Buscando a Moby Dick en las aguas canarias

Mucho antes de que Paul Greengrases tomara la decisión de traer a Tenerife un trozo de la incandescente Atenas. Antes incluso de que Matt Damon aceptara regresar a la saga Bourne, Ron Howard decidió proyectar su versión de Moby Dick (In the Heart of the Sea) desde aguas tinerfeñas. Hollywood tiene a Canarias en su punto de mira. Al parecer, a los mandamás del cine a gran escala les gusta la luz insular.

A Hollywood le gusta la luz de Tenerife, su variedad de localizaciones… y, sobre todo, las ventajas fiscales que obtienen cuando deciden anclar una de sus superproducciones en las Islas. Somos el Almería del siglo XXI. Un plató natural en el que las cuestiones artísticas y económicas se mezclan en función de los intereses del séptimo arte. Que Ron Howard se haya traído al pesquero Essex (En el corazón del mar) hasta el litoral gomero de Puerto de Santiago es un sinónimo de opulencia tan grande como que Ridley Scott se vaya a Fuerteventura en busca de exóticos planos sobre los que montar Exodus. Y es que la tierra que no logró conquistar el almirante Nelson en julio de 1797 no se ha podido resistir a un sometimiento tan generoso como son los cheques que extienden las grandes productoras. Esta no era la primera vez que Hollywood elegía estas coordenadas atlánticas para cazar a la gran ballena blanca: John Huston entregó en 1956 a Gregory Peck la capitanía del ballenero —en los créditos también figuraba Orson Welles— durante un rodaje que contó con varias localizaciones en Canarias.

Pero ese es un cine de cinco estrellas que está a una distancia sideral del que hacen directores canarios como Víctor Moreno, José Alayón o David Cánovas. Los dos primeros compartieron precandidatura en la última edición de los Premios Goya por dos trabajos que vieron la luz en 2014. El documental Edificio España y el largometraje Slimane entraron en las quinielas de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España, aunque solo la cinta que se centró en la emblemática construcción ubicada en la Gran Vía madrileña llegó con vida a la gala final. En esa preselección también apareció el nombre de Aïda Ballmann, actriz herreña de raíces germanas que sorprendió a la crítica especializada por su papel protagonista en el filme The extraordinary tale. Una interpretación compleja que le valió el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cardiff. Ballmann, igualmente, tuvo una aparición fugaz en una de las series que mayor audiencia captó en España en 2014. (El tiempo entre costuras/Antena 3 TV). La que
sí tuvo un mayor recorrido en la adaptación televisiva de la novela de María Dueñas fue la grancanaria Mari Carmen Sánchez, la Candela en el guion liderado por Adriana Ugarte, quien tras posicionarse como uno de los rostros más relevantes del cine español grabó en Canarias un par de películas: Tiempo sin aire y Palmeras en la nieve.

El santacrucero David Cánovas, nominado al Goya en 2005 por el cortometraje El intruso, hizo realidad en 2014 su primer largometraje. La punta del iceberg, un guion inspirado en la obra de teatro escrita por el palmero Antonio Tabares, maduró en torno a un reparto en el que figuraban Maribel Verdú, Carmelo Gómez, Fernando Cayo, Bárbara Goenaga, Álex García y Jesús Castejón. “Tengo la sensación de haberme quitado un peso de encima”, dijo tras acabar un rodaje que duró 25 días. Manuel Menchón, director de Malta Radio, encontró en las Islas lo mismo que vinieron a buscar Scott y Howard, aunque con unos medios más humildes. Cine y literatura se abrazan en la cinta Unamuno en Fuerteventura, un proyecto nacional que fue producido por el tinerfeño Patrick Bencomo que relata los días de destierro del bilbaíno en tierras majoreras. Su paisano José Luis Gómez fue la pieza clave de este largometraje.

Muti y otras músicas

Casi tan importante como la presencia de Ron Howard en tierras tinerfeñas para dar vuelo a uno de sus proyectos cinematográficos fue la participación de Riccardo Muti en el XXX Festival de Música de Canarias. El maestro napolitano, director musical del teatro de ópera La Scala de Milán entre 1986 y 2005, se puso al frente de la Orquesta Sinfónica de Chicago en los cuatro conciertos que ofreció la prestigiosa formación en las dos capitales canarias. Ganador en 2011 del Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Muti diseñó en su reencuentro con las Islas un programa inundado de belleza, calidad y una complejidad que está reservada para talentos como él: fue el primer italiano que conquistó el Premio Guido Cantelli de jóvenes directores.

A pesar de que en 2014 todavía estaba en construcción, uno de los proyectos musicales del año fue el montaje de Playing Lecuona, un documental musical que profundiza en aspectos vitales del pianista Ernesto Lecuona que dirigieron Pavel Giroud y Juanma Villar, que, a su vez, ejerce como productor ejecutivo de un proyecto que manejó un presupuesto de más de 800.000 euros y que contó con la participación de los pianistas Chucho Valdés, Michel Camilo y Gonzalo Rubalcaba. La música nacional e internacional se estremeció el 25 de febrero con el adiós inesperado de Paco de Lucía en Quintana Roo (México).

Más cerca de casa, los tenores laguneros Celso Albelo y Jorge de León seguían almacenando victorias en el mundo de la ópera. “Fui osado y corrí riesgos, pero al final las situaciones me cuadraron”, manifestó De León antes de regresar al Liceo de Barcelona para dar vida a Mario Cavaradossi (Tosca). Su efervescente carrera fue motivo de un homenaje en el transcurso del XXI Festival de Zarzuela de Canarias. El caso de Celso Albelo no fue menos llamativo: el solista, otro sólido referente de los mejores programas operísticos que se diseñan en todo el mundo y señalado por la crítica especializada como el sucesor de Kraus, destila una sencillez abrumadora; una naturalidad que plasma en reflexiones como esta: “En la ópera no es bueno dar un paso más allá de tu propia zancada”.

Y es que tanto Jorge de León como Celso Albelo —el conejero Pancho Corujo se ha colado en esa terna por méritos propios— están reescribiendo con letras de oro la historia de este género musical en España. ¿Quién es el mejor? Si tuviéramos que tirar de un símil más futboleros, unos apostarían por Leo Messi y otros por Cristiano Ronaldo. La realidad dice que son tan buenos en lo que hacen que llevan años retroalimentándose por el bien de la cultura de este Archipiélago.

El 2014 también fue el año de Los hombres que bebieron con Dylan Thomas. Andrés Molina, Pedro Flores y Samuel Labrador fueron los aparejadores de una aventura bien construida en torno al poeta, escritor de cuentos y dramaturgo Galés. Y es que todo parece más sencillo si un cantautor, un poeta y un pianista unifican su talento en torno a una idea que transmite desde el primer verso un perfecto equilibrio entre belleza y sencillez. Otro músico tinerfeño que tuvo un 2014 dorado fue Jesús Agomar. Autor de la música de la exposición Istambul, el director de orquesta y compositor estuvo nominado a los Hollywood Music in Media Awards por esa partitura.

Al que no le hizo falta ir a la meca del cine para sentirse realizado fue al donostiarra Jaime Azpilicueta, director de la versión canaria del Jesucristo Superstar representada en la capital tinerfeña, quien dijo antes del estreno que “no cambiaba trabajar en el Auditorio de Tenerife ni por Broadway”. Mientras, el que celebró 30 años de estancia en los escenarios fue Pedro Guerra. “Estas canas son un signo de una madurez global”, apuntó el cantautor güimarero,

Luto y crisis

En un año en el que la cultura se oscureció por efecto de una crisis económica interminable, la noticia más luctuosa fue el adiós de Isaac de Vega. El escritor granadillero, maestro fetasiano, defendió la creación literaria desde una trinchera lejana a las reglas comerciales que dominan el mundo de la edición. Premio Canarias de Literatura 1988 y miembro de la Academia Canaria de la Lengua, este diplomado en Magisterio levantó su obra a partir de Fetasa (1957). Isaac de Vega dejó una huella imborrable cada vez que abordaba la metafísica de lo insular canario; esa mirada interior que dominaba sus textos de principio a fin.

El regreso de Martín Chirino a su Ítaca creativa, al mundo que la Fundación CajaCanarias creó en torno a una dos exposiciones que en octubre de 2014 llegaron a Santa Cruz de Tenerife y La Laguna, fue el triunfo de la perseverancia, el riesgo y la vitalidad de un artista irrepetible. Chirino es un ser capaz de dialogar con los metales para someterlos a su voluntad. “Escuchar el sonido de los astilleros, los martillos chocando contra el metal, era como oír música”, precisó el escultor tras la inauguración de Martín Chirino. Crónica del tiempo. Una crónica mucho más incómoda, pero igual de atractiva emergió con la puesta de largo de Memorias de contrabando, una muestra comisariada por Dailo Barco Machado y Alexis W. que se instaló en el Centro de Arte La Recova de la capital tinerfeña y en la que 70 artistas reflexionaban sobre el impacto que tuvo la Guerra Civil en Canarias.

La censura literaria también escribió un capitulo nacional que estalló en Canarias. El teniente Luis Gonzalo Segura del Oro Pulido impulsó su libro Un paso al frente, un alegato novelado sobre las corruptelas que existen en el Ejército español, desde el Archipiélago. Lo hizo porque inicialmente, antes de convertirse en uno de los autores más vendidos del momento, sintió el peso de un veto cuyas directrices procedían de las altas esferas militares: “Ir a la cárcel por escribir un libro no es un signo de libertad de expresión”, destacó en una de sus visitas a la capital tinerfeña.

La novela negra escribió en las Islas varios capítulos importantes a lo largo de 2014. Uno de ellos tuvo como protagonista al tinerfeño Javier Hernández Velázquez, ganador del IV Premio Wilkie Collins con Los ojos del puente. Álexis Ravelo, por su parte, ganó un año antes el Premio Hammett con La estrategia del pequinés, obra que al igual que el Moby Dick de Herman Melville tendrá vida en la gran pantalla de la mano del director grancanario Elio Quiroga, ganador en 2015 del Premio Minotauro (Los que sueñan).

Libros, autores y conspiraciones no faltaron en la XXVI Feria del Libro, que trajo a las capitales canarias a una selecta nómina de autores. Albert Castellón, por ejemplo, dijo en su visita al García Sanabria que “alguien debe explicar los intereses reales para buscar petróleo en Canarias”; el también presentador de televisión Christian Gálvez manifestó que “hay gente que se puede sentir ofendida porque yo sea escritor” y la veterana Paloma Gómez Borrero admitió que “Si Juan Pablo II fue un huracán, el papa Francisco sólo es una brisa”.

De todas las firmas que pasaron esos días por las Islas, la más polémica de largo fue la de Pilar Urbano, quien 48 horas antes de que se oficializara la abdicación del padre de Felipe VI dejó un titular impactante: “Don Juan Carlos deberá elegir si muere como rey en la cama o abdica”. ¡Premoritorio o casualidad!

Fundación CajaCanarias: 1.050 días de muestras

Sorolla, Fernando Álamo, Facundo Fierro, César Manrique, Martín Chirino… En la memoria de 2014 de la Fundación CajaCanarias están anotados 19 grandes proyectos expositivos que permanecieron abiertos al público durante 1.050 días. Sorolla, el color del mar, con 199 días, se convirtió en la propuesta más longeva —se pudo ver en las dos capitales canarias— del curso por delante de Génesis, de Sebastiäo Salgado (99 días), Martín Chirino. Crónica del Viento (95) y Fernando Álamo, 2004-2013 (87). Otro bloque destacado en el balance del pasado curso fue el vinculado con los 100.000 euros que concedió en ayudas a 32 entidades culturales. En el apartado de los galardones que concede anualmente la Fundación CajaCanarias destacó la solista Nora Beatriz Carrasco Hernández como ganadora del Premio de Música María Orán. El joven Daniel Bernal Suárez, con El tiempo de las lémunes, se hizo con el Premio de Poesía García Cabrera, mientras que Víctor Álamo de la Rosa conquistó el Premio de Novela Benito Pérez Armas con Todas las personas que mueren de amor. En cuanto al Premio de Artes Plásticas que lleva el nombre de Manolo Millares, el grancanario Ayose Domínguez Morales fue el autor de la obra (La pensadora) que recibió el apoyo de los miembros del jurado.

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