Una nueva guerra para la que no estábamos preparados nos atacó y, curiosamente, donde primero desembarcó fue en el archipiélago canario
Buscar los principales sucesos de los años 2019 y 2020 para reflejarlos en el Anuario de Canarias de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz de Tenerife resultaría fácil si no hubiese sucedido nada anormal, salvo que el mundo no fuese sacudido por la pandemia de la Covid-19, que alteró el normal funcionamiento de la sociedad a nivel planetario.
Cuando hablamos de seguridad, algo que no es tangible y que no podemos tocar, subirnos a ella, hacerla a nuestro molde, no resulta fácil de explicar y mucho menos de vender al ciudadano de a pie, en definitiva, a todos los que pagamos impuestos para que el Estado nos devuelva en servicios de calidad. Sin embargo, todos queremos que no nos falte, ya que de ello depende el que un país, una sociedad, pueda avanzar. Seguridad queda reflejada como esa tranquilidad tan necesaria que necesitamos para poder convivir y si bien en el año 2019 fueron los incendios forestales que asolaron la isla de Gran Canaria y que alcanzó las 9.200 hectáreas calcinadas, lo que marcó el mundo del suceso y por añadidura el de la seguridad.
El fuego que comenzó en el mes más veraniego del año, agosto, obligó a evacuar a 10.000 personas. Por primera vez oímos hablar de “fuera de capacidad de extinción”, lo que obligó al empleo de la mayor cantidad de medios aéreos nunca vistos por estas latitudes y, por supuesto, uno de los despliegues más importantes de la Unidad Militar de Emergencias (UME). El fuego quedó controlado del 25 de agosto y, finalmente, extinguido un mes más tarde.
La lacra de los asesinatos de mujeres volvió a dejar un rastro de sangre en Tenerife. Sara era asesinada, curiosamente, el día en el que se celebra el de la lucha contra la violencia machista, el 25 de noviembre. Esta víctima hacía el número 8 de las mujeres asesinadas en 2019.
El otro foco, y con el que tendremos que convivir durante muchos años, es el de la inmigración. Fue en 2019 cuando volvió a reactivarse la ruta inmigratoria entre la cornisa atlántica de África y Canarias. Hasta el 15 de diciembre de ese año habían llegado 2.162 personas a bordo de cayucos, con dos naufragios, uno en Lanzarote donde perdieron la vida nueve inmigrantes y el sur de Gran Canaria, en el que dos ocupantes de una barquilla fallecieron ahogados cuando apenas faltaban unos metros para alcanzar la tierra prometida.
Pero será el año 2020 cuando el mundo cambie. Una nueva guerra para la que no estábamos preparados nos atacó, la del Covid-19 y, curiosamente, donde primero desembarcó fue en el archipiélago canario. El primer caso en La Gomera y el primer gran confinamiento, que tuvo lugar en el hotel H10 Adeje Palace, donde los turistas, mayoritariamente italianos fueron aislados para evitar la propagación del virus. No había un manual escrito sobre cómo actuar, pero tanto los médicos como los responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado iniciaron un protocolo que sirvió de modelo a muchas comunidades autónomas.
Violencia contra las mujeres
Pero, otra vez, la terrible realidad volvió a asolar las Islas. La violencia contra las mujeres, pero en este caso, la idea del Instituto Canario de la Mujer, con el proyecto Recurso Mascarilla 19, en colaboración con el Colegio Oficial de Farmacéuticos, lo que permitió que 39 mujeres se valieran de este recurso para evitar, incluso en algún caso, la muerte a manos de sus maltratadores. No obstante, a pesar de esto, tres nuevas muertes en Canarias volvieron a engrosar la lista de asesinatos.
La primera, Encarnación, de 78 años, moría asfixiada en el barrio de La Isleta, en Gran Canaria un 4 de abril. La siguiente fue Carolina, de 43 años, cuyo cuerpo fue arrojado a una fosa séptica en el municipio de Santa Úrsula.
La penúltima, Ramona Jesús, de 55 años, moría asesinada de la manera más cruel, quemada a manos de su pareja, que también se sufrió quemaduras de importancia, en lo que en principio su asesino trató de encubrir como un accidente, aunque los investigadores del Cuerpo Nacional de Policía se encargarían de demostrar todo lo contrario.
Y, cuando el año se despedía, una nueva víctima María de los Ángeles, de 60 años, natural del País Vasco, era asesinada en Gáldar y su cuerpo enterrado junto a la chabola donde vivía con su asesino, Manuel Ramón, de 43 años, natural de Sevilla y que se entregaba en la Comisaría de Arrecife de Lanzarote, de la Policía Nacional.
Si hay alguien que se merezca el reconocimiento en este año 2020, ese mérito le correspondió a la Unidad Militar de Emergencias que gracias a la operación Balmis, que tanto tiene que ver con Canarias, consiguió combatir de manera eficaz, esta maldita plaga que en Canarias deja, por ahora, un balance de más de 700 fallecidos.
Por lo que a la seguridad ciudadana respecta, si bien el delincuente no descansa, el confinamiento consiguió que los índices de delincuencia bajaran a niveles nunca vistos. Esta extraña situación permitió que todas la fuerzas del orden se volcasen en hacer cumplir la ley.