El ‘clickbait’, esperanza para la agonizante prensa en papel

Ninguno de los cuatro periódicos que aún sobreviven en Canarias llega a las 5.000 copias diarias, pero son un oasisde respeto al lector (y de calidad) entre los trucos de los medios digitales

“La frase de Nico Paz que los madridistas esperaban que no dijese: escuchen”. Con ese misterioso titular abría su edición digital un periódico deportivo al día siguiente de que el futbolista –tinerfeño de nacimiento y argentino de sentimiento– debutara con la selección albiceleste en una victoria (6-0) ante Bolivia en la que participó con una asistencia a Leo Messi. ¿Qué gravísimo insulto había proferido Nico contra el equipo blanco?, ¿qué disparate había salido de su boca?, ¿un “jamás volveré a jugar en el Real Madrid”?, ¿un “el Bernabéu tiene la peor afición del mundo”?, ¿un “Florentino compra a los árbitros”?… Error. Lo que dijo fue casi una obviedad y, en todo caso, una opinión mayoritaria, casi unánime: con un evidente acento canario, calificó a Messi como “el mejor jugador de la historia”.

El juicio de Nico Paz lo comparte la mayoría de aficionados al fútbol. Y el porcentaje crece entre los futbolistas argentinos. Y llega al 100% entre los compañeros de Messi en la selección. ¿O alguien esperaba que un pibe de 20 años que acaba de debutar con la albiceleste dijera “Messi es un jugador normalito”? ¿O un “hasta un tuercebotas hubiera metido el gol después de la asistencia que le regalé”? ¿O quizás un “en el Madrid hay tropecientos jugadores mejores que ese enano”? Yo, sinceramente, esperaba que Nico elogiara a Messi. Y usted, seguramente también. Y como quiero pensar bien del redactor que eligió el titular, creo que él –por muy madridista y muy talibán que sea– también estima lógicas las alabanzas del jugador tinerfeño a su ídolo. Conclusión: la orden vino de arriba.

El misterio no es periodismo. La orden no es alimentar a los talibanes que viven del odio y no admiten elogios al rival político, cultural o deportivo [Messi jugó 17 cursos en el FC Barcelona]. O al menos, no sólo alimentar el odio, algo que también se hace en pos del negocio. La orden es “crear misterio”. O lo que es lo mismo, buscar el clickbait: hacer que el lector pinche en la noticia y se entretenga en su lectura, para lo que a veces se usa una redacción confusa que no aclare el misterio hasta el cuarto párrafo. Y por el camino hay que pinchar en una pestaña que indica continuar. Y después, continuar. Y continuar. Y continuar dentro de la noticia tres-cuatro minutos hasta descubrir por qué el novio “dejó al amor de toda su vida plantada en el altar” [tenía que ir al baño por un apretón].

¿Es esto periodismo? No, no lo es. Aunque esas supuestas noticias estén incluidas en algo que sus propietarios llaman “la edición digital del periódico” y que, obviamente, en la edición en papel se publican sin ningún misterio y atendiendo a las reglas básicas del periodismo. Estas noticias que sólo persiguen el clickbait no son un hecho aislado. Así, ese mismo día y en ese diario digital en el que rodeaban de curiosidad las palabras de Nico Paz hay otras noticias que también buscan el clickbait: “Memphis encuentra equipo [ficha por el Corinthians]”, “La F1 sospecha que un equipo [Red Bull] altera la altura del coche de forma ilegal”, “El San Lorenzo de Iker Munian tiene nuevo técnico [Miguel Ángel Russo]”, “Ya hay horario para la final de la Supercopa [el 12 de enero a las 20:00]”.

El uso del clickbait no se limita a un único diario deportivo. La competencia actúa igual. Y los medios de información general, también. Y hay algo peor: mezclar clickbait y engaño con titulares como “Rajada monumental de…” para hablar de una sencilla crítica o “Desprecio absoluto a…” para comentar un olvido. En la edición impresa de esos periódicos, obviamente, no hay misterio en los titulares. Y se exponen con mesura los hechos o las declaraciones que en la edición digital se consideraban “desprecio” o “rajada”. Los medios canarios también recurren a esta lamentable práctica: “Ordenan la retirada urgente de un alimento contaminado por salmonella [los briks de Ovopak de un litro]”, “La Laguna Tenerife ya sabe cuándo debe regresar a Lugo” [el 7 de noviembre a las 19:30 horas]”…

Variantes del ‘clickbait’. La utilización de estos titulares misteriosos o engañosos no puede justificarse por la falta de espacio digital, que de hecho se utiliza para estimular la curiosidad: “El pueblo más alto de España, que está rodeado de paisaje lunar y pinos canarios, es perfecto para hacer turismo de naturaleza”. Obviamente, ni en el título ¡ni en el subtitulo! se escribe que ese pueblo es Vilaflor de Chasna (Tenerife), nombre que sólo aparece en el cuarto párrafo de la noticia. “Emigra de Marruecos a Barcelona y, cuando le preguntan si conoce a alguien en España, nadie esperaba el nombre”, se lee en otra publicación, en la que hay que esperar al sexto párrafo para que se desvele el misterio: Xavi Hernández [exentrenador del FC Barcelona]. Y así podríamos seguir hasta el infinito.
Hay otra variante aún más burda: el clickbait con titular incompleto. Un ejemplo: “Una limpiadora de un hospital, apenada por lo escuchado en el ascensor mientras hacía su trabajo: No vas a comparar…”. Si alguien tiene curiosidad debe llegar al sexto párrafo –y así tener abierta la noticia un par de minutos– para leer la frase completa: “No vas a comparar ser cirujano con ser limpiadora”. Y después está el clickbait que apela a un sentimiento: “Si utilizas esta palabra eres más de Cantabria que los sobaos pasiegos”, aunque hay que llegar ¡al noveno párrafo! para descubrir que la palabra es “espáis”, término, al parecer, usado para referirse al calzado deportivo. Cada semana cambia la comunidad autónoma, así que pronto descubriré si soy canario. O si soy un bobomierda por pinchar en la noticia y gastar cuatro minutos en encontrar la palabra clave.
Una aclaración: todos los ejemplos señalados son del mismo día. Y sí, hay muchos en esos diarios digitales con un equivalente en papel, pero no hay punto de comparación con la infinita retahíla de titulares misteriosos que inundan los medios exclusivamente digitales, en los que además se mezcla la información con la publicidad –de una marca de móviles, de una cadena de supermercados o de quien pague– sin interrupción. Y con el clickbait como reclamo. Así, titulares como “El snack de Mercadona que no engorda y quita el hambre”, “Mercadona cambia la fórmula de este producto y se convierte en un éxito” o “Furor en Mercadona con la novedad que arrasa entre los chocolates” aparecen mezcladas con exigencias de dimisión de Pedro Sánchez o llamadas, disimuladas o no, a un golpe de Estado.

La (fallida) apocalipsis. Conclusión: los trucos de los que abusa la prensa digital pueden ayudar a que la prensa impresa sobreviva varios años, aunque sea como refugio para evitar el clickbait, los anuncios emergentes, los titulares engañosos, la publicidad disfrazada de información o las noticias ofrecidas a cuentagotas que inundan Internet. El abuso es notable en los medios con equivalente en papel y gigantesco en los que sólo viven en el mundo digital. Así que, más por errores ajenos que por méritos propios, hay esperanza para el papel: pagas euro y poco por un periódico y recibes periodismo. Malo, bueno o regular, pero periodismo. Si busco misterio, ya me compraré un libro o iré al cine. En un periódico busco noticias, reportajes, análisis u opiniones. Y eso, a día de hoy, sólo lo garantiza el papel.
¿Por cuanto tiempo? No se sabe, porque la prensa en papel se muere. Agoniza más lentamente de lo que los gurús predijeron en su momento, pero se muere. Las cifras de ventas que certifica la OJD (Oficina de Justificación de la Difusión) son irrisorias y el número de lectores que estima el EGM (Estudio General de Medios) cae en picado. Y eso, si aceptamos como válidos los generosos resultados de una encuesta que otorga a cada periódico impreso una media de 15-20 lectores. Las razones del desplome se han detallado en la docena de análisis realizados desde hace casi dos décadas en todas las ediciones del Anuario de Canarias y no repetiré la retahíla de errores cometidos desde las propias empresas periodísticas para no ser redundante… y para que no se me acuse de ser enemigo de la prensa.
Todo lo contrario. Celebro que no se hayan cumplido las previsiones del futurólogo australiano Ross Dawson, que en septiembre de 2014 anunció que el último periódico impreso en España se publicaría en 2024. El portal Clases de Periodismo publicó un mapamundi en el que detallaba la fecha de extinción de los diarios de papel: Estados Unidos (2017) sería el primer país sin noticias impresas, seguido por el Reino Unido (2019), mientras que en Argentina el papel sobreviviría hasta 2039 y en África “más allá de 2040”. Juan Luis Cebrián, que hasta 2018 presidió El País, unos de los diarios más reputados del mundo, no fue más optimista: en mayo de 2010 anunció que “en 2043 se producirá la desaparición de los periódicos impresos en el planeta, porque no habrá lectores que los compren”.

Las cifras reales. En este análisis se han citado algunos motivos que existen para creer en la supervivencia de la prensa en papel, tanto en Canarias como en el resto del país. Y es que, a día de hoy, pese a las deficiencias observadas en los medios impresos, ya detalladas en otras ediciones del Anuario de Canarias [falta de independencia, intrusismo laboral en redacciones ya famélicas, partidismo cercano al hooliganismo, nula investigación, confusión entre información y publicidad…], al menos tratan de ofrecer periodismo y no misterio. Y son un oasis de respeto al lector –y en algún caso, de calidad– entre los trucos de los medios digitales. Lo aclaro: hablo de la supervivencia de la prensa en papel, no de su resurrección, pues hoy es difícil pensar en una mejora del paciente y menos aún en una curación.

Centrado el objetivo, la estabilización del paciente, fijemos el umbral de vida de los rotativos editados en Canarias y cuáles son las cifras a consolidar: al cierre del año 2023, La Provincia era el periódico más vendido en las islas con 4.500 ejemplares diarios, mientras que El Día es el líder en la provincia tinerfeña con 4.100 copias. Y Canarias7 y Diario de Avisos no alcanzan la cota 3.000, por lo que la difusión conjunta de los cuatro noticieros que aún sobreviven en el Archipiélago no alcanza las 15.000 reproducciones, por lo que, en treinta años, la difusión global de los periódicos editados en Canarias ha caído más de un 90%. Y aunque un viejo proverbio afirme que “las comparaciones son odiosas”, hay que precisar el dato: en 1993, los rotativos canarios vendían 152.063 ejemplares diarios.

En aquellos días de vino y rosas, en Canarias se editaban siete periódicos en papel: los cuatro existentes hoy, Diario de Las Palmas, La Gaceta de Canarias y Jornada Deportiva. Y por el liderato regional pugnaban La Provincia (41.410 ejemplares diarios) y Canarias7 (41.177), mientras El Día (25.050) encabezaba el escalafón en la provincia occidental. Otros datos que invitan a la nostalgia: un diario deportivo como Jornada vendía 9.150 copias diarias, mientras que el que sería el último vespertino de la prensa nacional, Diario de Las Palmas, tenía una difusión de 13.736 ejemplares, una cifra similar a la que acumulaban todos los diarios canarios en 2023. Y aunque la caída en el Archipiélago es mucho mayor que en otras regiones de España, la crisis tiene carácter general.

Crisis nacional (y excepciones). En el análisis de los rotativos nacionales, confrontar la situación actual con la de hace treinta años también invita a la nostalgia. La difusión de El País, líder nacional entonces (401.258) y ahora (52.024), ha caído un 87%. Y si nos centramos en el domingo, cuando el rotativo del grupo Prisa superaba ampliamente el millón de ejemplares vendidos, mirar al pasado no invita a la nostalgia sino al llanto. Una aclaración: al resto de grandes medios [ver cuadro adjunto] no le ha ido mejor en la comparación con los años noventa. La excepción la encontramos en algunos medios regionales como La Voz de Galicia, con una caída del 60% [de 107.446 ejemplares a los 42.886 actuales] o El Correo, que se ha dejado casi un 74% de su difusión [de 133.954 a 35.002].

La prensa deportiva también ha sufrido esa caída. Y Marca, que llegó a rozar el medio millón de periódicos vendidos a mediados los años noventa [495.915 en 1996], ya cayó por debajo de la barrera de las 50.000 copias diarias. Y la prensa económica, liderada por Expansión, con 9.760 ejemplares repartidos en toda España, roza la clandestinidad y, de hecho, en Canarias apenas se consigue en un reducido número de puntos de venta. Y los datos del EGM, pese a la ya citada generosidad que muestra con todos los medios en papel, también reflejan una caída notable. Así, en 2023 ya no quedaba en España ningún periódico con más de un millón de lectores. El líder era Marca, con 978.000 (si admitimos como creíble que cada ejemplar tiene un promedio de 22 lectores), seguido por El País con 802.000.

Y detrás de estos dos transatlánticos, el abismo: El Mundo (467.000 lectores), As (402.000), La Vanguardia (357.000), ABC (310.000), Mundo Deportivo (261.000), Sport (200.000), El Periódico (158.000) y La Razón (148.000). Eso sí, en medio de los diarios nacionales se colocan cabeceras regionales que sobreviven a la crisis: La Voz de Galicia (399.000), El Correo (231.000), La Nueva España (175.000), Faro de Vigo (173.000) o El Diario Vasco (161.000). No es el caso de los rotativos canarios en papel, pues El Día lidera el escalafón con sólo 50.000 lectores diarios, lejos de periódicos de comunidades autónomas con menos habitantes que Canarias, caso del balear Última Hora (126.000), el Heraldo de Aragón, el cántabro Diario Montañés o El Diario de Navarra (106.000).

Suscriptores digitales. La drástica caída en la difusión y en el número de lectores de los periódicos españoles no se compensa por el progresivo crecimiento que registran los muros de pago, aunque las cifras de suscriptores empiezan a ser importantes. Al cierre de 2023, El País lideraba esta clasificación con 315.000 suscripciones digitales, muy por encima de El Mundo (136.000). Y en este 2024, tres medios han optado por auditar sus muros de pago, con el objetivo de dar transparencia a unas cifras que experimentan un crecimiento constante. Así, entre enero y junio de 2024, El País ha pasado de 338.504 a 362.473 suscriptores digitales, mientras que La Vanguardia crece de 135.149 a 142.593 y eldiario.es [un nativo digital sin correspondencia en papel] aumenta desde los 75.593 a los 87.337 suscriptores.
Eso sí, la cifra de negocio aún es baja porque los precios se han desplomado y el suscriptor suele pagar menos de diez euros al mes por el servicio, con ofertas incluso de ¡18 euros al año! Prisa fue el único grupo que difundió públicamente sus datos en 2023, declarando unos ingresos de 18 millones de euros [un 4% de los ingresos totales del negocio de medios]. O lo que es lo mismo, menos de 50.000 euros diarios pese a contar con más de 300.000 suscriptores. Y sobra decir que la aportación de la publicidad sigue cayendo en la prensa impresa a un ritmo del tres por ciento anual: los 324,9 millones de euros destinados en toda España a los periódicos en papel durante 2023 suponen sólo el 4,8% de toda la inversión publicitaria, siendo la televisión (24,5%) el medio preferido por los anunciantes.

¿Hay futuro? Las cifras y la tendencia dicen que no. Y que, aunque con retraso respecto a algunas previsiones apocalípticas, los diarios impresos morirán. Queda la esperanza de que los responsables de los medios digitales mantengan el uso abusivo del clickbait y el titular misterioso, exagerado o falso. Entonces, el final tardará en llegar, pues siempre será preferible un periodismo menos inmediato, pero ofrecido con titulares coherentes y bajo las reglas básicas del oficio que algo que, simplemente, no es periodismo. Y una aclaración que quizás desarrollemos en otra edición del Anuario de Canarias: “imponer el relato” por encima de “contar la verdad” tampoco es periodismo. Garantiza que el patrocinador del diario siga pagando y que ese medio o pseudomedio sobreviva, pero eso no es periodismo.

Facebook
Twitter
LinkedIn
COrreo-e
Imprimir

Patrocinador

Patrocinador

Patrocinador

Patrocinador

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad