Esperando el maná del turismo

Ganar valor añadido a través del conocimiento e introducir en mayor medida la I+D+i son los retos para el principal sector económico isleño.

Existen pocas dudas de que la buena marcha del turismo actuó durante la crisis como tabla de salvación de la economía canaria. Tras unos titubeos iniciales, el sector ha engrosado sus cifras de negocio y ha creado miles de puestos de trabajo. La discusión estriba en la calidad del empleo generado y en la, según muchas voces, insuficiente aportación de la llamada primera industria de las Islas a la riqueza y el bienestar generales.

El año 2017 finalizó con un nuevo récord en la llegada de visitantes, que ha impulsado los ingresos del sector alojativo hasta los registros más elevados del país. Desde el punto de vista de la rentabilidad, las cifras solo son comparables a las que exhibe Baleares, aunque la marcada estacionalidad que caracteriza al archipiélago mediterráneo concentra este próspero negocio en solo unos meses del año, mientras que en Canarias se extiende de manera regular a lo largo de todo el ejercicio. La pregunta que se le dirige al empresariado turístico es: si el sector va viento en popa y la economía isleña depende en gran medida de él, ¿por qué los salarios en Canarias no abandonan las últimas posiciones del país? 

Las patronales hoteleras y extrahoteleras de ambas provincias defienden que los sueldos han subido durante los últimos años, fruto de los acuerdos alcanzados entre organizaciones empresariales y sindicales en el marco de los convenios colectivos de ambas demarcaciones, que recogen incrementos de entre el 1% y el 1,75% para cada uno de sus cuatro años de vigencia. Que la mejora retributiva se haya producido no es objeto de controversia, pero sí la desproporción entre su magnitud y la de los incrementos experimentados por los precios de los hoteles y los índices que miden la rentabilidad de los establecimientos, en especial los ingresos por habitación disponible, que durante el año pasado registraron un alza cercana al 7%, según los datos del Instituto de Estadística de Canarias (Istac). En el mismo periodo, los ingresos totales obtenidos por los hoteles y apartamentos de la región han crecido un 6,7%, hasta alcanzar los 4.137 millones de euros. La estadística oficial también revela que el aumento del empleo ha
sido inferior al de las cifras de rentabilidad e ingresos, un 4,1% (de 58.754 trabajadores en 2016 a 61.181 en 2017, aunque los datos de este último ejercicio aún son provisionales).

Voces críticas

Las voces críticas han destacado, además, las diferencias con, precisamente, Baleares, donde la subida salarial pactada –con la mediación del Gobierno autonómico– suma un 17% en cuatro años, un crecimiento que la presidenta balear, Francina Armengol, calificó de “histórico” durante una reciente visita a Canarias.

Los sindicatos –junto a colectivos de trabajadores unidos para defender sus intereses específicos, como las camareras de piso o kellys– han sido quienes más han elevado la voz ante lo que consideran la precarización del empleo turístico. CCOO y UGT alertan de que el número de contratos progresa a un ritmo mucho mayor que el de ocupados, lo que, a su juicio, pone en evidencia una alta temporalidad en el sector. El hecho de que el turismo haya dejado atrás la temporalidad –el volumen de clientes que visitan el Archipiélago en verano empieza a sobrepasar al de turistas que lo hacen en invierno, anteriormente considerada la temporada alta– no justifica, según las organizaciones empresariales, unos niveles de eventualidad a los que hay que añadir el creciente peso de los contratos a jornada parcial.

La renovación de la planta hotelera y su ascenso de categoría puede constituir una vía para que el personal de los hoteles acceda a mejoras retributivas, puesto que los hoteles de cuatro y cinco estrellas disponen de tablas salariales superiores a los de menor categoría, tal y como se han encargado de puntualizar las propias patronales. La consultora Deloitte advirtió el pasado año de que el sector alojativo en Canarias debe reforzar sus inversiones en este aspecto para crecer todavía más en rentabilidad y hacer frente a la incipiente, pero innegable, recuperación de los destinos del Mediterráneo, en especial Túnez y Turquía, aunque también Egipto y Grecia.

Desde el mundo académico también se ha enviado un mensaje al sector: el turismo no es solo recibir y atender hoteles, algo en lo que Canarias es una indiscutible potencia mundial. Ganar valor añadido a través del conocimiento, introducir en mayor medida la I+D+i y avanzar en actividades como la comercialización o la intermediación –y reducir, de esta manera, la dependencia de los touroperadores– son los retos que, según los investigadores universitarios, debe afrontar el turismo en las Islas para dar un paso adelante y socializar sus beneficios.

Pero si hay un asunto que sobre el que ha girado el debate sobre el empleo turístico en los últimos años es la situación de las camareras de piso, que estuvo a punto de dar pie a una huelga en fechas claves de 2017 –Navidad y Año Nuevo–, desconvocada en el último momento. Este colectivo profesional denuncia que sufre una sobrecarga de trabajo que obliga a la mayor parte de las camareras –las asociaciones hablan de un 90%– a prejubilarse con pensiones de invalidez. Los dolores y molestias derivadas del exceso de tareas y de la falta de aplicación de los preceptivos planes ergonómicos –se elaboran pero no se ponen en práctica, sostienen– conducen, asimismo, al consumo de analgésicos y a un deterioro de la calidad de vida que hace mella en las trabajadoras.

La marcha atrás en el paro convocado para finales de 2017 respondió a la voluntad manifestada por las administraciones –la Inspección de Trabajo y la Consejería de Empleo del Gobierno regional– de interceder ante los empresarios para aliviar las condiciones de las kellys. A esta mediación se suman varios pronunciamientos –en el Parlamento canario y el Congreso– para adelantar a los 58 años la edad de jubilación de estas trabajadoras. La patronal hotelera de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, junto al Cabildo tinerfeño, han articulado planes para favorecer el retiro anticipado de las camareras de piso, una medida que se topa con el alto coste que supondría para algunas empresas, en especial los hoteles y apartamentos situados en las zonas turísticas más obsoletas y menos competitivas. Para superar este obstáculo, Ashotel ha sugerido que los establecimientos localizados en municipios con convenios urbanísticos de rehabilitación –en el caso de Canarias, Puerto de la Cruz y San Bartolomé de Tirajana– puedan
beneficiarse de los fondos asociados a esta figura para renovar el personal, de la misma manera que se les concede financiación para renovar sus espacios e infraestructuras.

Pese a su intensa actividad, las camareras de piso se han topado con un problema a la hora de promover movilizaciones: la falta de unidad sindical. El surgimiento y consolidación de una nueva organización, Sindicalistas de Base (SB), escindida de CCOO y muy pujante en Tenerife, ha añadido complejidad al panorama de la lucha obrera en el sector. Ni Comisiones Obreras ni UGT apoyaron la huelga navideña, de la misma manera que SB no respaldó la manifestación contra la “explotación laboral” convocada por las centrales de ámbito nacional –y que finalmente también fue suspendida, en este caso por los atentados terroristas de Barcelona. 

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