El gigante abrió los ojos

Una impoluta alfombra azul. Azul cielo. Azul IAC. Ése es el color que recibió a los Reyes de España en el gran día de la astrofísica nacional. Los asistentes se sentaban en unas gradas de cemento construidas para la ocasión y que semanas después ya no existían, al igual que el gran escenario donde, bajo el achicharrante sol, los responsables políticos apostaban por la Gran Ciencia, al menos, en sus discursos del 24 de julio de 2009, fecha de la inauguración oficial del Gran Telescopio Canarias (GTC).

Una azafata se afanaba desde primera hora de la mañana para que nadie, antes de sus Majestades, pisara esa alfombra que conduciría a la zona de discursos oficiales para inaugurar el mayor logro tecnológico y científico jamás desplegado en el Archipiélago. La cuidaba con mimo. Y con su diligencia logró que ninguno de los cientos de invitados ensuciara este material antes que las autoridades. El mimo de la azafata podría simbolizar, perfectamente, el mimo que ingenieros, técnicos, geólogos, observadores, astrofísicos, informáticos, comunicadores y, también, cerrajeros, pintores y albañiles han puesto en estos quince últimos años para construir el mayor telescopio del mundo: el Gran Telescopio Canarias (GTC) y no Grantecan como ya muchos lo conocen confundiendo la empresa que se creó para gestionar esta gran infraestructura científica con el propio telescopio.

El nombre, quizá, sea lo de menos. Lo importante es que este instrumento podrá llegar hasta los confines del Cosmos. Podrá ver los objetos más lejanos y tenues tanto en el rango visible como en el infrarrojo y hará un completo mapa del Universo. Puede que descubra que no estamos solos o que logre descifrar alguno de los enigmas que se planteaba Galileo cuando compartía con Kepler su idea de que la Tierra no era, en absoluto, el centro del Universo. Pero esta inauguración también pone sobre la mesa un importante debate sobre la I+D+i+d que se hace en Canarias y su repercusión en la sociedad. Pese a que se cumplen 25 años de la creación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), el grave problema de la Astrofísica en Canarias es la lejanía con respecto al mundo empresarial.

Los resultados científicos avalan, con creces, la calidad investigadora. La construcción del GTC confirma un aspecto no tan constatado o publicitado: la capacidad técnica de la ingeniería astrofísica que se desarrolla en este centro de investigación. Lo que realmente se echa en falta es que todo ese potencial sea verdaderamente aprovechado para fomentar una industria basada en el conocimiento que aporte riqueza en el PIB regional y puestos de trabajo de calidad. El director del IAC, Francisco Sánchez, y el director de GTC, Pedro Álvarez cuentan cómo en los inicios de este proyecto, a mediados de los ochenta y durante los noventa, intentaron convencer al empresariado canario para que invirtiera en esta tecnología. Nadie les escuchó. Nadie quiso invertir algunos de los millones de euros que ganaban con la construcción o el turismo en Ciencia.

Se quiso crear una empresa de pulido de espejos en La Palma. Fue inútil. Décadas después, algunas de las empresas peninsulares o extranjeras que sí invirtieron en ello, son ahora proveedoras internacionales de tecnología astrofísica. De hecho, de las 60 empresas u organismos que participaron en este gran logro, sólo once son Canarias; y de ellas, dos son el propio IAC y la Universidad de La Laguna y otras dos son consultorías legales. Lo que relega la actividad industrial y constructiva canaria en el GTC a un mínimo irrisorio. Pero no todo fue negativo, en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Ulpgc) se creó una spin-off -una empresa que nace de un centro académico- que diseñó una parte importante de la tecnología del espejo primario de GTC y dos empresas de La Palma se convirtieron en los principales proveedores locales: una firma hidráulica y una carpintería de aluminio.

Un poco de historia

La idea de construir el mayor telescopio del mundo en La Palma surgió en 1987 tras la inauguración en el Observatorio del Roque de Los Muchachos del telescopio William Herschel (de 4,2 metros de diámetro). Fue entonces cuando los directivos del IAC se convencieron de que había que dar un fuerte impulso al observatorio, o perecería en unas pocas décadas debido a la fuerte competencia de otros lugares y a los rápidos avances en Astrofísica que se estaban produciendo en esos momentos, incluyendo los telescopios espaciales. Se trató de un proyecto de difícil encaje político y fue realmente complejo convencer de que era necesario invertir una buena cantidad de millones (entonces eran aún de pesetas) en esto que jamás se había hecho en España, pues prácticamente la más moderna tecnología que se encontraba en los observatorios del IAC era extranjera.

En 1994 se crea Grantecan SA, la empresa pública que ha gestionado el proyecto y que ideó un sistema de contratación que, al final, cuentan, ha ahorrado mucho dinero, pues se firmó por producto terminado y entregado. Así, es cierto que algunos perdieron dinero en ese momento, como los que realizaron el espejo terciario, ya que tuvieron dos intentos fallidos antes de crear la pieza definitiva. Sin embargo, explican en el IAC que, esta empresa en concreto, ha cerrado importantes contratos posteriores gracias a la experiencia adquirida con la creación del bloque de berilio que compone este espejo. En total fueron más de 100 empresas y 1.000 trabajadores los que participaron en este proyecto que pesa más de 400 toneladas, con un cuerpo principal que se puede mover con sólo una mano (y esta redactora da fe de ello) gracias a un novedoso sistema hidráulico alimentado por 2.700 litros de aceite inyectado a presión. El presupuesto rondó los 104 millones de euros y terminó siendo inferior al inicial. El 90% ha sido dinero español (con una aportación del 70% Gobierno central y el resto del Gobierno canario, teniendo una fuerte inyección de fondos europeos en ambos casos) y un 10% de Estados Unidos y México.

El telescopio es en sí mismo una invención única con desarrollos diseñados exclusivamente para esta gran instalación. El espejo primario es la parte fundamental pues permitirá la llegada de más fotones (más luz) de forma que se pueda observar lo más lejano y lo más tenue. Como construir un espejo de 10,4 metros de diámetro y trasladarlo al Roque de los Muchachos es imposible, se optó por un espejo formado por 36 segmentos hexagonales que, unidos, forman un gran cuenco. Los espejos son de un material muy similar a las vitrocerámicas que se usan en las casas y su superficie se pulió con tal precisión que el mayor desfase correspondería a un tamaño 3.000 veces más fino que un cabello humano.

Pero lo más interesante desde un punto de vista científico del GTC no es su tamaño, sino la alta tecnología del que está dotado. Así, la luz que capta el telescopio debe pasar por unos ojos especiales que son los instrumentos de observación: Osiris y CanariCam, que irán seguidos de EMIR y FRIDA. Todos ellos instalados de forma que se pueden utilizar fácilmente en función de las observaciones que se quieran realizar sin hacer grandes cambios técnicos. Esto hace que la eficacia de GTC se multiplique y, con alguno de los instrumentos, en una sola noche de observación pueda recopilar más información que en cuarenta de un telescopio de cuatro metros. De momento, ya se han producido algunos resultados científicos importantes. La comunidad científica se rifa el uso del GTC y todos pronostican grandes descubrimientos en los próximos años debido a las inéditas condiciones de este instrumento. ¿Lograrán descifrar en qué lugar del Universo hay vida?

Bienvenida a las grandes infraestructuras científicas

Con la inauguración del Gran Telescopio Canarias (GTC) parece que se ha abierto una nueva percepción social e institucional hacia la I+D+i+d en Canarias. El GTC tuvo una importante repercusión mediática muy positiva. Las ventajas del cielo palmero, la posibilidad del turismo científico, los avances en investigación, la maravilla técnica de esta catedral para observar el cielo calaron en la población. Algo ha cambiado tras esto y la ilusión por albergar el telescopio XXL, el famoso E-ELT (European Extremely Large Telescope) de 42 metros se convirtió en una verdadera corriente de opinión.

Como hitos se creó, de forma totalmente espontánea, un grupo en Facebook para que La Palma acogiera esta gran infraestructura que en unos pocos meses tuvo más de 10.000 adscripciones. Los medios de comunicación estuvieron tan pendientes de este asunto que llegó a acaparar portadas a cuatro columnas en los periódicos regionales y bastante espacio en los nacionales. Además, se impulsaron campañas tan curiosas como la que hizo que los jugadores del Club Deportivo Tenerife lucieran, en su enfrentamiento con el Real Madrid, camisetas de apoyo al E-ELT. ¿El fútbol con la ciencia? Pues sí. Y eso es la clara demostración de que algo está cambiando. Pese a que es posible que el E-ELT finalmente no venga a Canarias, ese empuje hay que aprovecharlo. Tenemos aún grandes posibilidades que son una realidad. La Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), el telescopio solar más grande del mundo que se quiere instalar en Tenerife o el prometedor CTA (Red de Telescopio Cherenkov) son sólo algunos ejemplos.

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