Del pasado año, como de los que le precedieron, lo primero y más evidente que puede afirmarse es que siguió siendo complicado y duro para las familias canarias. Y ello, a pesar de que, por primera vez tras siete largos años, los principales indicadores económicos comenzaron a dibujar saldos positivos, dando argumentos y razones a los estudios y organismos que pronosticaron que el final de la crisis se acerca.
Lo cierto es que esos buenos datos “sobre el papel” con los que terminó el año 2014, por más que miles de canarios no los vean aún reflejados en su día a día, permiten afirmar que lo peor ha pasado y que, como se ha demostrado a lo largo de la historia, las crisis siempre se superan. Trasladar las buenas noticias de la macroeconomía a la “vida real”, a la cesta de la compra, la vivienda, el empleo, los sueños y proyectos vitales de los ciudadanos y garantizar que Canarias inicie un nuevo ciclo económico más preparada, más fuerte y sólida, con más herramientas para afrontar vaivenes futuros, es el mayor reto que que nos dejó 2014.
Recuperar la ilusión y la confianza tras años de sufrimiento y desesperanza exige algo más que anuncios más o menos optimistas sobre la recuperación de la economía. No basta con dejar atrás la crisis, la cuestión es cómo y a qué precio la superamos. La respuesta al cómo es juntos: si no es entre todos, no lo lograremos. Si no es unidos, con el diálogo y el consenso como herramientas irrenunciables, el resultado sería una Canarias con ciudadanos de primera y de segunda categoría; y ése no es el camino. Nuestro pueblo no puede permitir que el precio para superar la crisis sea la diáspora de toda una generación, ni el aumento de las tasas de paro, de exclusión social y de pobreza, ni la desaparición del sector agrícola, o de los pequeños empresarios.
Por eso, los buenos indicios con los que acabó 2014 nos sitúan en un punto de inflexión histórico. Nos ofrecen la oportunidad de apostar por un cambio de modelo que aporte valor añadido a nuestra economía y fomente la igualdad de oportunidades y la justicia social. Un modelo que favorezca la creación de empleo estable y de calidad, que potencie nuestras fortalezas al tiempo que diversifique la economía del Archipiélago: sumar, a los pilares tradicionales que han sustentado nuestra arquitectura –turismo, construcción e inversión pública–, otros que aún no han desarrollado todo su potencial, como la investigación y el desarrollo tecnológico, las energías limpias, la agricultura ecológica o la internacionalización de ese conocimiento hacia nuestro entorno cercano en materias en las que Canarias es pionera, como el tratamiento y la desalación de las aguas, entre otros muchos ámbitos.
El cambio de ciclo económico nos exige, en primer lugar, valentía. De las decisiones que tomemos es muy probable que dependa no solo la Canarias en la que viviremos, sino también la que vivirán nuestros hijos y las generaciones que les sigan después. Es una responsabilidad compartida que debemos llevar a cabo juntos, sin dejar a nadie atrás. Tenemos la obligación, apasionante y cargada de oportunidades, de hacer frente a los retos del crecimiento económico, abriendo una senda de diálogo y de negociación dentro y fuera del Archipiélago. Aquí, en casa, y más allá, con el Estado y la Unión Europea.
Si algo nos enseñó 2014, si alguna enseñanza podemos sacar de ése y de los años de crisis que le precedieron, es que ninguna sociedad avanza si está inmersa en el enfrentamiento. Si los intereses –individuales, e incluso los muy lícitos intereses de partido– priman sobre el interés general, el interés de todos. Aspectos tan vitales para nuestro presente y nuestro futuro como un nuevo Estatuto de Autonomía que consolide las singularidades canarias en la Constitución, o el desarrollo del REF económico; tareas tan fundamentales como acometer una revolución turística que nos permita mantener el liderazgo en el sector; lograr un pacto por la Sanidad en el Archipiélago que proteja al paciente de los efectos de la crisis; articular un modelo educativo que consagre la equidad del sistema y la calidad de la enseñanza; apostar por un más que necesario diálogo entre los sectores productivos del Archipiélago como única manera de “crecer juntos” son acciones que no pueden ser fruto únicamente de la voluntad de una fuerza política, ni siquiera de un solo gobierno.
La sociedad canaria, sus responsables públicos, los agentes económicos, sociales y culturales que la conforman son, en su conjunto, los protagonistas de esa transformación, de ese tiempo nuevo, de esa oportunidad de futuro, de ese futuro mejor que se dibuja en el horizonte. Todos somos necesarios.