El desarrollo cultural en Canarias durante 2004 mezcla luces y sombras. Ha habido un repunte importante en actividades culturales que en la actualidad ya cuentan con un importante prestigio, pero la promoción de la cultura canaria, o la que se hace en Canarias para ser más exactos, aún cuenta con escasa (en algunos caso nula) promoción exterior.
La escasa promoción de la cultura canaria no es el único lunar que ofrece el balance 2004, pues el pasado año también vimos como centros culturales de referencia en las islas cerraban sus puertas con el consiguiente menoscabo para el desarrollo cultural isleño. Y aunque no es fácil hacer un repaso de la situación cultural de las islas a lo largo de todo un año -pues el campo de acción es tan amplio que importantes acontecimientos se quedarán en el tintero-, sí cabe destacar la poca repercusión de las actividades culturales que aún se realizan en las llamadas islas menores frente a la cada vez mayor actividad en las islas capitalinas.
Si bien es cierto que los actos culturales se justifican, en muchas ocasiones, por su repercusión pública, no menos cierto es que es deber de nuestras instituciones públicas fomentar el acervo cultural aún en el supuesto de que estas actividades sean, económicamente, deficitarias. En este punto es preciso romper una lanza a favor de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias, que ha realizado un esfuerzo en las dos últimas ediciones del Festival de Música de Canarias para que determinadas actuaciones musicales pudieran viajar a las islas menores, con un éxito que debería hacer reflexionar a los políticos sobre la posibilidad de hacer extensible estas actuaciones a otras áreas culturales tales como el teatro, las artes plásticas o la danza, por mencionar algunos.
Entre las sombras, y con un subrayado en rojo, habría que resaltar el cierre el pasado año de los cines Aguere (La Laguna) y el ya prolongado cierre del Teatro Leal, también en La Laguna, un hecho que si ya de por sí es una pésima noticia en cualquier ciudad que se produzca, en el caso de la segunda urbe de Tenerife debe ser considerado como un flagrante delito cultural, en tanto que estamos hablando de una ciudad universitaria, donde la cultura debe ser requisito imprescindible dentro de su oferta de ocio. Claro que La Laguna no está sola a la hora de presentar teatros cerrados. En Las Palmas de Gran Canaria, sin ir más lejos, el Perez Galdós y el Guiniguada son dos ejemplos de lo que no es una política cultural de puertas abiertas.
Eso sí, no hay que olvidar que, además, La Laguna es una localidad declarada como Patrimonio de la Humanidad. De hecho, una oscura nube parece amenazar el panorama cultural de esta emblemática ciudad histórica, en tanto que ya desde el pasado ejercicio, pero antes incluso, La Laguna ha empezado a perder fuelle en las actividades culturales que la hacían destacar anteriormente, mientras que otras ciudades similares de las islas incrementan su oferta de actos. El pasado año la vida cultural de La Laguna giró en torno al Ateneo, que celebró su centenario con un sinfín de actividades tales como exposiciones, conferencias, actos musicales… que merecen una mención especial de reconocimiento. Asimismo, para los artistas plásticos, y aquí ya hablamos de luces culturales, La Laguna es una buen referente en tanto que goza de un buen e importante número de galerías de arte donde las exposiciones de los artistas canarios y no canarios se suceden con rapidez.
Sin embargo, la política cultural de Aguere se ha reducido, no ya el pasado año sino los anteriores, a actos relacionados con las cofradías y el folclore canario, que merecen un lugar destacado en el panorama cultural de las islas, sin duda. Pero, en ningún caso, el esfuerzo en este terreno justifica la pérdida de visión en otros actos culturales. Y porque el mundo de las sombras se sucede, es obligado mencionar la falta de promoción de las actividades culturales hechas en Canarias y sobre las que la Viceconsejería de Cultura debería tomar buena nota, apoyar su realización y ayudar en el fomento de las mismas. Y aquí puede incluirse al teatro, poco o casi nada desarrollado ni difundido; a las artes plásticas, donde se promociona más a los artistas ya consagrados (que merecen todo el respeto); o a la literatura, pues, tal y como ocurre en el caso de los artistas plásticos, los escritores más jóvenes tienen verdaderos problemas para darse a conocer.
Y antes de pasar a la zona positiva es obligado resaltar la falta de promoción en el exterior de las actividades hechas en Canarias o por canarios. Si bien desde las instituciones públicas nos recuerdan que Canarias “no está aislada” económica o empresarialmente hablando, es fácil pensar que esta consideración debería ser aplicable al terreno de la cultura. Sin embargo, no ocurrió así el pasado año. Sin un verdadero esfuerzo en este terreno, el mundo de la cultura en Canarias se quedará tan encerrado en las islas que corre el riesgo de fagocitarse a si mismo. Y aunque la situación ha mejorado notablemente desde que se produjo el relevo al frente de la Viceconsejería de Cultura, aún queda mucho trabajo por hacer. Muchísimo.
Las ‘luces’ en la Cultura
Eso sí, 2004 no ha sido un año totalmente negativo en el plano cultural. Instituciones públicas y privadas de las islas pusieron alguna pica en Flandes en determinadas actividades, tales como el Festival de Cine de Las Palmas, que ha ganado prestigio edición tras edición hasta lograr en las últimas adquirir identidad propia y empezar a situarse entre aquellos acontecimientos cinematográficos de prestigio en el ámbito nacional. La Filmoteca de Tenerife también celebró su centenario con importantes actos y con la esperanza de que a las islas llegue no sólo el cine comercial, sino aquel más alternativo. En este sentido, el Festival de Cortos que organiza CajaCanarias, una entidad que merece un reconocimiento especial por el esfuerzo que realiza en el fomento de la cultura en las islas, también es un acto a valorar por el espacio que abre a los jóvenes autores canarios.
Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife cuentan con dos teatros abiertos, el Cuyás y el Guimerá, respectivamente, que han ampliado y mejorado su oferta de actividades en el pasado ejercicio, con obras de teatro o actuaciones musicales de reconocido prestigio y que sitúan a las islas dentro del circuito nacional de las grandes actuaciones. No menos relevantes son las programaciones del Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas y del Auditorio de Tenerife, que el pasado año incrementaron la calidad de su oferta musical con la presencia de grandes y prestigiosas orquestas nacionales e internacionales, así como con el estreno de obras de autores reconocidos, al tiempo que se programaban actuaciones musicales internacionales y de artistas de reconocido nivel.
Despejada ya cualquier duda sobre la idoneidad de contar en Canarias con estos dos grandes espacios culturales, quizás la única crítica al respecto sería la obligación de recordar a las instituciones públicas pertinentes que la música clásica y contemporánea no es un producto de lujo sólo para unos pocos privilegiados, por lo que no estaría de más asegurar unos precios en las localidades que estuvieran más al alcance de cualquier bolsillo. Y en esa línea de reproche cariñosos tal vez fuera bueno finalizar con un pequeño apunte dirigido a quién interese: la cultura, además de apoyarla y fomentarla, hay que difundirla, pues no son pocas las actividades culturales que se desarrollan en las islas que no han contado con la promoción necesaria para que los ciudadanos conozcan la programación existente.