Si en 2022 dijimos, por fin, adiós a una cruel pandemia y tratamos de regresar a nuestro ritmo diario, en 2023 estabilizamos nuestra recuperación económica y turística, un año, además, en el que se generó un espíritu colectivo de carpe diem, de aprovechar el momento tras meses de incertidumbre y ver en el viaje la aspiración de muchas personas de vivir experiencias. Así que, recuperados de los graves efectos de aquella durísima crisis, en 2023, y centrados ya en nuestra actividad, comenzamos a escuchar algunas voces que clamaban contra el modelo turístico del que nos dotamos entre todos hace algunas décadas.
En el derecho a alzar la voz, por supuesto, consideramos, sin embargo, que se ha errado el tiro al poner al turista en el centro de la diana. En su momento usamos un símil para explicar por qué creíamos un error apuntar a quienes nos visitan. Decíamos que es como si quisiéramos mejorar la sanidad pública arremetiendo contra los pacientes que van a los hospitales, porque son los responsables de su colapso, en lugar de hacer propuestas coherentes a los gestores de esa sanidad. Pues en el turismo pasa lo mismo.
Pienso honestamente que deberíamos preguntarnos qué ha sucedido en Canarias en los últimos 25 años. Pues, para empezar, y donde yo creo que está la clave, su población ha pasado de 1,6 a 2,2 millones de habitantes, 600.000 nuevos residentes que viven en un territorio limitado, como islas que somos, pero en los que prácticamente funcionan casi las mismas infraestructuras en vivienda, carreteras, servicios públicos…
Nosotros queremos alejarnos del discurso emocional, porque creemos que aporta más el rigor de los datos. En este sentido, quienes cuestionan el modelo actual ‒curiosamente, en todos estos años nadie ha propuesto ni desarrollado más allá de titulares en qué debería estar sustentada nuestra economía‒ no citan nunca que la actividad hotelera solo ocupa el 4% del territorio canario. Esa actividad, además, se desarrolla en base a una normativa que establece dónde, cómo y cuándo podemos llevar a cabo proyectos hoteleros y extrahoteleros. A pesar de ello, algunos nos acusan de ser depredadores del territorio por erigir nuestros negocios en el lugar y en la forma en que se nos permite, mientras otros ocupan indiscriminadamente nuestras costas con edificaciones ilegales, instalan chiringuitos donde les place o tiran desechos a la vía pública.
¿Que el turismo en Canarias no es perfecto? Por supuesto, ¿qué sector lo es?, y decir que es el motor económico de nuestra comunidad, con más del 35% de su riqueza y el 40% del empleo directo, no es noticia porque no es una novedad. Por eso, insisto, no entendemos que se plantee un cambio de modelo económico, que se queda en simples titulares. Si el turismo funciona, aun con disfunciones, ¿no sería más lógico trabajar de forma conjunta para avanzar hacia un modelo más sostenible, en todas sus variantes? ¿De verdad queremos cambiar el modelo? Sentémonos, establezcamos prioridades, definamos líneas de acción… pero hagámoslo, no lo dejemos todo a golpe de grito o declaración.
A mí me apena que todo este ruido no permita conocer el trabajo que a diario se lleva a cabo en muchos establecimientos alojativos que han sido y son líderes a nivel europeo y, por supuesto, el de la propia asociación. Ashotel fue la primera asociación española en crear un departamento de Calidad y Medioambiente en 1999. Desde aquel entonces hemos sido referencia en proyectos de sostenibilidad y en acciones de sensibilización y de formación de empresas, jugando un papel activo en multitud de procesos participativos de carácter público-privado, aportando una visión siempre constructiva y responsable de la actividad turística.
Actualmente estamos desplegando nuestra Estrategia de Sostenibilidad y Digitalización 2030, con unas claras líneas de acción en temáticas como gestión de residuos, economía circular, gestión inteligente del agua, eficiencia energética y descarbonización, movilidad compartida y sostenible… Y además lo medimos, que es la única forma de mejorar, a través de nuestro Observatorio de Competitividad Turística, que nos permite realizar el análisis de los distintos indicadores de coyuntura, la radiografía de cada momento turístico o la recopilación y tratamiento de datos clave para la toma de decisiones.
El pulso de la calle
Si en lugar de esta mentalidad y actitud derrotista y negativa aplicáramos la cultura de países europeos de ser más eficientes y ser todos, empresa y administraciones públicas, mejores en lo que hacemos, creo que nos iría un poco mejor y no estaríamos contestando continuamente el propio modelo que entre todos hemos construido, sino mejorándolo. ¿Que no se depuran las aguas? ¿De quién es la culpa? ¿De los hoteles, que vienen pagando millones desde hace décadas en impuestos para la creación de redes de depuración y estaciones depuradoras? ¿De quién es la culpa de que no tengamos redactados ni ejecutados los proyectos de carreteras o de que sigamos tirando millones de toneladas de residuos a un vertedero con unos niveles de reciclaje tercermundista?
Decía al principio que no somos ajenos al día a día de nuestra sociedad y que escuchamos, aunque algunos no lo crean. No lo crean y nos pongan en la diana como los causantes del desastre en que se han convertido algunas de nuestras playas por efectos de una deficitaria infraestructura de depuración de aguas; por consumir mucha agua en una tierra de escasez de este bien –los jardines y espacios verdes de los establecimientos se riegan con agua depurada y en Tenerife el turismo solo consume el 10% del agua de la isla–; por depredar el territorio –comentaba antes que solo el 4% está ocupado por la actividad hotelera–; o por construir instalaciones alojativas se hace en base a la legalidad vigente, proyectos de 5* o 4* declarados de interés general. Y estos son solo algunos de los ejemplos que se me ocurren.
A pesar de todo, somos conscientes de nuestra responsabilidad como actores en la economía canaria, pero en la medida de nuestras competencias. Aunque en las Islas muchos sectores vivimos del turismo, Ashotel es de las pocas organizaciones que ha iniciado hace meses un proceso amplio de escucha. Nos hemos sentado con organizaciones ambientalistas, empresariales y colectivos profesionales y lo haremos próximamente con administraciones públicas y partidos políticos.
La coincidencia en lo que falta
La idea es sumar y aportar entre todos, pero desde el diálogo y el tono constructivo. Porque, y esto es lo más curioso, aunque haya quienes nos consideren el enemigo, compartimos muchas de las demandas del activismo que protesta hoy: exigimos la depuración del 100% de las aguas residuales y ni un solo vertido al mar; estamos de acuerdo en que los proyectos que se lleven a cabo sean legales, faltaría más. También una ley de vivienda que permita que nuestros residentes puedan vivir dignamente a precios asequibles; urge avanzar en proyectos energéticos que impriman mayor sostenibilidad al destino. No estamos tan distantes, ¿no?
Todo lo narrado, y en extensión todas sus múltiples variantes, más o menos relacionadas, es lo que nos ha permitido fortalecer un sector al que han acompañado los vientos que nos han quedado tras la tormenta sanitaria que paralizó el mundo. Pero si algo hemos aprendido en este tiempo es que, como todo en la vida, nada está asegurado. Por eso debemos trabajar siempre con un ojo fortaleciendo y mejorando lo que hacemos y el otro adelantándonos a lo que pueda venir. Los tiempos de la seguridad es muy probable que no regresen y la incertidumbre, con sus tiempos de bonanzas, será el escenario de juego. Seamos optimistas pero, sobre todo, tengamos amplitud de miras.
Insisto. Compartimos el sano propósito –vital, diría yo– de proteger nuestro medioambiente, aunque algunos no lo crean. Y Canarias se merece un debate sosegado en torno al modelo de desarrollo económico que quiere en los próximos años. En Ashotel no solo estamos dispuestos a participar de ese análisis y de la confección de propuestas, sino que hemos estamos siendo proactivos al iniciar por nuestra vía ese periodo de escucha del que hablaba antes, siempre desde el raciocinio y los datos. No nos busquen en el grito, la confrontación o el insulto, porque ahí no nos van a encontrar.