El año 2009 ha sido un año especialmente complicado en el sector turístico canario. La afirmación no sorprenderá a ningún lector pues el pasado año fue uno de los más complicados de la historia reciente de la humanidad. Desde hace 80 años no se habían experimentado tasas de crecimiento tan negativas. Según la última actualización del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial experimentó en 2009 un retroceso del 0,8% en su Producto Interior Bruto (PIB).
En este año de la crisis, la aportación negativa al PIB mundial de los países avanzados fue bastante intensa, con un valor negativo del 3,2%. En economías como la alemana y la británica, la caída alcanzó la notable cifra del 4,8%, y en la española el impacto negativo, aunque algo más moderado (retroceso del 3,6%), fue también relevante. Ante este panorama internacional resulta obvio comprender que en el sector turístico canario no podía esperarse nada que no fuera una situación preocupante y, efectivamente, así ha sido. Ante la potente recesión que ha alcanzado a sus principales mercados de emisión de turistas (España, Alemania y Reino Unido), en el Archipiélago ha habido una importante contención de la demanda turística.
En este sentido, todos los indicadores apuntan en el mismo sentido. Tomando como referencia los resultados que recoge Frontur sobre movimientos turísticos en Canarias, en 2009 se produjo un descenso del 12,3% en el número de turistas que acudieron a las islas. Este registro que supera la media estatal, que experimentó un retroceso del 8,9%. A ello hemos de sumar el hecho de que en 2008 también se había producido una caída de los turistas llegados a nuestro territorio, con un descenso del 1%.
Aunque puede detallarse con mayor alcance cómo se ha caracterizado tal ritmo de descenso de turistas por isla (el impacto fue especialmente negativo en Lanzarote, Tenerife, La Gomera y La Palma), por nacionalidad (ha retrocedido especialmente el turista nacional, el británico y el alemán) o por número de pernoctaciones realizadas (se atestigua un descenso adicional de la estancia media), la tesis fundamental de este artículo será que el problema de fondo del sector turístico canario se encuentra en una cuestión estructural más que en un problema coyuntural.
Tendencias preocupantes
Efectivamente, a pesar de que un repaso reciente de las principales magnitudes del sector turístico pongan de manifiesto una notable contracción, hace tiempo que se vienen experimentando tendencias claramente preocupantes. Una primera cuestión a considerar es el hecho de que el número de turistas llegados a las islas en el año 2001 (primer año para el que Frontur ofrece resultados) sea el mayor registro observado en la serie histórica desde entonces. Con un total de 10,2 millones de turistas recibidos en tal año, dicha cifra supera en dos millones el número de turistas llegados en 2009, y en bastante más de medio millón a los llegados en años más favorables para las economías canaria e internacional, como 2006 o 2007.
Esta pérdida continua de mercado no ha sido, por otra parte, contrarrestada con un incremento de los ingresos generados por la demanda. Más bien al contrario, desde que existen datos disponibles (año 2005) se ha percibido una congelación del gasto realizado por turista y día en torno a los 40 euros. Si a esto unimos el constante retroceso de la llegada de turistas, nos encontramos con que se ha ido produciendo una gradual reducción de nuestros ingresos turísticos. Paralelamente a estos resultados negativos procedentes de la demanda de servicios turísticos, hay que destacar signos preocupantes en el lado de la oferta. Ambos aspectos se encuentran íntimamente ligados, pues los problemas de oferta inciden en la potencial demanda que acude a disfrutar de nuestro producto turístico.
Quizás la imagen más nítida de los problemas de oferta que afectan a nuestro sector turístico se obtiene al analizar la evolución de la productividad en el sector. Según los datos disponibles, que se extienden entre 2000 y 2007, observamos que la productividad aparente del trabajo en la actividad de hostelería, la más ligada al sector del turismo, ha retrocedido de forma bastante notoria. En concreto, se ha producido un descenso medio del 1,9% cada año; es decir, si en 2000 cada trabajador de la hostelería generaba un valor añadido de 43.012 euros para la sociedad canaria, en 2007 tal aportación había descendido hasta los 37.633 euros.
Este patrón de crecimiento de la productividad es el resultado del modelo productivo que ha predominado en Canarias en los últimos años, con una excesiva concentración en la creación de empleo y un escaso peso de la capitalización de los sectores productivos. El número de trabajadores ha crecido notablemente en el sector de la hostelería en el mismo periodo, siguiendo un avance medio anual del 4,2%. El aspecto negativo se ha encontrado, no obstante, en que la cualificación de esta mano de obra ha sido baja, conformándose de este modo un modelo de especialización turística intensivo en trabajo y que ha aspirado a competir vía precios, lo que ha conducido a una continua pérdida de competitividad, como refleja la pérdida de cuota de mercado que se viene produciendo al menos desde 2001.
Turismo de sol y playa
El sector turístico, en el nicho de actividad en que las islas se han especializado (sol y playa), puede considerarse un producto maduro. Canarias se encuentra en la frontera mundial del conocimiento en este ámbito de actividad. Su organización y tecnología son bien conocidas y fácilmente replicables en todos aquellos territorios que dispongan de las condiciones naturales que permitan desarrollar esta línea de negocio. En otras palabras, es una actividad en la que prima un modelo de imitación. Si se pueden movilizar recursos financieros (capital) y humanos, el esquema productivo se puede introducir en otras partes del planeta y posiblemente ser más competitivo que en el caso canario, pues es muy probable que los costes salariales y los del resto de consumos intermedios sean más reducidos.
Las perspectivas que acechan a la economía canaria si continúa predominando este tipo de especialización turística son bastante lúgubres. Se requiere un cambio de concepción de fondo, consistente en el paso de un modelo basado en la imitación a otro en el que la innovación sea el aspecto relevante. Un modelo que dé valor a los fundamentos y los recursos estratégicos con los que cuenta nuestra región y la dote de mejores perspectivas para competir internacionalmente. Para lograr este cambio debe producirse un proceso de reforma institucional. Pero es en este punto donde se encuentran los principales escollos del cambio de perspectiva. Las políticas que se están poniendo en marcha y los incentivos que se imponen desde la esfera política continúan trabajando para el sostenimiento y la protección de un sector cuyas perspectivas de futuro son muy limitadas.
Si bien este resultado no deja de ser lógico, habida cuenta de la interacción compleja que surge entre el poder político y el económico, tampoco deja de ser preocupante. Se requiere de una línea nueva de acción en la que, además de reforzar el modelo de sol y playa mediante la inclusión de nuevas líneas complementarias de negocio (turismo cultural, turismo de ocio, turismo de volcanes, turismo astrofísico…), se realicen apuestas mucho más innovadoras en nichos de actividad turística que no sólo complementen el turismo de sol y playa, sino que sean en sí mismas lo suficientemente atractivas para atraer el interés de los turistas. Hay que aprovechar los recursos naturales de los que dispone el Archipiélago para tener una amplia ventaja competitiva en el entorno internacional; modelos de negocio turísticos en los que el capital humano sea una pieza determinante, especialmente el capital humano especializado.
Existen nichos turísticos que cumplen estos requisitos, y un caso muy claro es el deportivo (condiciones climáticas inmejorables todo el año, altitud, seguridad física…). Sólo queda movilizar los recursos suficientes para impulsar estas líneas de negocio alternativas. El turismo ha sido el sector clave de la economía canaria en los últimos años y seguirá ejerciendo este papel en el futuro. Ahora bien, el modelo de especialización actual tiene un futuro muy limitado. Innovar se torna fundamental para que Canarias siga siendo competitiva en este sector. Este cambio exige reformas institucionales importantes, cambios de enfoque desde la esfera política y la privada y, por ahora, no se observa un cambio apreciable en ninguna de estas esferas.