Conciencia y expresión cultural

La actividad artística se mueve a impulsos entre los grandes propósitos a largo plazo y la dura realidad en el día a día.

Si alguien lee alguna vez estas 1.200 palabras en las que se intenta dar una visión en lo que a plástica se refiere en un determinado tiempo en Canarias, se dará cuenta, nada más empezar la lectura, que año tras año repetimos lo mismo en lo que respecta a centros, espacios o galerías de exposiciones. Me consta que existe, o por lo menos lo parece, una voluntad por parte de las distintas instituciones de modificar la imagen de sol y playa o ampliar la oferta de plenilunios o noches blancas. Se presentan proyectos a tres, cuatro y hasta diez años vista, en los que las artes, en sus diferentes líneas, serán las protagonistas futuras, quedándose en la mayoría de los casos en un manual de buenas intenciones. Y no es que no se les ha dado tiempo para ponerse en marcha, no, es que los generadores de estas propuestas las modifican y vuelven a recomponer otras nuevas, que en muchos casos tampoco funcionan.

Las preguntas son: ¿ya no está de moda entre las nuevas o menos nuevas generaciones ir de galerías o museos? ¿Realmente son o no estas iniciativas un reclamo turístico?

Contestando a una y otra cuestión, hay que decir que necesitamos con estas iniciativas despertar la curiosidad social, reforzar en unos casos y empezar en otros los cimientos culturales, dando a conocer y valorando el patrimonio artístico, tanto pasado como presente. Lo que en el argot educativo constituye una competencia clave denominada “conciencia y expresión cultural”, orientación dada por la Unión Europea para que el individuo alcance un pleno desarrollo personal, que por norma queda muy bonito en el papel pero que por lo general no se lleva a la práctica.

Al salir de nuestros límites insulares nos damos cuenta que son apuestas que funcionan y que además de repercutir en la propia sociedad y en la economía de manera positiva, al tiempo influye en el turismo que visita los diferentes entornos. Solo hay que mirar como se han multiplicado las propuestas expositivas o de concursos entre las diferentes opciones en lugares que ya cuentan con un importante patrimonio histórico.

Por tanto, el valor de la cultura y las artes es evidente. Las salas públicas o privadas no son la única manera de proponer proyectos o dinamizar el sector. El entorno virtual y otras opciones de espacios multiusos se perfilan como alternativas que vienen para quedarse y sumarse a lo establecido. Instalaciones, proyecciones, animación, comic, moda, experiencias interactivas, arte digital… Hay que fomentar las artes más allá de normativas, proyectos o propuestas.

Breve recorrido

A la hora de gestionar un recorrido desde el anterior anuario hasta este 2017, nos encontramos de nuevo, al mirar las agendas de los principales medios de comunicación, que los peces grandes de la cultura ocuparon la mayor parte de los espacios informativos. Aun así, creemos que es justo señalar que existen otras salas que se han reinventado o continúan en la brecha realizando una gran e importante labor. Tal es el caso de Leyendecker, Stunt y Artizar o lugares como Solar, Don’t Panic, o Rastro Deco.

Isla, de Gianfranco Foschino; James English Leary, con Family en Romance, en la Leyendecker, o Me Flesh, You Meat, del artista holandés Hans Lemmen  y Tampoco el mar duerme II, de Pamen Pereira en la Galería Artizar, son algunas de las muestras a destacar.

Han pasado diez años desde que el TEA abriera sus puertas con muchas ilusiones puestas en este continente. Con un fuerte comienzo y templada continuidad, ha proseguido con mayor o menor acierto la labor para el que se construyó. Aquí y en otros espacios fuera del recinto, Fotonoviembre 2017 celebró su decimocuarta edición. Además, El Paisaje Sonoro reunió una amplia representación de las últimas obras de Ildefonso Aguilar acompañadas por música contemporánea de Samuel Aguilar.

La polémica del año

Siguiendo con el TEA, no sería serio pasar de puntillas sobre el tema que centró gran parte de la atención el pasado 2017: Pintura y poesía: La tradición canaria del siglo XX, una producción del Gobierno de Canarias con la colaboración del TEA. Comisariada por Andrés Sánchez Robayna y Fernando Castro Borrego, la exposición, en palabras de ellos mismos, quería “hacer visible el diálogo mantenido por el arte y la poesía en las Islas durante el durante el siglo XX según el lema -clásico ut pictura poesis- y, al mismo tiempo, proponer un acercamiento a ambas modalidades creadoras desde la óptica de la llamada imaginación material”. Al contrario de lo que cabía esperar, casi desde su apertura de puertas, lo expuesto llamó la atención a una parte del público por la poca presencia de mujeres entre sus artistas. Es cierto que el género femenino ha sido ninguneado en muchas etapas de la historia y personalmente, creo que, en ocasiones, también en la actual, pero con respecto a esta muestra la solución que se tomó no fue la adecuada olvidándonos del valor de lo expuesto. Por tanto, alejándonos de los bandos, me quedo con que fue una exposición de ideas y no de géneros.

Con la denominación de MAPAS se celebró por primera vez en Tenerife el pasado julio un mercado profesional para el encuentro de artistas de todas las artes escénicas en vivo creadas en el Atlántico Sur, con responsables de programación venidos de todas partes del mundo. Hay que decir que con una gran aceptación por parte de los asistentes

Carlos Saura fotógrafo. España años 50 fue una exposición producida por Círculo del Arte en colaboración con la Fundación CajaCanarias que reunió una amplia muestra de imágenes históricas, crónica visual de una España desaparecida. También en el Espacio Cultural de esta entidad en Santa Cruz se exhibió Chema Madoz XXI, una amplia selección de la obra realizada por el fotógrafo madrileño entre los años 2000 y 2014, que ofreció una oportunidad excepcional para transitar por el singular universo del artista.

Los nuevos aires han sentado bien al Círculo de Bellas Artes. Su agenda ha estado repleta no sólo de muestras, sino también de diferentes actividades. Aquí, el universo grafitero ocupó sus salas con la colectiva Canary Flavour, que reunió el talento de 20 muralistas, entre ellos, Louis Lambert e Iker Muro, comisario de esta iniciativa.

El Cabrera Pinto en La Laguna desarrolló su labor expositiva con diferentes muestras como 25 ft. Orientaciones 2017, una retrospectiva del artista José Luis Pérez Navarro, o la obra de uno de los artistas más singulares de la escena de principios del siglo XX en las Islas: Juan Botas Ghirlanda.

Algunas exposiciones vistas en Tenerife se mostraron en espacios de otras islas tal es el caso del CAAM, Hospital de San Martín o La Regenta en Gran Canaria. Además, estos espacios contaron con su propia programación destacando la creación de Espacio CV. Creatividad y Visibilidad, un programa nacido para la promoción de artistas jóvenes residentes en Canarias; Pepe Dámaso, una retrospectiva dedicada a este artista del siglo XX en Canarias a través de 150 obras; o Inquietud abstracta, dedicada a la artista Lola Massieu.

Al tiempo, también en esta isla, galerías como la de Saro León continuaron con su labor y su agenda destacando títulos como Pintar no sirve, de José Otero.

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