamiento con un tal Wert que, desde arriba, también dice querer cambiar las cosas. Pero en este país no se acepta la legitimidad de otro para dirigir y no se asume la propia responsabilidad de actuar. Seguro que el profesor Fernández Enguita le hubiese explicado en dos tardes porqué es tan difícil que cambie la vieja institución educativa. Cobarde por vieja y conservadora por institución. La directora general, como tantos políticos que han pasado por los despachos de la Consejería de Educación, como Roy el replicante, “ha visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser… pero todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. A manos de los funcionarios que democráticamente debieron obedecerla.

Tengo que centrarme o no saldrá el artículo ¿En estos tiempos de economía y prima de riesgo, de indicadores adelantados y tasas de crecimiento, es que nadie puede darnos datos que nos permitan discutir, debatir, confrontar opiniones o simplemente quejarnos con criterio de lo que pasó en 2013? Busco de nuevo, esta vez números, entre los titulares. Dice CCOO que tras cinco años de recortes salariales, el año 2013 se cerró con una pérdida acumulada de poder adquisitivo del profesorado de entre un 44% y un 63% en función de la antigüedad y el cuerpo al que pertenece. El poder adquisitivo, según la Wikipedia, está “determinado por la cantidad de bienes y servicios que pueden ser comprados con una suma específica de dinero, dados los precios de estos bienes y servicios”.

El poder educativo

Decido aportar al debate el concepto de poder educativo. El poder educativo, dirá mi Jaimepedia, consiste en “la cantidad de valores, conocimientos y competencias que son transmitidos por una persona o institución, considerando la actualidad, utilidad y el valor social de esos valores, conocimientos y competencias”. ¿Cuál habrá sido entonces la pérdida de poder educativo de los sistemas reglados ya no en los último años sino en las últimas décadas? Busco datos, pero no es sencillo. Los más audaces, los menos conservadores (y aquí no es oro todo lo que reluce), hacen discurso complejos, pero ya lo canta Krahe: Entre los lúcidos cunde el desánimo. No es de extrañar. Son discursos paralizantes, lejos de apuntar acciones correctoras, especulan, especulan y especulan.

Así hablan, con razón, de cómo la humanidad, no Europa, España, ni la sociedad canaria, sino la Humanidad plena lleva décadas cambiando a un ritmo feroz y aquel sistema que fue creado para educar a una sociedad moderna e industrial, resulta obsoleto. Ha perdido su poder educativo. Ya no sirve para un mundo posmoderno que se cuela de la mano de cada alumno, de cada familia, de cada profesor. No hay muro que deje fuera de colegios e institutos a una posmodernidad que reniega de la legitimidad de nada ni nadie para aconsejar o dirigir, que está sacudiendo los pilares de la política, el liderazgo clásico o las grandes religiones, que se ha echado en brazos del consumo, de lo efímero, de la tecnología y de la forma frente al fondo, que consume compulsivamente información sin capacidad para seleccionarla, que percibe la ciencia y la razón como discursos inabarcables de los que se distancia porque ya han hecho su trabajo y la realidad como un late show, que no quiere esforzarse ni exigirse mientras repite el mantra
de la cultura del esfuerzo y la exigencia… de los demás.

Me contentaría con menos: si en los últimos decenios las mujeres se han incorporado masivamente al trabajo fuera de casa desapareciendo la mano de obra que asumía la logística infantil. Si han cambiado los horarios laborales y los escolares hasta hacerse literalmente incompatibles, especialmente en los períodos de vacaciones. Si la consolidación del turismo como primera fuente de ingresos exige un dominio de los idiomas que debería ser prioridad nacional. Si la TV e Internet son dos interlocutores nuevos y poderosos en el mundo educativo. Y mucho más. Entonces el sistema educativo no puede ser sólo educativo. Esa es una visión pacata, cortoplacista y posiblemente interesada. Además del educativo, el sistema tiene al menos tres frentes abiertos: uno, la conciliación de la vida familiar y profesional; dos, buscar en la integración la eficiencia de los sistemas judicial, sanitario y de servicios sociales; y tres, facilitar el acceso a la economía real.

¿Por qué no estábamos hablando en 2013 de horarios amplios y flexibles, comedores, actividades extraescolares de calidad y atención no académica en los períodos de vacaciones, bilingüismo, conexión con las empresas…? Porque somos la puñetera orquesta del Titanic. Agotador. Siempre he querido acabar un artículo con el no por tópico menos potente: el último que apague la luz. Sin embargo, me temo que en colegios e institutos podremos seguir perdiendo poder educativo indefinidamente pero que siempre habrá alguien haciendo un bonito y lúcido discurso sobre la Educación, como Sócrates. Y mientras tanto, la luz del sistema educativo permanecerá encendida. Y habrá otro Anuario del 2014.

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