Renovarse o morir. Una frase hecha, sí, pero también un consejo aplicable a la prensa escrita. Porque la crisis, tan global ella, también ha llegado a los periódicos de todo el mundo (excepto Asia, con India y China a la cabeza). En España, en el pasado 2008 disminuyó ligeramente la difusión (un dos por ciento) y se desplomó la publicidad, con una caída del 16,12 por ciento según la AEDE (Asociación de Editores de Diarios Españoles). Canarias no es ajena a esta crisis.
La publicidad baja un 21 por ciento en The New York Times, la cifra de negocio cae casi catorce puntos y su difusión baja un 4,2 por ciento”, “el Daily Mirror anuncia una reducción de 65 redactores”, “El Chicago Tribune prescinde de 80 trabajadores, Los Angeles Times despide a 150 y el
Milwaukee Journal Sentinel (pese a ganar el premio Pulitzer en este mismo 2008) a un total de 130”, “el Grupo Zeta (editor de El Periódico de
Catalunya o Sport), prevé eliminar 533 puestos de trabajo”, “PRISA (editora de El País) cierra la red de televisión Localia (80 emisoras) y se plantea cómo recolocar a sus 300 empleados”, “el grupo Unidad Editorial no puede evitar el cierre de El Mundo de Almería”… No corren buenos tiempos para la prensa escrita. Ni entre los gigantes de la comunicación, ni entre medios más modestos.
Y la caída de la publicidad (un 20% en 2008 en un emblema de buen periodismo como El País) o de las ventas no es el peor de los males. La salsa puede aderezarse con recortes de plantillas, intrusismo laboral, ajustes salariales, precariedad, inestabilidad, uso de becarios en labores de gran calado y hasta amenazas de huelga. ¿Mal de muchos, consuelo de tontos? Pues no, porque la crisis es aún más aguda en Canarias. Ya en 2007 se perdieron casi tres mil ejemplares en el cómputo de los rotativos regionales y en 2008 no sólo siguió cayendo la difusión (las cifras de OJD del primer semestre del año son preocupantes, especialmente en la provincia oriental), sino que asistimos al cierre de La Gaceta de Canarias después de casi 19 años de dura travesía.
Mientras, el desplome publicitario supera el veinte por ciento en la mayoría de los supervivientes, las contrataciones de nuevos trabajadores se aproximan a cero (salvo las necesarias sustituciones, casi siempre por un nuevo trabajador con menor sueldo), las antes florecientes promociones languidecen y las incertidumbres crecen exponencialmente. Una pena, porque, insistimos, los cinco periódicos canarios que han iniciado el año 2009 en los quioscos tienen, en general, una calidad notable, por encima del nivel medio de la prensa regional que se despacha en el resto de España. Incluso, hasta semanas antes del cierre definitivo, La Gaceta de Canarias ofreció un producto muy digno, comparable al de su mejor época, cuando estaba Jorge Bethencourt en la dirección y, todo hay que decirlo, el CD Tenerife en Primera División.
Admitida la existencia de la crisis en la prensa, es hora de plantear soluciones. Una de ellas la ha sugerido la AEDE en el Libro blanco de la prensa diaria y pasa por reclamar un plan de ayudas públicas similares a las aplicadas a la banca o al sector del automóvil y que ya se ha ejecutado en países como Francia, Noruega, Italia o Dinamarca. ¿Las razones de la petición? Una caída en los ingresos de explotación cercano al 8 por ciento en el cómputo de la prensa nacional. Importante, pero lejano a las pérdidas de sectores como los del automóvil (con caídas cercanas a un tercio de las ventas en España y a la mitad en Canarias) o la construcción. Quizás por ello sería mejor optar por una renovación de objetivos y apostar “no tanto por la expansión del mercado, sino por una especialización cualitativa”, como pedía en las páginas de El País Jaume Guillamet, catedrático de Periodismo de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona).
Guillamet, que considera “un error” subestimar el éxito de los diarios gratuitos (y de los periódicos municipales o comarcales, añadiríamos nosotros), reclama tres condiciones a los diarios para superar la crisis: que sirvan de filtro frente al excesivo ruido informativo, que generen noticias y debates de interés general frente a la banalidad de otros medios y que ejerzan un escrutinio crítico de la actualidad especialmente política frente a la opción de ser mera caja de resonancia de los partidos políticos. O lo que viene a ser lo mismo, que se diferencien de otros medios informativos (radio y televisión, principalmente) y oferten contenidos exclusivos: artículos de opinión, periodismo de investigación, infografías, cuadros estadísticos o fotografías de calidad.
Porque el fotoperiodismo, un elemento desdeñado hasta hace poco por muchos medios (ABC sólo publicaba imágenes en las páginas de huecograbado y Le Monde prácticamente no publicaba fotos ni infografías, aunque sí humor gráfico), aparece ahora como un elemento diferenciador, incluso de la edición digital de esos mismos periódicos, donde las fotografías tienen habitualmente poca resolución y calidad. Y esta teoría de la diferenciación es aplicable también a la prensa regional. La única vía para ganar lectores pasa no sólo por ser distinto a otros medios (radio, TV, internet, diarios comarcales o gratuitos), sino por ofertar algo que no den los competidores directos. Y en ese camino parecen caminar los rotativos canarios… aunque con una estrategia conservadora. Porque, por ahora, parecen más preocupados de no disgustar al lector ya consolidado, ése que, como señala Javier Marías en uno de sus artículos, “desea únicamente reafirmarse en lo que ya piensa” y que se indigna si no lo encuentra.
Estrategia conservadora
Los lectores de periódicos envejecen y van adquiriendo manías. Actualmente, su edad media es de 44,1 años y, a estas alturas, sabido es que “antes se cambia de religión que de periódico”… aunque conviene no enfurecer a los lectores fieles. Y vamos a un ejemplo futbolístico para no herir susceptibilidades políticas: muchos lectores de As abandonarían este periódico si se encontraran con una encendida defensa del FC Barcelona (merecida o no, que eso es lo de menos), al igual que numerosos culés dejarían de comprar el Sport si este rotativo repartiera elogios para el Real Madrid. En Canarias ocurre lo mismo. Y no sólo con los gustos futbolísticos, sino con las preferencias políticas o sociales (inmigración, insularismo, etc). La mayoría de los periódicos canarios ha definido su mercado objetivo (target lo llaman los ingleses) y al menos en 2008 ha optado por mantener a los lectores fieles antes que por buscar nuevos horizontes.
Una forma de hacerlo sin descuidar ese target ya consolidado es exprimir informativamente determinados asuntos de los que apenas se ocupan los otros medios. Ya sea informando a cuentagotas de acontecimientos concretos (caso Las Teresitas, guerra del ocio en Santa Cruz, mortalidad en el servicio de Cirugía Cardiaca del HUC, conflictos con Hacienda de Juan Padrón, plagio de la canción Chicharrero de Corazón…), manteniendo un espacio casi diario sobre determinados temas que no aparecen casi nunca en la competencia (carnaval, deportes minoritarios pero con un público extremadamente fiel, ciencia y/o tecnología, agricultura, gastronomía, músicas alternativas…) o primando facetas como la fotografía, las estadísticas, el diseño, las infografías, la opinión… El objetivo, ya se ha reiterado, es diferenciarse. Del resto y también de nuestro mismo periódico on-line.
Y aquí llegamos al principal competidor de la prensa diaria: sus propias ediciones digitales. Carlos Padilla y Tomás Flores ofrecen más detalles del ámbito local un par de páginas más adelante, pero todos los expertos coinciden en que “triunfarán los rotativos que mejor sepan interpretar las demandas de internet” y en que se va a producir un trasvase de recursos (incluyendo a los periodistas) de las ediciones impresas a las digitales. De hecho, en algunos medios ya se opta por la integración. En Canarias, aún no. Así, las ediciones digital e impresa todavía funcionan de forma independiente y pocas son las informaciones del periódico (la mayoría de ellas en Canarias7) que se amplían o se detallan en la Red. Nada que ver con El País o El Mundo (o Marca), donde son constantes las llamadas a pie de información para completar en internet el texto impreso en cada página.
El objetivo final sería lograr una simbiosis entre la prensa tradicional y los diarios on-line, disponiendo de plantillas únicas que proporcionen contenidos concretos, al margen de que después aparezcan en los diferentes soportes. O lo que es lo mismo, generar informaciones en el periódico en la que se nos invite a ampliar detalles en internet, al tiempo que en la edición digital se nos inste a comprar el periódico en papel para apreciar otros detalles que no se nos pueden dar en la Red. La publicidad, de hecho, ya va en esa doble vía, aunque, de momento, las cifras sólo hablan de una caída en la prensa tradicional y un incremento (del 28,3% en España) en los diarios electrónicos, cuyos lectores se han triplicado en sólo seis años, pese a lo que por ahora sólo reciben el cinco por ciento de la inversión publicitaria en medios de comunicación.
Los analistas, no obstante, prevén que muchos anunciantes que han aprovechado la crisis económica para desaparecer de la prensa escrita se reincorporarán en un futuro sólo a las ediciones digitales, salvo que se les ofrezca tarifas conjuntas que sean de su agrado. Por tanto, la crisis tendrá un efecto positivo, al obligar a muchos medios escritos a dar un verdadero salto al mundo digital. En el camino, lamentablemente, se quedarán algunas cabeceras regionales, un fenómeno que ya se deja ver con claridad en Estados Unidos (donde casi no existen periódicos nacionales más allá del USA Today, aunque hablar de prensa local en áreas metropolitanas de 12-15 millones de habitantes suene a chiste) y que más temprano que tarde se trasladará a Europa.
Ahora bien, este camino hacia la integración de las ediciones en papel y digital habría que vigilar que la futura plantilla única (ahora el grueso de los trabajadores se concreta en la edición impresa) no suponga una pérdida de puestos de trabajo, porque la situación es ya alarmante. El Informe Anual de la Profesión Periodística apunta que, en septiembre y según el Inem, en España ya había 3.247 periodistas en paro y otras 4.374 personas demandando empleo en la profesión. Y de cara a 2009, casi un sesenta por ciento de los 178 directores de periódico entrevistados preveía despidos a lo largo de este año, que, calculan, podrían suponer la pérdida de unos 2.000 empleos, de los que unos cincuenta se concentrarían en Canarias. El futuro de la prensa escrita no es alentador. Ni en el mundo, ni en Canarias.
Algunas de las posibles soluciones están apuntadas, pero mientras éstas llegan (o mientras el Gobierno de España se decide a aprobar un plan de rescate), las malas noticias para la prensa escrita no cesan: “Segundamano (imprescindible para todo estudiante canario recién llegado a Madrid en busca de piso) abandona el papel y mantiene sólo su edición en internet”, “el grupo Hachette cierra revistas como Teleindiscreta, Ragazza (80.000 ejemplares) o Qué leer”… y hasta el Boletín Oficial del Estado prescinde en este 2009 de su secular tocho en papel y se traslada a la Red.