El imberbe cine canario necesita algo más que subvenciones

Si algo ha tenido siempre el cine canario es imaginación y talento por parte de los realizadores para hacer realidad las historias que plasman en un guión cinematográfico. Durante mucho tiempo, el voluntarioso cine hecho en Canarias ha sorteado mil y un obstáculos para hacerse un hueco por derecho propio.

El cine es un negocio muy caro que exige rentabilidad, y eso es algo que nadie puede asegurar, sobre todo cuando se vive a más de 2.000 kilómetros de Madrid, epicentro de la verdadera y única industria del cine en nuestro país. En los últimos seis años, gracias en parte a las ayudas económicas a la producción audiovisual otorgadas por el Gobierno de Canarias, primero como Socaem y ahora bajo la denominación Canarias Cultura en Red, además de las pequeñas aunque necesarias aportaciones de otras instituciones públicas y privadas, el cine hecho en Canarias ha comenzado a despertar de su letargo. La irrupción del cine digital ha sido fundamental también como vivero de nuevos realizadores. Su efecto democratizador ha permitido que muchas de las buenas ideas que llevaban tiempo esperando ver la luz, se hicieran realidad con menos dinero de lo necesario si se hubiese tenido que rodar en 35 o 16 mm.

En pleno proceso de ebullición, el imberbe cine canario se abre paso como una ola que nace en medio del Atlántico y poco a poco va cogiendo más fuerza. Sin embargo, los buenos propósitos pueden ser su propia perdición. El interés, optimista sin duda, del Gobierno de Canarias de crear una industria del cine en las Islas cuando en realidad carecemos de los cimientos necesarios, puede tener un efecto involutivo y provocar de inmediato que el hermoso castillo de naipes que es por ahora el cine canario se venga abajo sin remedio. Ahora que hemos generado la ilusión y la expectativa de una producción cinematográfica anual consolidada por medio de las ayudas del Gobierno canario para la realización de largometrajes, cortometrajes, series de televisión y documentales, además de potenciar la escritura de guiones, la producción y el desarrollo de proyectos, se hace necesario tener la cabeza más fría antes de dar los siguientes pasos.

Falta de repercusión

Lo cierto es que ninguna película ni cortometraje canario o hecho en Canarias realizado en los últimos años ha conseguido ir más allá de la participación en algunos festivales de cine nacionales, en contadas excepciones de carácter internacional -Ruleta, de Roberto Santiago-, y menos aún han tenido cierta repercusión en los medios de comunicación con la salvedad de los filmes Intacto, de Juan Carlos Fresnadillo y Hombre Felices, de Roberto Santiago, ambas producciones respaldadas en cualquier caso por algunas de las empresas más importantes del sector audiovisual de este país. El camino que nos queda por recorrer exige una mayor difusión del cine hecho en Canarias en todo el Archipiélago. Que las películas y cortometrajes que se ruedan en las Islas se lleguen a estrenar en las salas comerciales como sucede en otros lugares de España, y que no quede en una presentación pública que trate de justificar la subvención recibida o se proyecte de manera testimonial en los dos certámenes de cine en activo en Canarias: el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria y el Festivalito de La Palma.

Es necesario que un organismo perteneciente al Canarias Cultura en Red, en colaboración con la Asociación Canaria de Empresas de Producción Audiovisual (ACEPA) y cualquier otro organismo o institución pública y privada que decida participar, se encargue de controlar todo el proceso creativo, desde que surge la idea, pasando por la producción, la promoción y la difusión de los filmes, hasta la comercialización. Si a eso le añadimos la vigencia del real decreto elaborado por los ministerios de Cultura, Industria, Turismo y Comercio por el que el Gobierno exige a las televisiones privadas asociadas a la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (UTECA) invertir un 5% de sus beneficios anuales en cine europeo, de cuya cantidad el 60% debe ir a parar al cine español, nos encontraremos con un remanente de 1 millón de euros en el caso de Televisión Canaria que podría impulsar definitivamente el sector. El cine canario está necesitando ese salto de calidad; esa proyección que lo haga salir de su situación de cine aficionado y apuntale las bases de un futuro profesional que rinda beneficios.

A las salas comerciales

Ese cine canario imaginativo de siempre necesita encarecidamente que se crea en él más allá de la subvención. Necesitamos que ese apoyo cale también en la sociedad canaria; que el público conozca a los realizadores y vaya a ver sus películas, aunque sea compartiendo espacio con una superproducción norteamericana. Debemos educar la mirada de los espectadores de las Islas no sólo llevándolos a ver cine independiente o de otras latitudes, labor que viene desarrollando de manera eficiente y efectiva con chicos de 14 a 16 años Joseph Vilageliú. Hay que dar un paso más y llegar a acuerdos con las empresas que proyectan cine comercial en Canarias para que permitan proyectar las películas de los realizadores canarios en sus salas. Que el público se acostumbre y llegue a conocer el trabajo de realizadores como Miguel García Morales, Elio Quiroga, Guillermo Ríos, Nicolás Mellini, David Baute, Mercedes Afonso, Aarón Melián y Roberto Pérez Toledo, entre otros. Que se llegue a hablar de sus trabajos como se debate del cine español actual o de los grandes estrenos norteamericanos. Entonces seremos adultos de verdad.

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