Resumir en apenas 800 palabras un periodo como 2019 y 2020 es hablar de pandemia y de rehacer todo el trabajo que habíamos hecho para sacar adelante un presupuesto en el Cabildo de Tenerife en el que habíamos puesto mucha ilusión, proyectando nuestras ideas y desarrollando las que venían de atrás.Pero llegó el Covid-19 y truncó nuestros planes, nuestras vidas, nuestro futuro más inmediato. Tras el golpe inicial y lamentando las muchas vidas que aún se lleva por delante este virus, el reto fue rehacer completamente el presupuesto del Cabildo. Me basta echar la vista atrás para recordar aquellas largas y densas reuniones en las que había que tomar muchas decisiones difíciles, complicadas, siempre pensando en salvaguardar la salud de las personas y, a la vez, preparándonos para las consecuencias económicas que ahora estamos viviendo.
Preparamos un plan de reactivación de la economía de la isla que buscaba amortiguar de forma rápida el golpe a los más desfavorecidos, mientras recomponíamos nuestra propia economía en la corporación, dañada por la falta de ingresos derivada del cese de la actividad económica durante varios meses. El turismo había desaparecido. Impensable.
Pero sabíamos que el problema no era estructural, sino coyuntural; teníamos claro que volveríamos a la vida casi normal, como estamos haciendo no sin pocos esfuerzos, y que debíamos estar preparados para la vuelta. Ayudar a los que dejaron su negocio suspendido en el tiempo del confinamiento para que, poco a poco, vayan incorporando al trabajo a sus empleados a medida que se recupera la actividad económica. Para eso preparamos las ayudas para el mantenimiento del empleo, para que los ERTE que este Gobierno progresista ha puesto en funcionamiento como nunca antes en España, pudieran ir quedando atrás para dar paso a los contratos.
Activamos un plan de empleo en coordinación con los ayuntamientos para que con 18 millones de euros puedan ayudar a sus habitantes a mitigar la falta de empleo en estos momentos. Hemos flexibilizado las normas para que las empresas que tengan algún pago pendiente de tributos o con la Seguridad Social no se queden atrás a la hora de pedir ayudas. Pero además, vamos a repartir entre ayuntamientos y entidades sociales casi diez millones de euros en ayudas de emergencia social. Nunca antes había tenido el Cabildo una respuesta así.
Siempre supimos que volveríamos y, por eso, presentamos una nueva marca de destino, con un plan de marketing ambicioso que está dando sus frutos y que hemos basado en las emociones. Han sido tantas las que hemos vivido en este año de pandemia que no podemos dejar de mencionar la tristeza, la desazón, el miedo, la incertidumbre…pero también la alegría, la esperanza, la felicidad de saber que vamos saliendo poco a poco de esta situación inimaginable. Jamás pudimos pensar en un escenario como este.
Hoy, casi dos años después, recuerdo la calima tan grave que llegaba a las Islas a la vez que los seis incendios que sucedieron al unísono en zonas urbanas; los ceros energéticos, la quiebra de Thomas Cook, y los esfuerzos que hemos hecho para comunicar a la población en todo momento qué tenían que hacer.
Pero no es este anuario un contexto para rememorar solo contrariedades, también para destacar la importante labor que han hecho los medios de comunicación en la información y transmisión de mensajes de sosiego, de calma, de responsabilidad y de esperanza ante un reto como es la comunicación en pandemia. Entender toda la información médica, las actualizaciones del BOE, del BOC y de cada ayuntamiento y conseguir que la ciudadanía entienda qué tiene que hacer.
No ha sido fácil, desde luego. Nadie entra en política para ir por un sendero sin obstáculos, pero es la forma de afrontarlos la que nos distingue: saltando para no caernos o saltando para que nadie caiga.