Risas con denominación de origen

A la estela de Manolo Vieira, una nueva hornada de humoristas canarios consigue su audiencia a través de los nuevos soportes.

Ya nadie cuenta chistes. Las sobremesas se aderezan ahora con una liturgia de traspaso de móviles o de wasaps, con el vídeo o la ocurrencia del momento. No me parece mal, pero a veces echo de menos el chiste rápido, la performance momentánea bien contada, aunque el intérprete sea tu cuñado y no Manolo Vieira.

En justicia, Vieira tampoco es un mero contador de chistes, es un creador de personajes que caricaturiza al vecino de al lado, a un primo lejano o al propio marido. Vieira nos muestra a alguien que conocemos bien en una circunstancia en la que lo importante no es el final del chiste, que lo es, sino todo lo que le acompaña.

No sé si mi admirado Manolo es el padre de la hornada de humoristas que en la última década está llenando teatros y viralizando vídeos en YouTube, pero es un referente, un punto de partida de cuando en Canarias el humor no daba para hacerse un nombre.

La radio fue el medio de Juan Luis Calero, otro diseccionador de personajes que no necesitó nunca del chiste para hacer reír. De hecho creo que nadie habrá escuchado un chiste a Calero. Por lo menos uno de esos de inicio, nudo y desenlace. Calero es el humor blanco y entrañable que nos retrata la visión de las cosas a través de la sabiduría de personajes sin aristas. Puros en su simpleza.

El tercer pilar de la nueva hornada de humoristas es Piedra Pómez. Estilistas de la palabra, el retruécano, el doble sentido con tirabuzón.

Colgados del móvil

Y a partir de ahí las nuevas tecnologías. Sin móvil es imposible entender la repercusión del humor made in Canarias. Antes de llenar teatros hay que acumular visionados en la red. El Supositorio multiplicaba en YouTube las geniales crónicas de un pueblo llamado Chigüesque que previamente emitían en televisión. Darío López supo adaptar sus performances carnavaleras para el consumo de redes sociales, y Aarón Gómez tiene la intuición para hacer viral un gag que parece una editorial sobre el tema del momento…

A estas alturas estarán conmigo en que el humor canario tiene masa crítica suficiente para dotarlo de Denominación de Origen. Porque contra lo que se suele decir yo creo que hay humor que no es exportable, es autoabastecimiento de ingenio para entender al maestro Florido o situar los relatos de Kike Pérez, de quien me pregunto si lleva algo escrito en sus espectáculos o le basta su enorme simpatía para meterse a la gente en el bolsillo. Me he partido de risa escuchando las crónicas palmeras de Petite Lorena y me he dicho entre lágrimas (de alegría) que nadie de fuera podría entender nuestro humor canario, con ese regocijo del que sabe que guarda un tesoro único y escondido…

Farray o la irreverencia

Luego vendrá Ignatius Farray a quitarme la razón con su chute de anarquía impredecible. Al fin y al cabo cuando se amorra a los pezones de su público (literalmente), sabe que nadie se va a preguntar por la procedencia de su locura, aunque muchos se pongan a gritar de dónde ha salido ese tío. Un licor fuerte que escupes al primer trago o te engancha para siempre.

El humor canario al alza, con ese toque teatrero y a ratos ácido que sabe imprimirle Abubukaka que puede presumir incluso de tener en su haber un sketch censurado. Porque normalmente los comediantes son respondones.

Una vez leí que el humor es el amor a la creatividad del ser, y que me perdonen por ponerme estupendo, pero a lo que voy es que todo humor me parece inteligente. Somos un pueblo que se sabe reír, y si no que se lo pregunten a Instinto Cómico, que siguen recorriendo los teatros de todas las islas, llenos a reventar. Así que permitan que me reboce en esta montaña de talento que tenemos en las Islas, disculpándome porque los que se me quedan fuera y recordándoles, como dice Ignatius (aunque él no se acordará), que la comedia es lo más parecido al amor. Amor para todos… y a reír.

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