La austeridad pone Urgencias en peligro

La crisis económica y las medidas de austeridad para combatirla tomadas tanto por el Ejecutivo de Mariano Rajoy como por el de Paulino Rivero colocaron a los servicios de urgencias de los hospitales canarios al borde del caos en más de una ocasión durante el año 2014. Tras cinco años de recortes, los hospitales canarios padecen esta continuada falta de inversión. Y los ciudadanos la sufren.

La situación de caos en los hospitales canarios llegó a tal punto durante 2014 que tanto en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) como en el Insular de Gran Canaria (CHUIMI) los sindicatos convocaron sendas huelga exigiendo la habilitación de nuevos espacios y la contratación de más personal para tratar de hacer frente a una situación que en más de una ocasión calificaron de “tercermundista e indigna para los enfermos”. Y es que tras cinco años de recortes de aquí y de allí es en los hospitales de las islas donde más se nota la falta continuada de inversión. Y eso quedó reflejado a finales del año 2014 de la forma más dramática posible: con pasillos llenos de pacientes en camillas a la espera de una cama o aguardando para ser atendido correctamente prácticamente desde el mes noviembre hasta el de marzo.

El caso de Loli, una vecina de Puerto de la Cruz de 71 años que falleció en una operación tras haber pasado tres días en el pasillo de las Urgencias del HUC fue el punto álgido de una situación que llegó a calificarse como el mayor atasco en este servicio de la historia y que puso de manifiesto la saturación del sistema y la falta de medios eficaces para controlarla. Llegaron a agotarse las camas, las mantas, las sillas, las almohadas y los pacientes fueron colocados hasta en la misma puerta de entrada de las Urgencias del HUC o del Hospital Nuestra Señora de La Candelaria. La respuesta de la Consejería de Sanidad tras el fallecimiento de esta tinerfeña fue que revisaría los protocolos para darle prioridad de ingreso a los pacientes “especialmente sensibles”, aunque el propio personal recordaba que eso ya se hacía desde hacía años.

Sanidad también modificó su discurso a partir de ese momento y, además de referirse a la sempiterna epidemia de gripe como causante del aumento brusco de pacientes, por primera vez centró el foco en el envejecimiento de la población y la ausencia de recursos sociosanitarios como “factor determinante” en el número de pacientes que permanecía durante días enteros en los pasillos, puesto que el perfil cada vez es más claro: paciente multipatológico de más de 70 años y con alguna enfermedad de tipo crónica generalmente agravada por el virus de la gripe o los fenómenos meteorológicos extremos. Pero lo cierto es que la falta de inversión económica en los centros hospitalarios roza ya lo insostenible.

Como ejemplo baste el hecho de que en el HUC durante prácticamente cinco meses ha habido pacientes en los servicios de urgencia que ni siquiera podían contar con una cama y que pasaban dos o incluso tres días en sillones y todo ello debido a la falta de espacio. En La Candelaria sí que se han podido ir habilitando nuevos espacios, por más que estos no cumplen con las necesidades de los pacientes y el mejor ejemplo de ello es el aprovechamientos de las consultas previstas para Oftalmología que, durante los meses de invierno, se convirtieron en improvisadas habitaciones para los pacientes de Urgencias, aunque las camillas no entraran por la puerta y hubiera que meterlas y sacarlas, como suena, de canto.

Negar la mayor

Aunque la consejera Brígida Mendoza y la máxima responsable del Servicio Canario de Salud (SCS), Juana María Reyes, comparecieron en varias ocasiones ante el Parlamento de Canarias y también ante los medios de comunicación negando que existiese ningún tipo de colapso en las urgencias, aludiendo a que “nadie se ha quedado sin ser atendido”, lo cierto es que una vez pasado lo peor anunciaron, contra todo pronóstico y sin que nadie lo esperara, la reactivación del proyecto de construcción de un nuevo servicio en el Hospital de La Candelaria con un coste de más de ocho millones de euros repartidos en cuatro anualidades y la ampliación de las urgencias del Hospital Universitario de Canarias en 26 camas por un importe que rozaría el millón de euros.

El anuncio fue bien recibido tanto por la población como por los sindicatos y expertos en la materia, si bien las garantías económicas de que ambos proyectos se hicieran realidad eran escasas, ya que el Gobierno saliente dejaría fondos que como mucho supondrían un 10% del capital necesario para ambas obras.

Kevin García y el susto del ébola

Un hito informativo importante en la sanidad pública canaria y que conmocionó a la población no sólo de las Islas sino de todo el territorio nacional fue el caso de Kevin García, voluntario de Cruz Roja que venía de prestar sus servicios solidariamente en un hospital de campaña creado para dar respuesta a la crisis sanitaria desatada por el virus del ébola en Sierra Leona. Cuando ya de vuelta en Tenerife tras su actividad como cooperante empezó a encontrarse mal y a presentar un cuadro de fiebre elevada, el principal síntoma de los contagiados por ébola, se activaron todas las alarmas.

Si hasta ese momento había consenso en que las probabilidades de que llegara un caso de ébola al Archipiélago eran remotas, el caso de Kevin fue la mejor prueba posible para comprobar la organización y el funcionamiento práctico de los protocolos previstos en los hospitales de referencia de las islas para este tipo de casos. Y más cuando, en aquel entonces, el ébola ya le había costado la vida a dos médicos españoles de San Juan de Dios y mantenía hospitalizada (y con serio riesgo para su vida) a Teresa Romero, auxiliar de enfermería del Instituto Carlos III de Madrid.

Fue el propio enfermero tinerfeño el que dio la alerta al Servicio de Urgencias Canarias (SUC) de que presentaba los primeros síntomas de la enfermedad y eso facilitó su traslado desde el norte de Tenerife hasta el Hospital de Nuestra Señora de La Candelaria, siguiendo un complejo protocolo de aislamiento que hasta ese momento los profesionales sólo habían practicado a través de simulacros o clases formativas.

La profesionalidad del personal encargado del transporte como el de La Candelaria volvió a quedar de manifiesto, como ya había sucedido anteriormente con la crisis creada por la Gripe A. Desde el primer momento, numerosas enfermeras se apuntaron voluntariamente a realizar los cuidados necesarios a este paciente, pese a que el caso de Teresa Romero había abierto numerosos interrogantes sobre la efectividad del protocolo de aislamiento.

Afortunadamente, las pruebas realizadas a Kevin confirmaron que no se había contagiado de ébola y que sus síntomas se correspondían con el desarrollo de la malaria de la que podría ser tratado con cierta facilidad y sin que corriera peligro su vida. Para cuando fue dado de alta y llegó a su casa, su historia ya se había transformado: pasó de ser un gran susto que puso en jaque a la sociedad canaria y desató todo tipo de alarmas y temores a convertirse en el mejor reflejo posible de que la sanidad pública canaria está a altura de las mejores del mundo para afrontar situaciones de gravedad máxima. Y un factor clave para que eso sea así es la implicación y preparación de todos sus profesionales.

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