2014: la alegría del Evangelio

El año 2013 finalizaba con la publicación por el papa Francisco, de un documento programático y de consecuencias importantes para toda la Iglesia: La Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio): “En esta exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”.

La publicación de La Evangelii Gaudium marca el destino de toda la Iglesia, pero centrándonos en esta diócesis y en el año 2014, al hacer memoria agradecida hay que resaltar que pasará a la historia de esta Iglesia en Canarias como el año en que el Papa canonizó al segundo santo del archipiélago: San José de Anchieta. Sobre las once de la mañana del 3 de abril de 2014, la web de Radio Vaticano, en su edición en portugués, abría con este titular: “Anchieta é santo”. Inmediatamente la noticia se difundió en el archipiélago y Brasil. A las trece horas todas las campanas de los templos de la diócesis repicaron en señal de gratitud y júbilo.

Unos meses antes, concretamente el 27 de febrero, se supo que el Papa Francisco canonizaría al jesuita lagunero José de Anchieta por el procedimiento llamado “equivalente”. De este modo todo fue más sencillo de lo que estamos acostumbrados. El 24 de abril se celebraba en Roma la Misa de acción de gracias por la canonización del Padre Anchieta. En una iglesia de San Ignacio, totalmente abarrotada de fieles, concelebraron con el Santo Padre, junto a otros obispos, los dos del archipiélago, Bernardo Álvarez y Francisco Cases, el arzobispo emérito de Zaragoza, el palmero Elías Yanes, así como una decena de sacerdotes isleños y alrededor de 80 peregrinos provenientes de la Diócesis Nivariense.

El Obispo de Roma expresó que San José de Anchieta sí que supo comunicar lo que había experimentado del Señor. Lo que había visto y oído. El Papa recordó que junto a Nóbrega, Anchieta fue el primer jesuita que Ignacio de Loyola envió a América. “Un chico de 19 años”, resaltó, “que era tanto su gozo que fundó una nación. Puso los fundamentos culturales de una nación en Jesucristo. No había estudiado teología ni filosofía, era simplemente un chico. Pero había escuchado a Jesús. Se dejó alegrar y esa fue su luz”. El Santo Padre indicó que esa fe es la base de su santidad. “No le tuvo miedo a la alegría”, añadió. Posteriormente, en nuestra diócesis se celebró, en torno al día del Santo, una semana de actos destinados a difundir mejor la figura de este santo lagunero. El 10 de mayo el prelado nivariense presidió la Misa diocesana de acción de gracias por la canonización.

Reapertura de la Catedral

El segundo hecho más destacado del año que nos ocupa para la iglesia en las Canarias Occidentales fue, sin duda, la reapertura de la Catedral de La Laguna y la celebración del Año jubilar por este feliz acontecimiento. A mediodía del 25 de enero tuvo lugar el acto institucional de finalización de las obras de reposición de las cubiertas de la Catedral. En el interior del templo estuvieron presentes el obispo Bernardo Álvarez; el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero; el ministro de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de España, José Ignacio Wert; el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, Carlos Alonso; el alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo; la delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, así como un gran número de autoridades civiles, militares, miembros del clero y representantes de instituciones y asociaciones.

Finalizaban así doce años no exentos de dificultades técnicas y económicas. Después de hacer un repaso breve a la historia del nacimiento de la diócesis y su catedral, el prelado nivariense recordó el momento del cierre al culto cuando el obispo Felipe Fernández García decreta “cerrar al culto el templo catedralicio, desde las 24 horas del día 30 de Junio de 2002 en adelante, por el tiempo que fuere necesario”. “Han pasado ya casi doce años y ahora, en estos comienzos de 2014, el 31 de enero, estamos en disposición de reabrir de nuevo al culto la Santa Iglesia Catedral de La Laguna, y poder celebrar en ella el Primer Centenario de su Consagración”, señaló.

Por otro lado, Bernardo Álvarez resumió el camino recorrido, “doce años no exentos de grandes dificultades técnicas y económicas”. Mientras las cuestiones técnicas han sido solventadas, las económicas solo lo han sido en parte. “Nos queda aún un gran esfuerzo que realizar para cubrir totalmente los gastos”, indicó. Jornada histórica para la diócesis fue la vivida la tarde del viernes 31 de enero. La Catedral reabría sus puertas y se celebraba en ella la eucaristía casi doce años después de su cierre. La imagen de la patrona y titular de la Catedral, Nuestra Señora de los Remedios, salía poco después de las cinco y media de la tarde desde la que hasta ese día era sede provisional de la Catedral, la parroquia de La Concepción.

Al llegar la procesión al exterior del templo catedral tenía lugar el acto civil en el que intervinieron el alcalde de la ciudad, el subdelegado del Gobierno, el presidente del Cabildo de Tenerife y el presidente del Gobierno de Canarias. Allí estaban también los dos obispos de las diócesis del Archipiélago. Fue el prelado nivariense quien luego daría el primer saludo a los presentes para invitar a abrir la puerta principal del templo a las autoridades citadas.

Fue un momento de singular emoción la reapertura del templo que permanecía hasta entonces cerrado. Ya en el interior el arquitecto-director de la obra, José Miguel Márquez, exponía las líneas fundamentales de las obras realizadas en las cubiertas de la Catedral, mientras el canónigo penitencial, Vicente Cruz, explicaba el sentido teológico-pastoral de una Catedral.

Al inicio de la Eucaristía, el obispo se sentó por vez primera en su Cátedra ya no provisional, arrancando un sentido aplauso de los fieles presentes. Posteriormente leyó un mensaje y la bendición que el Papa Francisco había enviado con ocasión del primer centenario del templo y de la reapertura al culto. “El Santo Padre, al considerar el sentido de ese edificio sagrado, centro de la vida de la Diócesis, signo de magisterio y de la unidad de los fieles en la fe que se proclama desde la Cátedra, les invita a confesar con la palabra y la vida a Jesucristo, Hijo de Dios vivo, edificando, como piedras vivas, una vigorosa comunidad cristiana, que sea fiel reflejo de la Iglesia plantada por los apóstoles, en estrecha comunión con las otras comunidades, con el Pastor de la Diócesis y con el Sucesor de Pedro”, indica la misiva papal que concluye impartiendo la bendición apostólica.

Bernardo Álvarez bendijo la obra nueva y a los presentes. Y entró su homilía en dar gracias a las personas, instituciones públicas, privadas, eclesiales que habían hecho posible llegar felizmente a esta jornada. El obispo comenzaba este capítulo haciendo referencia a los trabajadores que habían ejecutado la obra, a los artesanos de nuestra tierra que han puesto aquí con su cariño, lo mejor de su saber y de su hacer. Posteriormente fue citando a distintas personas que a lo largo de estos doce años contribuyeron decisivamente a las obras de la Catedral ese día reabierta. En otro momento recordó que hay que seguir haciendo un esfuerzo económico: “Lo nuestro es pedir siempre. Se la pedimos a los fieles en general. Pero no para nosotros, sino para que, por ejemplo, tengamos espacios como éste”. “Esta Catedral es de todos y para todos”, sostuvo Álvarez.

Estos dos acontecimientos, por su carácter especialmente singular, han marcado sin duda el año que nos ocupa y pasan a formar parte ya de la historia de la Iglesia en Canarias.

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