Ni por “el prestigio” que aún otorga mantener una edición impresa ni porque conservar esa cabecera en los kioscos dé “más credibilidad” ni por “razones ideológicas”. No se engañen: la prensa en papel aún sobrevive porque entre los periódicos tradicionales, esos que mantienen una versión impresa y otra en internet, la mitad de sus ingresos publicitarios corresponden a la publicación en papel. Así que no hay que buscar motivos ligados al altruismo o la reputación para explicar que, pese a sus famélicas cifras de difusión, las empresas periodísticas mantengan su apuesta por “ese respetable diario que compraban nuestros padres”. La razón la explica la sabiduría popular: “Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero”.
Un consejo: al analizar a las empresas periodísticas, den más peso a la palabra empresa que a la palabra periodística. Los datos de 2024 del Observatorio de Prensa Diaria de la Asociación de Medios de Información (AMI), referidos a las 77 grandes cabeceras nacionales, indican que en su conjunto ingresaron ese año un total de 629 millones de euros por publicidad, de los que 323 millones (51,3%) llegaron por sus ediciones digitales y los otros 306 millones (48,7%) por sus formatos impresos. Y en algunos grupos eran mayores las aportaciones de la prensa en papel. ¿Ejemplos? Prensa Ibérica [47,1 millones de ingresos publicitarios online y 67,4 en sus medios impresos] o Vocento [44,4 millones en Internet y 65,3 en sus periódicos]
Incluso en los grupos con un mayor arraigo en Internet como es el caso de un gigante como Prisa, la tendencia invita a mantener la apuesta por los medios impresos: en 2024, la empresa editora de El País ingresó 61,4 millones de euros por publicidad sobre soporte digital, pero esa cantidad resultó ser un 5,29% menor a la del año anterior, mientras que los 26,3 millones aportados por los anunciantes en papel suponen un crecimiento del 4,15% respecto a 2023. Y todo ello, pese a que la difusión de los rotativos impresos cae año tras año. La razón de esta aparente contradicción radica, según los expertos, “en el comportamiento en extremo conservador de las cúpulas directivas de las grandes firmas anunciantes”.
Una difusión famélica. “Todavía en 2024, muchos de estos directivos prefieren ver sus anuncios en las páginas de un periódico, antes que tener millones de impresiones en un diario digital”, añaden. Por eso, la publicidad impresa es más cara que la online, aunque el retorno sea aparentemente menor. Y muchos anunciantes siguen desconfiando –habría que decir que con razón– de los sistemas de medición en Internet, un soporte en el que los grandes diarios comparten protagonismo con medios digitales nativos. “El impacto de la publicidad es mayor sobre papel”, se sentencia desde las cúpulas de las grades firmas. Y mientras se mantenga esa creencia sobrevivirá la prensa impresa. Porque si miramos a las cifras de difusión, éstas son una invitación al cierre.
Así, la prensa en papel ha experimentado en la última década una constante merma en sus ventas: en 2024, la difusión de las 77 grandes cabeceras nacionales apenas llegó a los 764.000 ejemplares de media diaria, lo que supone ¡una caída de casi dos millones de ejemplares! respecto a los 2,7 millones de copias diarias que se registraban en 2014. Y si miramos a 2004, los datos invitan al llanto: los 763.977 ejemplares actuales [entre un total de 77 cabeceras] se superaban entonces con la suma de El País (469.183) y El Mundo (308.229). Este hundimiento ha provocado regulaciones de empleo y recortes de gastos, acelerando el proceso de digitalización y convirtiendo algunas redacciones en “generadoras de contenidos” para las ediciones online.
El líder nacional de la prensa impresa en 2024 fue el gratuito 20 Minutos, con 52.500 ejemplares, manteniendo la difusión del año anterior. De resto, sólo El País, con 50.533 copias de media, pero un desplome del 9% en relación a 2023, supera la barrera cincuenta mil. La caída es más suave en la prensa catalana, encabezada por La Vanguardia con 47.027 periódicos diarios y una merma del 7,5% anual. Y entre los rotativos regionales destaca La Voz de Galicia, con 41.707 copias de media, sólo un 4,6% menos que en 2023. Marca sobresale entre los diarios deportivos, con 40.302 ejemplares diarios y un 11% de caída, mientras que nadie supera las nueve mil copias en una prensa económica que puede considerarse semiclandestina.
Suscripciones digitales. Por contra, las cifras de suscriptores digitales de pago no paran de crecer. El País superó en marzo de 2025 los cuatrocientos mil suscriptores digitales (402.312), mientras La Vanguardia alcanzó los 150.971 en mayo de 2025 y eldiario.es, un medio que es nativo digital, llegó un mes más tarde a los 105.130. De momento, son los únicos tres periódicos con cifras auditadas por la OJD (Oficina de Justificación de la Difusión). Fuera de ahí, El Mundo aseguraba tener 165.000 suscriptores digitales en marzo de 2025 y el diario económico Expansión se adjudicaba 116.000. Mientras, ABC, con un perfil de lector más conservador, contaba en esas fechas con 64.000, una cifra similar a la de El Español.
¿Son muchos o pocos? Miremos al extranjero. Al cierre del año 2024, el líder en Francia [un país con 70 millones de habitantes] era Le Monde con 437.012 suscriptores digitales, seguido por Le Figaro con 236.103 y el deportivo L’Equipe con 166.127. Entre los diarios regionales sobresalía Ouest-France con 124.844 y en los económicos lo hacía Les Echos con 80.048. En otra dimensión está The New York Times, que cerró 2024 con 11.430.000 suscriptores digitales… y 610.000 suscriptores en papel. En resumen: todos los datos confirman que los lectores han abandonado la prensa impresa para volcarse en los diarios digitales y en las redes sociales, siendo evidente que el futuro de los medios informativos de calidad pasa por los modelos de pago.
O lo que es lo mismo: el periodismo sí tiene futuro, pero no los periódicos (en papel). En todo caso, para alargar la vida tanto de la profesión como de la prensa impresa convendría cambiar algunos aspectos. Así, en los medios digitales sería bueno no abusar del clickbait, o eliminarlo si fuera posible, porque el misterio no es periodismo. Y también separar la publicidad de la información y prescindir de titulares enigmáticos, incompletos o directamente engañosos en busca de que el lector pinche en la noticia. Y tanto las versiones digitales como las impresas mejorarían si prescindieran del intrusismo laboral, potenciaran la investigación y erradicaran —o al menos disimularan— su hooliganismo político, deportivo o de todo tipo que las inunda.
El futuro. Eso sí, de momento, al menos en España, las cúpulas directivas de las grandes firmas, con su mentalidad conservadora, prefieren colocar su anuncio en las páginas de los periódicos [o en medios tradicionales como la radio o la televisión] antes que en sus ediciones digitales. Y sólo eso evita el cierre de muchos rotativos. Sin embargo, bastaría un cambio de opinión de esos jefazos publicitarios para precipitar un cierre masivo en la prensa impresa. Una advertencia: ese click en las mentes de los líderes empresariales no está tan lejano como parece. ¿Qué hace falta para que llegue? Un sistema fiable en la medición de las audiencias digitales y que sea aceptado de forma unánime —o al menos mayoritaria— por los medios informativos.
En la actualidad, GfK DAM es el medidor oficial de las audiencias digitales en España, pero sus datos conviven con lo que ofrecen otros medidores como Comscore, Ipsos, Nielsen, VideoAmp, Kantar Media y hasta la OJDinteractiva. Y los medios los utilizan o los ocultan en función de los resultados que ofrezcan. Además, los continuos cambios en la metodología del medidor oficial tampoco ayudan a la estabilidad y la fiabilidad de las audiencias digitales. Y la consecuencia es que, ante la falta de certezas, los anunciantes aún prefieren la página del periódico. Y por eso —no por el prestigio o la credibilidad— sobrevive la prensa impresa. Aunque es posible que en realidad, como el doctor Malcolm Crowe en El sexto sentido, esté muerta y aún no lo sepa.
La prensa impresa en Canarias entra en ‘fase terminal’
La prensa impresa en España agoniza. Y no se ha certificado su defunción porque los anunciantes, tal vez contra toda lógica, aún prefieren que su publicidad se vea en la página de un periódico y no sobre un soporte digital. La situación no es mejor en Canarias, donde la vida de los periódicos en papel ha entrado en fase terminal. Los datos de difusión estremecen: La Provincia ocupó el primer puesto en el escalafón regional en el año 2024 con 3.800 ejemplares diarios, mientras que El Día fue el líder en la provincia tinerfeña con 3.500 copias. La difusión de las otras dos opciones que aún sobreviven en las islas fue considerablemente menor: Canarias7 subsistió con 2.600 reproducciones diarias y Diario de Avisos no alcanzó las 2.500. O lo que es lo mismo, la difusión total de los cuatro periódicos editados en Canarias apenas superó los doce mil ejemplares diarios.
Y aunque la comparación invite al llanto, refleja la magnitud de la caída: hace tres décadas, la difusión de los siete rotativos que entonces había en las islas alcanzaba las 152.063 copias diarias. En aquel tiempo feliz, La Provincia (41.410) y Canarias7 (41.177) sostenían una cerrada pugna por el liderazgo regional, mientras El Día (25.050) imponía su dominio en la provincia occidental. Dos décadas después, en 2014 y con la lectura digital de los periódicos integrada en la rutina de los ciudadanos, la difusión de los cinco rotativos que entonces había en Canarias llegaba a los 53.996 ejemplares, con cifras dignas para La Provincia (15.750), El Día (14.441) y Canarias7 (12.490). Ahora, ni siquiera la generosa estimación del EGM (Estudio General de Medios), que otorga un promedio de 15-20 lectores a cada ejemplar impreso, puede ocultar la gravedad de la enfermedad.