El sector editorial canario resiste pese a la ‘competencia desleal’ que ejerce sobre ellos el Gobierno regional
El sector editorial en Canarias no está pasando, como el resto de las industrias culturales, su mejor momento. La declaración del Estado de Alarma el año pasado para frenar la expansión de la Covid-19 tuvo efectos devastadores entre los profesionales que contra viento y marea lograron, al menos hasta febrero de 2020, que el negocio de editar libros caminara e incluso generara cierta expectación entre sus lectores.
Una expectación todavía reducida pero lo suficiente para que tanto el iniciado como el profano reconociese a algunos de los escritores o escritoras que publican dentro como fuera del archipiélago. Más en unos tiempos donde parecía que se había solventado uno de los grandes problemas de las editoriales canarias como es el de la distribución, situación que no termina de normalizarse en las islas. Con todo, y recién iniciado el 2021, se pudo asistir al alumbramiento de una nueva editorial canaria, Nectarina, que dará mucho que hablar.
Sin embargo y ante este panorama, la conclusión es que el sector no tiene muy claro el futuro que se avecina, aunque sí que son conscientes de que costará mucho reconstruir lo alcanzado, motivo que genera incertidumbre. Al habla con diez de ellos(1), la mayoría de los editores calificaron el momento actual de “devastador” y sin visos de que la cosa mejore.
En cuanto a la toma de posiciones del Gobierno de España, éste acabó por responder tarde y mal. Y con escaso tacto a las demandas del sector cultural en general mientras que el de Canarias apostó por el reparto de dinero para cubrir las necesidades mínimas de los profesionales, lo que se agradece porque al menos hubo un intento de salvar los restos de lo que se prevé un naufragio, pero no se explica, sin embargo, porque la Viceconsejería de Cultura responde en 2021 con una política editorial abusiva y desleal que ha hecho mucho daño al sector. Es como si su intención fuera la de estrangular un poco más, si cabe, a los editores canarios.
El tsunami económico que ha provocado la crisis de la Covid-19 ha mellado también las ventas en librerías tras permanecer dos largos meses cerradas
En cuanto a la apuesta digital, ésta no convence de momento a los profesionales de la edición, aunque algunos han dado el salto a esta herramienta con cierta timidez al ofertar libros que pueden descargarse en sus páginas web mientras unos pocos independientes (se pueden contar con los dedos de una sola mano) han levantado editoriales en Canarias dedicadas exclusivamente al libro digital.
Los editores encuestados coincidieron en lamentar por otro lado que el Gobierno de Canarias a través de la Viceconsejería de Cultura, así como los cabildos insulares no se hayan tomado en serio sus demandas. Que los hayan ninguneado(2).
La poeta y escritora Elsa López, de Ediciones La Palma, no entiende así el apoyo que las instituciones prestan “a editoriales peninsulares comprando libros de autores canarios, y pagándoos a precios desorbitados mientras escasean las compras a editoriales que editan también a autores de las islas sin que se les ofrezca ayuda para sacar esos libros a la calle, venderlos y distribuirlos”. Y concluye que para cambiar las cosas “hace falta voluntad de hacerlo” y una buena gestión desde dentro del Gobierno regional.
El panorama tras el confinamiento y el establecimiento de una “nueva normalidad” en permanente estado de alarma es que actividades periféricas del mundo de la edición como las presentaciones, encuentros y festivales —el año pasado se celebró en octubre la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria y a principios de diciembre la Santa Cruz de Tenerife— se cancelen o se celebren en otro mes aunque se han mantenido semanas literarias solo que, preferiblemente, al aire libre y ajustándose a las medidas y protocolos de prevención (lavado de manos, mantener la distancia social y el uso de la mascarilla en lugares públicos) que demanda el momento actual.
El papel del Gobierno de Canarias
Eltsunamieconómico que ha provocado la crisis de la Covid-19, y todavía no ha venido lo más crudo del crudo invierno, ha mellado también las ventas en librerías tras permanecer dos largos meses cerradas, por lo que el panorama dibuja una línea en sentido descendente que ha cogido velocidad de crucero en los últimos meses.
La crisis de la Covid-19, los meses de confinamiento, y el despertar en una nueva normalidad que no es la de antes, aunque la inercia haga pensar lo contrario, provocó fenómenos que hasta ahora resultaban insólitos en el sector editorial canario como nacional. Uno de ellos fue la avalancha de títulos publicados durante los meses de mayo y junio, pero también, y es lo más extraño, los de julio y agosto de 2020. Destaca además que uno de estos títulos (que no presenta ninguna editorial de las islas, sino andaluza) despertara el interés de lectores no solo a nivel local sino también nacional por lo renovadora de su propuesta: Panza de burro (Barrett, 2020), de la escritora y periodista tinerfeña Andrea Abreu.
Las críticas al Gobierno canario y a la Viceconsejería de Cultura aumentan por su falta de reflejos. Se exigen cambios en sus políticas y planteamientos acordes a la nueva normalidad. En este aspecto, los editores denuncian “competencia desleal” del Ejecutivo regional, porque apuesta por publicar sus propios libros sin convocar concursos públicos y, en otras ocasiones, estimula que ese trabajo lo realicen editoriales peninsulares. No se entiende así el apoyo que las instituciones ofrecen a estas empresas de fuera, ni por qué se adquieren libros de autores canarios y se pagan “precios desorbitados, mientras escasean las compras a editoriales canarias que editan también a autores de las islas”.
La paralización de novedades ha obligado además a que descienda drásticamente el nivel de ingresos de las propias editoriales lo que agrava, más si cabe, un panorama muy complicado, sobre todo si se tiene en cuenta que el libro no es, precisamente, un producto barato. Se exigen por ello políticas planificadas de “quienes nos gobiernan” y menos improvisación.
La primera demanda solicita que el Gobierno canario deje de hacer de editor para que no compita con las empresas del archipiélago que de verdad se dedican a esto.
Al sector le resulta igual de incomprensible que tras mantener reuniones con varios representantes del arte en las islas (músicos, teatro, danza y cine, entre otros) y repartido subvenciones para proyectos se haya “ninguneado” a las editoriales. Más cuando los escritores que editan bajo sello canario estaban viviendo un momento dulce hasta la declaración del Estado de Alarma.
Entre otras medidas para paliar la situación, Jorge Liria, de la Editorial Mercurio, reclamó la existencia de un organismo que garantice existencias suficientes en las bibliotecas canarias. “No un organismo de ayudas a ediciones, sino que permita el acceso de los libros en todas las bibliotecas, tanto municipales, insulares o escolares” por lo que, a la espera de que se organice con fundamento, cabe concluir con una pregunta que no obtendrá respuesta: ¿qué pasará, precisamente, con las bibliotecas?, ¿hasta dónde llegará el recorte por culpa del dichoso virus?
Con todo, y como escribió Pedro García Cabrera, “la esperanza me mantiene”, pero hay que ser conscientes que los efectos de la pandemia han dejado grogui, pero no KO, a un sector que tiene y debe de levantar cabeza.
(1) Para tomar el pulso al sector editorial canario durante el confinamiento conversamos con representantes de diez editoriales canarias (Tenerife, La Palma, Gran Canaria y Lanzarote) en un amplio reportaje que publicó El Perseguidor, páginas culturales que publica Diario de Avisos en su edición del domingo 26/04/2020 y en el blog cultural El Escobillón (elescobillon.com) el 2/05/2020.
(2) Los editores consultados en este artículo fueron Jorge A. Liria (Editorial Mercurio, Gran Canaria); Zebensui López Trujillo (Le Canarien, Tenerife); María Jesús Alvarado y Juan Ramón Tramunt (Puentepalo, Gran Canaria); Emilia Vié y Manuel Pérez Cedrés (Ediciones DelMedio, Tenerife); Ánghel Morales (Ediciones Aguere, Tenerife); Guadalupe Martín Santa (ATTK Editores, Gran Canaria); Tito Expósito (Baile del Sol, Tenerife); Remedios Sosa (Centro de la Cultura Popular Canaria, Tenerife); Ismael Lozano (Editorial Siete Islas, Lanzarote); Elsa López (Ediciones La Palma, La Palma) y Elena Morales (Escritura entre las nubes, Tenerife)