Los destinos turísticos de Canarias alzan la voz

Los trece municipios que conforman la AMTC reclaman un mayor peso en la toma de decisiones, legitimados al albergar el motor económico del Archipiélago

Los ayuntamientos de Adeje, Arona, Guía de Isora, Mogán y San Bartolomé de Tirajana tomaban en noviembre de 2016 la iniciativa de constituir la Asociación de Municipios Turísticos de Canarias (AMTC).

“La decisión llega después de un proceso de reflexión sobre el peso de los municipios turísticos en la economía de nuestra región y el descompensado papel que, pese a ello, jugamos en la toma de decisiones sobre el sector turístico que realizan diversas instancias supramunicipales”, explicaban en un comunicado de prensa emitido entonces.

En unos pocos años, la asociación crecía hasta los trece municipios, sumándose a la idea: Teguise, Tías, Yaiza, Pájara, Antigua, La Oliva, Santiago del Teide y Puerto de la Cruz. El éxito de la iniciativa ha despertado inquietud y recelo a parte iguales en otras administraciones.

Pero el desafío de estos municipios tiene su razón de ser si se echa un vistazo detenidamente a los datos. De los casi cuatro millones y medio de visitantes que tuvo Tenerife en 2019, el 80% se alojó en los cinco destinos de esta isla que forman parte de la AMTC. En el caso de Gran Canaria el porcentaje se eleva al 90% para tres millones y medio de turistas. Sube al 94% en el caso de Lanzarote, con casi dos millones y medio de visitantes. Y sube aún más en Fuerteventura: 96%, para 1.700.000.

En Canarias se ha asociado equivocadamente el concepto municipio turístico con municipio rico, sin pararse a pensar en el desgaste que sufren los mismos en infraestructuras y en servicios públicos en general. Pongamos como ejemplo Mogán, que con 20.000 habitantes tiene 40.000 plazas alojativas entre hoteleras y extrahoteleras. Una cifra a la que se deben añadir los miles de personas que se desplazan al municipio a trabajar o aquellos vecinos de Gran Canaria que deciden pasar un día de playa en Puerto Rico, Anfi o Amadores.

En Canarias se ha asociado equivocadamente el concepto municipio turístico con municipio rico, sin pararse a pensar en el desgaste que sufren los mismos en infraestructuras y en servicios públicos en general

En los últimos 25 años la cifra de visitantes a Canarias se ha multiplicado por tres. Los sures de las cuatro islas más turísticas han crecido espectacularmente y ello está provocando situaciones de un claro déficit de infraestructuras. El caso de Tenerife es paradigmático, un lugar donde a finales de la década de los 70 del siglo pasado se construyó el aeropuerto Reina Sofía a toda velocidad, cuando la autopista entre Santa Cruz y el sur acababa en los túneles de Güímar. Se empezó la casa por el tejado.

Si bien es cierto que la realidad hoy es otra, la tendencia se mantiene y el déficit sigue existiendo. La TF1 desde San Isidro hasta pasado Adeje funciona como una rambla, con grandes zonas urbanizadas en sus márgenes, la vía sufre constante atascos, hasta el punto de que los hoteleros –hasta que llegó la pandemia, claro está–, recomendaban a sus clientes salir con margen –un par de horas– para evitar que el atasco les hiciese perder el vuelo de vuelta.

La comarca que actúa como motor económico de la isla más poblaba del archipiélago lleva décadas reclamando un hospital público. Hablamos de una zona que solo dispone de un parque de bomberos profesionales, el de San Miguel.

En 2020 empezaron por fin las obras del edificio de enlace entre las dos terminales del del aeropuerto sur. Otro sinsentido: AENA construye una terminal hace una década y la mantiene sin uso porque falta el edificio para conectarla con el resto de las instalaciones.

El Reina Sofía es, de los grandes aeropuertos del país, el que peor aspecto ofrece. No resiste una comparación con Málaga o Bilbao, por poner dos ejemplos de sobra conocidos.

El aeródromo tinerfeño tiene singularidades difíciles de explicar: pasado al embarque se sube una escalera, se recorre un pasillo y se baja una escalera. Se desconoce la razón de tan inútil recorrido, salvo que se busque que los pasajeros estiren las piernas antes de montarse en el avión.

Resulta evidente que AENA no ha invertido en el Reina Sofía lo que la puerta de entrada a Tenerife merece. La única explicación que tiene es que lo recaudado en este aeropuerto se haya utilizado para otras instalaciones. Córdoba tiene un bonito aeropuerto muy poco usado, por poner un ejemplo de inversiones estales de difícil explicación. El modernísimo Barjas, el quinto aeropuerto de Europa, si sufre una nevada no puede operar con una sola pista de las cuatro con las que cuenta. Necesita dos, una para aterrizajes y otra para despegues, algo muy difícil de entender para alguien de la calle.

Entre los problemas originados por la falta de planificación que amenaza con estrangular el motor económico de Tenerife figura también el puerto de Los Cristianos, en el corazón de la zona costera de Arona, instalación que conecta la isla capitalina con La Gomera, La Palma y El Hierro, enlace vital por tanto para el tránsito marítimo de mercancías y pasajeros. Hablamos de una infraestructura claramente insuficiente para esas necesidades de conexión.

El sur de Tenerife ha vivido décadas de desarrollo mal planificado, única explicación para lo que ocurre con el puerto de Los Cristianos o para el instituto de aulas prefabricadas de Guaza, un monumento a la provisionalidad que se ha convertido en eterno.

Competencias

Tiene cierta lógica que esta asociación caiga antipática a algunos responsables públicos cuando ha señalado las carencias de las políticas turísticas y el escaso peso de dichos responsables públicos en la toma de decisiones. Las distintas consejerías han jugado históricamente un papel centrando en la promoción del destino y muchas veces no lo han hecho de forma coordinada con el resto de administraciones.

Ya desde antes de la pandemia se viene hablando del menguante peso de las ferias en el contexto mundial del negocio turístico. Esos escaparates se están quedado casi más para la imagen que para una toma de decisiones reales por parte de los agentes involucrados en el sector. Y la actual pandemia, con las restricciones de aforo, no ha hecho más que acrecentar la tendencia. Resulta evidente la rentabilidad política que determinados encuentros tienen, pero queda la duda de si una foto en cuestión justifica tales inversiones.

Y la actual pandemia también ha venido a poner en evidencia la falta de competencias de los responsables políticos en materias de turismo, más allá de promover alguna obra menor en zonas de costa, algo que por otra parte siempre necesitan hacer de la mano de los ayuntamientos, que son los que conocen las necesidades reales del municipio en cuestión. Manejar los ERTE o el rescate de aerolíneas o cadenas hoteleres está en manos de los ministerios que controlan de verdad el presupuesto. 

Ha tenido que llegar una crisis como la actual para que caigamos en la cuenta de que la principal fuente de riqueza de esta comunidad autónoma es la venta de servicios turísticos, representando más del 30% del PIB. Un porcentaje que crece en islas como Lanzarote y Fuerteventura, donde es prácticamente la única actividad económica.

En este contexto cabe escuchar a los ayuntamientos, que son los que albergan a los motores económicos de Canarias.

Crisis migratoria

Está claro que no olvidaremos fácilmente 2020 porque fue el año del confinamiento y del cero turístico, pero en el caso de Mogán también será recordado como el año de la vergüenza del muelle de Arguineguín. Otro ejemplo de infraestructura al que se le acabó dando un uso inadecuado a causa de la improvisación.

A la sombra del espaldón de ese puerto pesquero y deportivo se hacinaron durante semanas miles de migrantes de origen magrebí y subsahariano. Esa mala imagen recorrió el mundo.

Una situación que dio paso a otra: el alojamiento de esos migrantes en hoteles de las islas ante la falta de respuesta de las autoridades competentes. En este contexto se alzó la voz de la AMTC.

Unos municipios que no se han quedado de brazos cruzados, conscientes de que el turista post-pandemia reclamará destinos más sostenibles y que dejará tras de sí un rastro, una huella digital en forma de datos que convendría aprovechar para conocer sus gustas y opiniones. Eso y la modernización de la planta alojativa son cuestiones pendientes que se han empezado a afrontar. El bloque de apartamentos ha dado paso al hotel de cuatro o cinco estrellas, con spa, habitaciones con piscina, una oferta deportiva y gastronómica de calidad.2

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