Canarias constituye un territorio singular en lo concerniente a la expresión de la movilidad espacial de la población y sus múltiples consecuencias en lo que va de siglo XXI, considerando el conjunto regional y sus distintas islas y contextos locales. Repercusión que desde lo cuantitativo se puede estimar en su aportación al crecimiento del número total de habitantes, englobando prácticamente sus dos tercios en las últimas dos décadas. Y desde lo cualitativo, en la más que evidente diversificación de su esfera sociocultural, para configurar un archipiélago caracterizado por su creciente multiculturalidad.
Las Islas han experimentado una transformación sustancial de su modelo migratorio en los decenios más recientes. De ser una región netamente emigratoria hasta finales de los años setenta del siglo XX, en el contexto de la nueva dinámica de las migraciones internacionales pasa a convertirse en territorio de atracción para la inmigración en sus dimensiones nacional y extranjera, a lo que se añade la corriente relacionada con el regreso de muchos de sus antiguos emigrantes acompañados por sus familias constituidas en el exterior. Todo ello ocurre en el marco socioeconómico de su histórica apertura exterior, así como en el entorno de un nudo migratorio internacional, que adquiere renovada importancia según nos acercamos al presente.
Y es que, el aislamiento y la fragmentación insular de Canarias no parecen suponer, en términos generales, un obstáculo relevante para la manifestación de los procesos que se relacionan con la movilidad geográfica de la población, puesto que el archipiélago ha mantenido desde el pasado intensas relaciones con el exterior, con distinto signo en cuanto a su balance e implicaciones según la época. También los desplazamientos intra e interinsulares se han ido intensificando con el paso del tiempo, aunque siempre han despuntado los primeros, responsables de notables cambios en el esquema de asentamiento regional. A todo ello, cabe añadir el enorme significado de la movilidad habitual, pendular por sus características, que tiene que ver con la disociación de los espacios de residencia, trabajo y ocio, en un contexto de mejora de la accesibilidad dentro de cada una de las islas y de ampliación de las comunicaciones interinsulares.
La dinámica migratoria más cercana ha provocado distintos cambios en la configuración de la población canaria, entre los que se encuentra su composición por origen. De hecho, algo más de una cuarta parte de sus efectivos había nacido en el exterior al inicio del tercer decenio del siglo XXI (29% en 2022), sumando tanto la aportación nacional, que corresponde a otras comunidades autónomas, como la extranjera. Sin duda, la transformación sustancial ha venido del nuevo protagonismo de las personas oriundas de otros países, que suponen algo más de 1 de cada 5 habitantes en 2023: 477.204 personas (21,6 %), lo que significa triplicar esa misma población desde 2002. Considerando el contexto español, Canarias suma el 5,8 % de los habitantes de naturaleza extranjera del país, superando desde hace algún tiempo el peso del conjunto de sus efectivos en dicho marco geográfico, que asciende al 4,6 % en 2023.
La inmigración ha contribuido al crecimiento de la población regional de manera significativa en los últimos veinte años, puesto que el asentamiento de personas de origen extranjero supone alrededor de dos tercios del incremento del padrón de habitantes. Participación exterior que se ha concentrado, sobre todo, en la segunda mitad de la década de los noventa del siglo XX y en lo que va de siglo XXI, en un proceso que sólo ha logrado interrumpir el último contexto de crisis económica y la COVID-19 de manera coyuntural. Por lo tanto, la aportación natural o vegetativa al incremento de la población regional se ha ido reduciendo de forma progresiva, dependiendo el impulso demográfico, cada vez más, del ritmo de llegadas desde el extranjero, afluencia que ha conocido un periodo de intensificación sin precedentes en la región. Larga etapa en la que, por ejemplo, se ha asistido a una mayor feminización de la inmigración, representando ahora las mujeres el 51,6 % de las personas nacidas en otros países.
En cuanto a la procedencia de las personas migrantes, puede sorprender la exigua representación de la población de origen africano en el archipiélago (9,4% en 2023), sobre todo teniendo en cuenta la cercanía de ambos territorios y la incidencia reciente de la corriente por vía marítima utilizando la ruta atlántica. Lo cierto es que Canarias siempre ha registrado un mayor aporte poblacional desde el continente europeo, siendo, en la segunda mitad del siglo XX, bastante significativo el asentamiento de personas de procedencia comunitaria, aunque en los últimos años se haya reducido su peso en el conjunto.
Dicha presencia ha estado motivada tanto por su implicación en el desarrollo comercial y turístico de la región, como por el creciente atractivo de las islas para la instalación residencial de extranjeros, a partir de las bondades de su clima y de las facilidades existentes para la adquisición de un alojamiento en lugares de ambiente favorable. Más recientemente se ha intensificado la afluencia de personas extracomunitarias, debido, en especial, al ascendente atractivo laboral de esta parte del país. Con todo, han sido las naturalezas americanas las que más han crecido en los últimos años y son mayoritarias en el presente (50,1% en 2023).
Por otra parte, las relaciones con los países africanos del entorno han sido más bien débiles, constatándose, además, deficiencias notables de conectividad que suponen serios obstáculos a la vinculación con Canarias. De hecho, el trasiego humano más destacado actualmente es el que se realiza por vía marítima, utilizando frágiles embarcaciones, si bien, la mayor parte de las personas que llegan así no permanecen en el archipiélago mucho tiempo, siendo derivadas a la Península. De esta pauta general, se excluyen las personas migrantes menores de edad sin referentes familiares, que quedan bajo la tutela de la Comunidad Autónoma, aunque se está intentando impulsar un sistema que permita una más equilibrada distribución entre todas las comunidades autónomas españolas.
La afluencia de personas de manera irregular ha conocido dos momentos de mayor intensidad desde 1994, cuando se comienzan a documentar las llegadas o las interceptaciones en alta mar por parte de Salvamento Marítimo. Entre los años 2000 y 2009, se registraron 94.502 detenciones, incluyendo el episodio inédito hasta entonces conocido como crisis de los cayucos (arribaron 31.678 personas en 2006). A partir de 2018 se ha recibido a 144.649 personas (hasta mediados de noviembre de 2024), el 59,3% de todo el periodo considerado, configurando la etapa de mayor incidencia de esta movilidad, sin certeza de cuál será su evolución futura, pese a los importantes esfuerzos de contención que se vienen realizando en las áreas de origen y tránsito. Como antes se destacó, la mayor fracción de estas personas es derivada a otras regiones españolas al poco tiempo de ingresar al archipiélago: la población de origen africano en Canarias es minoritaria, asciende a 45.019 personas en 2023.
Las dinámicas migratorias que se desarrollan en el archipiélago y que implican de una u otra forma a sus distintas islas constituyen, durante las últimas décadas, según el profesor Dirk Godenau, “parte de un complejo proceso social que interrelaciona orígenes y destinos a través de las redes y estrategias sociales de los migrantes. En este sentido, Canarias es hoy un lugar más conectado con el resto del mundo y esta conectividad genera nuevas oportunidades transnacionales”. De hecho, la inmigración se ha convertido en uno de los asuntos más presentes de la agenda política regional y de su interacción con las esferas estatal y europea, tema de permanente controversia en la disputa partidista. Incorporada además al proceso de reflexión sobre el reto demográfico, como una de las principales variables que afecta o puede contribuir a encontrar soluciones a su complejo devenir socioeconómico.
De esta manera, las Islas se han transformado en un territorio de referencia para el mejor conocimiento y la comprensión de las migraciones internacionales y sus repercusiones, debido a que concentran desplazamientos de distinta naturaleza, motivaciones e implicaciones. Una cuestión que además se encuentra de manera permanente en el debate social que tiene reflejo inmediato en los medios de comunicación y en las redes, con etapas de evidente crispación y propagación de discursos de odio, que pretenden socavar las bases de un marco de coexistencia bastante robusto, cuando no, de auténtica convivencia. A todo ello, pretende dar respuesta el Plan Canario de Inmigración y Convivencia Intercultural, elaborado de manera participada por la Universidad de La Laguna y actualmente en proceso de aprobación por el Gobierno de Canarias.